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La Yerbabuena, un cementerio marino en Acapulco

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VERÓNICA CASTREJÓN ROMÁN     /

 

Foto Verónica Castrejón.

¡Quién me lo iba a decir! Acapulco cuenta con un original cementerio marino. Es bañado por el sol que calienta las aguas del Océano Pacífico, frente a la isla de La Roqueta  en donde es custodiado por  la Virgen de los Mares, la estatua de la Virgen de Guadalupe que fue sumergida a un lado del ahora pétreo camposanto en 2002,  luego de ser bendecida por el papa Juan Pablo II.

Me refiero al islote La Yerbabuena, un pequeño conjunto de rocas marinas que hoy luce cruces y leyendas alusivas al descanso eterno de quienes en forma de cenizas fueron colocados ahí por sus familiares. El más antiguo, parece ser de 2003 y el último de marzo de este año.

Sobre las rocas,  junto a los “Te amo, Susy” y “Te amo, Joanna”, están las cruces y letreros pintados con letras blancas en los que se pide por el eterno descanso de cerca de dos docenas de difuntos (a menos que por la parte de atrás de las rocas haya más).

Y la pregunta es, ¿a qué autoridad corresponde la autorización para hacer eso?, ¿el depósito de las urnas o la diseminación de las cenizas en las aguas marinas  se pueden realizar por voluntad propia? ¿Debe ser la Secretaría de Salud la encargada de vigilar esto? ¿Turismo, Zofemat,  Profepa, Semarnat?, ¿quién?

Sobre esas rocas, el islote La Yerbabuena luce la estatua de la guadalupana que en 1959 fue colocada en el lecho marino por el buzo Alfonso Arnold como un homenaje a la morena del Tepeyac, misma que por su deterioro  fue reemplazada en el lecho submarino  en 2002, por una réplica de bronce que miles de turistas hoy pueden ver y disfrutar a  través del fondo de cristal de las lanchas que hacen la travesía desde Caleta hasta la isla de La Roqueta.

La última voluntad de un ser querido puede ser la de descansar eternamente entre los tumbos de las olas del mar acapulqueño y custodiado por las dos imágenes de la guadalupana, considerada como la santa patrona de México; pero ¿quién es el dueño del islote hoy transformado en cementerio? Tal vez podría convertirse en un atractivo turístico más; sí,  tal vez llegue a significar un reto más para los osados y valientes que en busca de turismo de aventuras, no le temen a nada: “a que no pasan solos una noche  La Yerbabuena”…

De hecho, el islote ha sido usado para llevar a cabo ahí hasta supuestas brujerías. En 2006, después de los trabajos de limpieza submarina de la Virgen de los Mares, el buzo de fama internacional, Alberto Fares del Río, declaró a la reportera Adriana Covarrubias que “buzos profesionales encontraron presuntos trabajos de brujería en contra de los tres candidatos a la Presidencia de la República por el PAN, PRD y PRI,  Felipe Calderón Hinojosa, Andrés Manuel López Obrador y Roberto Madrazo Pintado, respectivamente”.

Los supuestos trabajos de santería consistían en envoltorios con las fotografías de los políticos mencionados, a cuyos autores, por cierto, tal vez sólo les alcanzó la puntería para molestar a Madrazo, quien es el único que ha visto apagarse su estrella dentro de política mexicana.

El islote de La Yerbabuena es ahora, más bien,  un cenizario y a alguna autoridad debe corresponder su regulación. ¿Los panteones de Acapulco tienen algún lugar específico para la colocación de las cenizas sin las urnas? Por más que busqué alguna norma sobre el manejo de cenizas fúnebres, sólo encontré reglamentación respecto a la comercialización de espacios para su colocación y la manera como debe llevarse a cabo de cremación de los cuerpos; pero en cuanto a los sitios en los que se pueden colocar los restos así dispuestos, no hallé nada.

Luego entonces, quienes colocaron las cenizas de sus seres queridos en La Yerbabuena no infringen ningún delito, y pueden cumplir con la última voluntad de los que amaron en vida, al parecer, sin ninguna preocupación.

Acapulco, pues, tiene un nuevo cementerio y es marino, ¿será el primero en el mundo?

¡No! ¡No!… ¡De pie! ¡En la era sucesiva!
¡Cuerpo mío, esta forma absorta quiebra!
¡Pecho mío, el naciente viento bebe!
Una frescura que la mar exhala,
ríndeme el alma… i Oh vigor salado!
¡Ganemos la onda en rebotar viviente!

 

(fragmento: El Cementerio Marino, de Por Paul Valery en la versión de Javier Sologure).

 

Acapulco, 9 de abril de 2017.

 

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