ROBERTO RAMÍREZ BRAVO /
Acapulco, 13 de noviembre de 2019
En la elección de 2021, por primera vez en su historia, la izquierda aglutinada en Morena, estará ante la posibilidad de alzarse con el poder en el estado y colocar a uno de sus representantes al frente del gobierno.
A ello contribuirán, sin duda, los muchos años de lucha social de los guerrerenses, que han sufrido tanta represión; y los años de esfuerzo por conquistar el poder político a través de las elecciones.
Con el PRD, esta izquierda avanzó mucho, pero fueron los gobernantes y dirigentes quienes terminaron por cambiar el rumbo, aunque no lograron quitar la esperanza de cambio.
Figuras como Zeferino Torreblanca Galindo, que provenía del sector empresarial, autodefinido como “comunista de izquierda”; Ángel Aguirre Rivero, que provenía del PRI hasta el día en que no fue postulado por este partido; o Rogelio Ortega, un profesor universitario alejado de la praxis política y que a la hora de ejercer el poder no quedó muy claro en qué bando estaba, son quienes han representado en el gobierno a esa izquierda guerrerense.
Eso fue, en Guerrero, la alternativa que en su momento se planteó el PRD en el plano federal: que la izquierda llevara a la presidencia a alguien externo, porque a una persona emanada de sus filas, la élite en el poder no le permitiría llegar. En Guerrero tres gobernadores llegaron, y ninguno emanado propiamente de la lucha social o política.
En 2021, la izquierda nuevamente estará en posibilidades de tomar la gubernatura, pero esta vez con condiciones distintas, ahora con Morena. La llegada a la presidencia de la República de Andrés Manuel López Obrador, da un viento a favor en ese sentido.
¿Pero, quién? Los personajes visibles hasta el momento son los hermanos Sandoval Ballesteros (Pablo Amílcar e Irma Eréndira), el primero, delegado federal en Guerrero y la segunda, secretaria de la Función Pública; el senador Félix Salgado Macedonio y la alcaldesa de Acapulco, Adela Román Ocampo. Ellos cuatro, en estos momentos, tienen responsabilidades de gobierno en nombre del partido que representa hoy el principal bastión de la izquierda del país.
Externos, provenientes de otras batallas, incluso adversarios a Morena, aparecen el ex alcalde porteño Luis Walton Aburto y la ex candidata a gobernadora y ex dirigente nacional del PRD, Beatriz Mojica Morga.
Los hermanos Sandoval Ballesteros tienen en contra el dato de que hasta antes de querer competir, eran poco activos en Guerrero. Pablo Amílcar es quien ha tenido mayor acercamiento desde que fue candidato a gobernador en 2015 y luego dirigente de Morena en el estado; ella, solo al triunfo de López Obrador. Pero en favor de ambos juega el factor John Ackerman, esposo de Irma Eréndira y cuñado de Pablo Amílcar, y uno de los consejeros de cabecera más influyentes del presidente de la República.
Félix Salgado lidera todas las encuestas en términos de popularidad. En el escenario de una elección interna, es posible que la ganaría; pero Morena no ha definido que ese vaya a ser el método para elegir su candidato. Su estrategia, pues, tendría que ser la de hacer crecer tanto su popularidad que, como en 1999, el partido no tenga más recurso que impulsar su candidatura.
Adela Román figura sin contrapeso, en el escenario de que el género de la candidatura sea femenino, porque ante la escasa presencia de Irma Eréndira, ella gobierna un tercio de la población estatal. Pero este dato es de doble filo, porque la crisis financiera del Ayuntamiento de Acapulco y todas las consecuencias que eso trae para su administración le generan un desgaste poco deseable.
Luis Walton lleva dos lastres importantes: el primero, que en la elección de gobernador de 2015 fue el factor de división en la izquierda guerrerense y se alió con el PRI para desbarrancar la opción que encabezaba el PRD, tras lo cual abiertamente fue recompensado con cargos para su gente en la administración de Héctor Astudillo. El segundo lastre, es que en la elección presidencial del año pasado, jugó en contra de quien ahora dice que es su amigo: López Obrador. Walton fue uno de los impulsores de la alianza PRD-MC con el PAN y su candidato Ricardo Anaya, en un intento desesperado por frenar la llegada de López Obrador. La militancia no olvida esas cosas.
Algo parecido le sucede a Beatriz Mojica. Ella fue postulada por el grupo de Los Chuchos, y aunque en Guerrero se le veía distinta al equipo de Ortega y Zambrano, fue su propia convicción la que la mantuvo leal a ese clan y que la convirtió en una activista contra López Obrador y en favor de Ricardo Anaya en la elección pasada.
La izquierda con Morena tiene el reto y la posibilidad enfrente. El triunfo es otra cosa. Sin duda, 2021 será un momento en que los guerrerenses van a juzgar la obra de los que ya tuvieron la oportunidad y de los que, en los municipios y en el Congreso, la tienen actualmente. Sin López Obrador en las boletas, los morenistas tendrán que salvar sus propias divisiones internas, demostrar que sus gobiernos son eficientes, y garantizar, si es el caso, que pueden representar la opción de un cambio verdadero.