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CFE: robo frente al mar

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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO     /

 

La imagen parece sacada de la vecindad de la Familia Burrón, ese comic mexicano de autoría de Gabriel Vargas.

A la vista, en la azotea, aparece una especie de palangana llena de un líquido similar al agua, colocada encima de una estructura elemental de fajillas de madera, la cual se encuentra colocada sobre unos tabiques de cemento. Charco alrededor. A un lado, hay una especie de casita pajarera –que algo debe contener por dentro- con una silla de tres patas recargada sobre ella, y a lo lejos, una veleta de los vientos con sus flechitas señala hacia los cuatro puntos cardinales. En una pared hay un termómetro Sato. Junto a estos instrumentos hay otra cajita, que de seguro para algo ha de servir.

Pero no se trata de una azotea de vecindad aunque lo parezca, sino de la estación meteorológica con la cual la Comisión Federal de Electricidad logra un hecho casi imposible: determinar que en Acapulco la temperatura cotidiana es de 28 grados.

Acapulco, todo mundo lo sabe, es un lugar paradisiaco, pero muchas veces para quienes lo visitan por primera vez tiene un pequeño inconveniente: su alta temperatura que puede provocar una especie de ahogo en quienes no están acostumbrados a ella.

Para realizar actividades cotidianas, cualquier acapulqueño sabe que si quiere evitarse problemas con la piel, debe caminar buscando la banqueta sombreada, y cuando el sol está en lo alto, es necesario buscar cualquier resquicio de sombra. La temperatura, que en la tarde y en la noche es cálida, es también una oferta turística, porque cualquiera puede meterse al mar y disfrutar de una playa bien templada.

Pero la Comisión Federal de Electricidad ha determinado que en Acapulco se registra una temperatura cotidiana de 28 grados, y con base en ello aplica la tarifa al suministro de energía eléctrica que llega a los domicilios. Pero 28 grados es una temperatura similar a la que se presenta en ciudades como Chilpancingo u otras de ambiente fresco.

De acuerdo con información pública, la CFE establece siete tarifas que sirven de base para facturar los recibos de luz residenciales, que son la 1, que se aplica a las ciudades que tienen de temperatura ambiental cotidiana menor a 25 grados; la 1A, para las que tienen 25 grados; la 1B, de 28 grados; la 1C para 30 grados; 1D para las ciudades con 31 grados; la 1E para las que tienen 32 grados centígrados; y la 1F, para las que tienen 33 grados de temperatura general. Según es mayor el calor en una ciudad, va disminuyendo el precio de la tarifa.

En la actualidad, la CFE aplica para Acapulco la tarifa 1B, de 28 grados.

El diputado del Partido Verde Ecologista, Eduardo Cueva Ruiz, ha llevado este caso hasta el Congreso y comenzó una batalla en diferentes ámbitos para lograr que la paraestatal reconozca que en Acapulco hay una temperatura promedio de al menos 32 grados, lo que podría significar que el monto de lo que se paga por el servicio en Acapulco se redujera a la mitad.

La batalla no ha sido fácil porque la empresa que se reputa de calidad mundial, ha hecho hasta lo imposible para evitar que se llegue al punto exacto de la medición, de modo que puedan observarse los mecanismos e instrumentos usados para medir la temperatura. Para ello, ha incurrido en inexactitudes, primero proporcionando una dirección de donde se encuentra la estación, y luego dando otra; y finalmente, negándose a responder.

Fue necesario que hubiera dos exhortos del Congreso para que la empresa le respondiera al diputado dónde está el equipo que registra los 28 grados de temperatura en el puerto.

Pero tenía razón en parte la CFE en su negativa de abrirse al escrutinio, porque apenas pudo llegar al lugar desde donde se mide la temperatura, el diputado del PVEM pudo corroborar el estado inadecuado en que encuentra el sitio.

Lo hizo público a través de fotografías, que se describen al principio de este texto, con las cuales se da cuenta de que la medición es primitiva, rústica y, con toda probabilidad, inexacta.

No es la primera vez que la CFE hacía esto en Guerrero. Ya ocurrió en San Miguel Totolapan y en Ciudad Altamirano, donde venía cobrando por años una tarifa indebida, hasta que un procedimiento similar llevó a modificarla y ahora los habitantes de esos lugares pagan menos de lo que pagaban.

En Acapulco, los funcionarios suelen argumentar que es mucho dinero el que pierde la CFE –y tal vez por eso busquen resarcirlo elevando las tarifas- porque en las colonias populares la gente se roba la energía colgándose de los llamados diablitos. Sin embargo, ello no justifica la elevación del cobro a los que pagan.

También hay grandes hoteles que no la cubren la energía que consumen, y hay ex trabajadores de la propia CFE que tampoco la pagan y las gastan a raudales. Hacer la revisión de estos casos y darles solución no es responsabilidad de los consumidores que sí solventan lo suyo, sino de la paraestatal y en su caso las autoridades encargadas de aplicar la ley.

Tras la exhibición que hizo el diputado Cueva Ruiz de las condiciones que se mide la temperatura en Acapulco, bien vale exigir a la CFE que deje de hacer lo que dice que le hacen en las colonias: robar la luz.

 

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