* “Un día salió a trabajar y ya no regresó; hoy estamos contentos, tenemos certeza de dónde está”, dice su hijo
* El combatiente de Lucio Cabañas fue sepultado en la sierra de Atoyac de manera clandestina por el Ejército en 1974; la Comisión de la Verdad halló los restos y los devolvió a su familia
* Este viernes sepultarán los de su compañero Martín Nario Orgánez, quien también murió en el mismo combate y fue inhumado clandestinamente a 300 metros de distancia
* Su caso refleja no solo el de su desaparición, sino de más de 1,300 víctimas de la guerra sucia que no se sabe dónde están, dice Nicomedes Fuentes
SCARLETT ARIAS /
Chilpancingo, 6 de abril de 2017. Los restos óseos de Eliseo Flores Vázquez y Martín Nario Orgánez, dos de los combatientes durante la guerra sucia de los años 70 en la guerrilla de Lucio Cabañas Barrientos, regresaron a Guerrero para ser sepultados.
Flores Vázquez, identificado por la Comisión de la Verdad (Comverdad) como G1; y Martín Nario Orgánez como G2, durante el proceso de identificación y reconocimiento que llevó a cabo la Comisión de la Verdad (Comverdad), fueron recibidos la tarde de este jueves en el anfiteatro de la Alameda Granados Maldonado mientras sonaba el acorde de una canción que decía: Suena la guitarra guerrillera.
Entre aplausos y música, familiares de los combatientes, amigos de lucha que sobrevivieron con ellos la guerra sucia, así como organizaciones sociales y familiares y estudiantes de la escuela normal rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, se congregaron para homenajear y recordar a los luchadores que fueron abatidos por elementos del Ejército durante un enfrentamiento de cuatro horas el 8 de septiembre de 1974.
Durante el homenaje el ex rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, Arquímedes Morales Carranza, leyó una semblanza en la que narró aquel día de hace casi 43 años en el cerro de Las clavelinas cerca de la comunidad de El Posquelite Municipio de Coyuca de Benítez, cayeron en combate frente al Ejército Nacional dos ciudadanos guerrerenses, y que en el sitio donde murieron fueron sepultados por los habitantes de la comunidad ante la negativa de los elementos castrenses para darles la debida sepultura.
El catedrático informó que más de 40 años después la Comisión de la Verdad tuvo acceso a los datos que permitieron organizar los sitios de exhumación, de donde fueron trasladados a la Ciudad de México donde estuvieron dos años, en los que se les realizaron estudios para la identificación de G1 y G2 como se les nombró al localizarlos.
«Hoy sabemos que se trata de Eliseo Flores Vázquez, originario de Alpuentla que vivió en Ahuexotitlán, en el municipio de Chilapa de Álvarez y Martín Nario Orgánez, que vivió en la comunidad de San Andrés de la Cruz en Atoyac de Álvarez en donde fue apreciado por la población», expresó.
Remarcó que ahora los restos de los luchadores retornaron con sus familiares, pues recuperaron su dignidad, su nombre y su derecho a descansar en un lugar público.
Los ataúdes se ubicaron al centro del teatro hundido de la Alameda junto a unas cajas de cartón que contenían pertenencias, objetos que tenían al momento de su muerte Eliseo y Martín.
Al micrófono Nicomedes Fuentes García, ex comisionado de la Comverdad detalló cómo fueron localizados en los límites de Atoyac y la Sierra a unos 300 metros de distancia uno del otro.
En entrevista, Fuentes García apuntó que no sólo se trata de combatientes sino de muchas personas que han sido desaparecidas por el Ejército, la Policía Judicial y demás «cuerpos represivos» que son utilizados por el Estado.
Señaló que la Asociación de Detenidos, Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a Derechos Humanos en México (Afadem) cuenta con una relación de más de mil 300 personas desaparecidas durante el periodo de la guerra sucia, de ellas 650 serían de Guerreo y 450 del municipio de Atoyac.
Fuentes García denunció que tanto el Ejército y las corporaciones policíacas tienen un registro de personas que han sido detenidas y asesinadas.
Remarcó que no hay voluntad de las autoridades para proporcionar información, por lo que hizo una recomendación para que el Estado mexicano investigue y diga en dónde están los desaparecidos.
Agregó que en su labor de investigación sobre los crímenes cometidos durante ese período, solo tuvieron acceso a 300 mil documentos del Archivo General de la Nación, sin embargo, lamentó que la Secretaría de la Defensa Nacional no haya permitido a la Comverdad acceder totalmente a la información.
Luego de las intervenciones se hizo entrega a los familiares de los restos y pertenencias entre ellas ropa, algunas monedas, y VapoRub.
Arriba, en el escenario del anfiteatro, Gilberto Flores Calvario, hijo de Eliseo, contó que su papá viajaba constante al puerto de Acapulco a trabajar hasta que un día ya no regresó, nunca volvieron a saber de él, tenía 7 años la última vez que vio.
Detalló que fue hasta hace dos años cuando la Comisión de la Verdad se comunicó con él y con su familia para informales que habían encontrado a un familiar suyo y que debían corroborarlo.
“No sabíamos en dónde podría estar y hoy que nos hacen entrega nos sentimos contentos, tenemos certeza en donde descansarán sus restos”, dijo.
“Quiero creer que su apreciación fue por algo mejor, para su familia”, expresó Gilberto, hijo de Eliseo.
Bernardina Calvario, con lágrimas recordó el momento en que Eliseo se despidió de su hijo de un año y medio: «Le dijo, adiós, mijito«.
Posteriormente el contingente de personas avanzó hacia el panteón nuevo ubicado al norte de la capital en donde Eliseo Flores Vázquez finalmente fue sepultado.
Los restos de Martín Nario Orgánez fueron llevados por su familia y una comisión de la Comverdad al municipio de Atoyac de Álvarez, en la región de la Costa Grande, para ser recibido en un acto cívico y luego ser sepultado.
