ROBERTO RAMÍREZ BRAVO /
Acapulco, 14 de noviembre de 2019
La posibilidad de que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) mantenga el poder en el estado de Guerrero pudiera parecer lejana, dadas las últimas tendencias electorales nacionales y locales. Sin embargo, no es un escenario que se deba desdeñar.
El crecimiento electoral de la izquierda y la todavía alta aceptación de que goza el gobierno de la República encabezado por Andrés Manuel López Obrador, abren la puerta para que el sucesor o la sucesora del actual mandatario, Héctor Astudillo, provenga de las filas de Morena.
Sin embargo, la otra posibilidad ahí está. El PRI es el partido que en Guerrero mantuvo su voto duro en la elección pasada, cuando se votó por presidente de la República y en la que se eligieron los 81 ayuntamientos y el Congreso local; ganó 14 municipios como partido solo y 9 en alianza con el Verde Ecologista; aunque en el Congreso solo obtuvo seis diputados por la vía de elección directa.
En lo federal, quedó en segunda posición frente a Morena en la elección de senadores, y pudo colocar a su candidato Manuel Añorve como el tercer representante de la entidad en el Senado.
Esos resultados, a querer o no, lo colocan como un partido competitivo.
Para los priistas va a ser fundamental la percepción que los ciudadanos tengan del gobierno de Héctor Astudillo Flores, porque sin duda va a ser el referente más inmediato. A Astudillo Flores le tocó empezar su administración en condiciones totalmente adversas, con una entidad que prácticamente ardía en llamas tanto por las acciones de la delincuencia, como por las incontrolables protestas de los movimientos sociales.
El año previo, que estuvo a cargo de Rogelio Ortega Martínez, tras la salida del perredista Ángel Aguirre Rivero por la desaparición de los 43 normalistas, estuvo cargado de protestas de todo tipo. La autopista del Sol era tomada un día sí y otro también cuando Astudillo asumió el poder.
Lo primero que el mandatario pudo ofrecer a los guerrerenses, de manera visible, fue la recuperación de la gobernabilidad. Curiosamente, y para ser un gobierno que entraba en esas condiciones, fue una gobernabilidad que se consiguió sin el uso de la fuerza. Astudillo se unió públicamente al reclamo por la desaparición de los 43 normalistas y quizá eso influyó en el hecho de que su gobierno no fuera acosado por el movimiento que demanda su presentación con vida.
Casi en el último tramo de su mandato, Astudillo llega con otro dato que al principio se antojaba impensable: la disminución en el índice de homicidios dolosos. Por donde se le vea, el hecho de que en el estado y en Acapulco las cifras de asesinatos hayan bajado de manera significativa, es un punto a favor de su gobierno, aunque la evaluación final la tendrán que hacer los guerrerenses a la hora de emitir su voto.
Un hecho ineludible para los priistas, es que su oportunidad real de ganar pasa por dos condiciones: que Morena postule a la peor opción para su candidatura al gobierno estatal; y que el PRI postule a la mejor opción que tenga.
En 2021 no parece haber condiciones para que otra vez un personaje, como lo hizo Luis Walton en 2015, llegue a fracturar la unidad de la izquierda con una candidatura. La división en Morena tendría que provenir, entonces, de un eventual desencanto de los ciudadanos en el caso de una mala postulación, o de una mala calificación de los gobiernos morenistas.
En el tricolor, para estar en la premisa anterior, la candidatura tendría que recaer en la persona que goce de mayor capital político. Hasta el momento las menciones van en primer lugar con el senador Manuel Añorve Baños, quien ya demostró como candidato a gobernador y como candidato a senador, que sabe hacer campañas ganadoras. En la gubernatura no ganó, pero era prácticamente imposible ganarle a su maestro el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero; y en la senaduría, la ola morenista lo dejaba fuera de la primera opción –que se llevaron Félix Salgado y Nestora Salgado-, pero sí le ganó a los perredistas representados por Beatriz Mojica Morga. Otro prospecto es Mario Moreno Arcos, secretario de Desarrollo Social, que también tiene su capital político pero que visiblemente se encuentra en segunda posición.
Como sea, es de advertirse en la lucha por la gubernatura en 2021, el PRI va a estar presente, y que va a apostarle a que en Morena terminen de pelearse y dividirse, mientras que en sus propias filas prime la disciplina que en otros tiempos les ha dado muy buenos resultados.
Quienes crean que en la elección que viene ya todo está escrito, podrían llevarse algunas sorpresas.