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Obrador en el zócalo: la vieja y nueva clase política izquierdista

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Foto La Plaza.

 

* Abuchean a ex perredistas y vitorean a luchadores sociales

ROBERTO RAMÍREZ BRAVO     /

 

Foto La Plaza.

Chilpancingo, 06 de mayo de 2017. Andrés Manuel López Obrador escogió el zócalo capitalino para hacer dos grandes anuncios: al iniciar su gobierno –que dijo que ganará esta vez en el tercer intento- comenzará el desmantelamiento de la guerra contra el narcotráfico con la estrategia violenta que inició Felipe Calderón y continúa Enrique Peña Nieto. Eso por un lado. Por el otro, en el primer día de su administración iniciará una nueva investigación sobre la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, hasta llegar a los autores materiales e intelectuales.

Dos avisos, dos señales. El zócalo lleno, pero no a reventar. Simplemente lleno. El sol ardiente cae sobre las cabezas de quienes esperaron dos horas para poder ver al presidente del Movimiento Regeneración Nacional, y seguro candidato a la presidencia de la república en 2018, que hasta esta plaza vino a firmar el Acuerdo político de unidad por la prosperidad del pueblo y el renacimiento de México, documento que también suscribieron dirigentes políticos y actores partidistas.

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El encuentro fue una mezcla entre la vieja clase política de la izquierda, que reeditó vicios como el acarreo, con los nuevos rostros de Morena, y un público que posiblemente fue perredista en el pasado, pero que mostró un repudio a sus antiguos dirigentes.

Hubo presencias muy conocidas: Félix Salgado Macedonio, ex alcalde de Acapulco y Faustino Soto, todavía perredistas; sin militancia en el PRD, pues anunciaron su renuncia públicamente, pero ligados a ese partido, estaban Eloy Cisneros, Alberto López Rosas, Ranferi Hernández Acevedo, Saúl López Sollano; igual estaban, de Movimiento Ciudadano, Víctor Jorrín y Jessi Mojica; del grupo del ex gobernador Rogelio Ortega, estaba quien fuera secretario de Turismo, Sergio Salmerón; los ex rectores de la Universidad Autónoma de Guerrero, Arturo Contreras, Arquímides Carranza y Alberto Salgado, fueron mencionados, pero al único que se vio en el templete fue al último; y representantes de las organizaciones de profesionistas y sindicatos: Javier Morlett Macho, defensor de derechos humanos; Marco Antonio Adame, del Sutcobach; Walter Añorve, de la Ceteg; Robespierre Moreno Benicio, del Suspeg; Adalberto Valenzo, del sindicato del Poder Judicial; Hugo Hernández Martínez, del colegio de abogados Coliposdeg; José Inocente Ariza Tapia, de Acapulco nos necesita, y Javier Solorio Almazán, de la fundación Rebicam; de las organizaciones sociales: Arturo García, de la Red de Organizaciones Sustentables; Juan Carlos Barrios, de la Cioac; Sabás Arturo Espinobarros, de la CRAC-PC; María de los Ángeles Molina y Karina Hernández Mateo, madre y esposa de dos de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, así como empresarios de Acapulco, Chilpancingo y La Montaña.

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El evento público fue convocado a las 10 de la mañana, pero López Obrador llegó alrededor de las 12, dos horas más tarde. Otra vez volvieron los gritos: “¡Es un honor, estar con Obrador!, ¡Es un honor, luchar con Obrador!” Otra vez las banderas ondeantes, otra vez los rostros con sombrero de la Tierra Caliente, con vestimenta indígena de La Montaña, con huaraches de la costa; otra vez las playeras que identifican a los militantes. Su organización recordaba a un evento político del PRD en sus buenos tiempos, pero con el color moradito que identifica a Morena.

Fue el primer acto masivo en forma que realiza este partido desde su creación. Ni siquiera durante la candidatura al gobierno del estado, que fue encabezada por el actual dirigente estatal, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, hubo uno de tales dimensiones.

No es, aclara López Obrador al principio de su mensaje, la oportunidad para buscar cargos.

No lo es, pero lo parece. La mayoría de quienes estuvieron en el templete son aspirantes a diversos cargos ya sea porque los buscan o porque son impulsados para ellos.

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Algunos, como el médico Javier Solorio Almazán, hacen todo lo posible para hacerse notar. El hermano de la regidora Alejandra y del ex priista, ex perredista, ex MC, Ramiro, intenta hacer válida la versión que desde hace un rato manejan sus allegados, que quiere ser candidato a la alcaldía de Acapulco: desde temprano se colocó junto al templete, donde estaba el centro de la organización del evento, y daba instrucciones, y logra que su compañera Brenda Catalán sea maestra de ceremonias por un rato, que uno de sus sobrinos, hijo del líder priísta Jorge Hernández Almazán, se integre en el equipo de logística, y que él mismo sea colocado en el centro de la fila de los firmantes que quedan atrás de donde López Obrador daría su discurso.

Jessi Mojica, ex candidata a diputada de Movimiento Ciudadano, quien fue presentada como “periodista de Acapulco” y su marido el ex candidato a alcalde del Partido de Trabajo, Alberto Mojica, se pelean por subir al templete, amparados en un gafete de prensa. Al final lo consiguen, y ella se convierte en una de las firmantes del acuerdo.

En el templete hay un espacio al frente para los oradores –Sandoval Ballesteros y López Obrador- y atrás hay tres filas de personas, y uno por uno van pasando a firmar el acuerdo.

La clase política abucheada

El público congregado en el zócalo no dejó pasar una. Particularmente, a los actores políticos, los abucheó.

Le tocó a Félix Salgado llevar la primera rechifla, tal vez porque fue el primer ex presidente estatal del PRD en pasar a firmar, pero a los otros, como Saúl López Sollano, también le tocó una parte; igual a Víctor Jorrín, de MC, a quien lo acompañó un grito solitario: “¡Fuera!”

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La gente no olvida –comentó uno de los asistentes- que en otras elecciones los perredistas hicieron sus campañas con leyendas como “Digan lo que digan, yo estoy con Obrador” y después de ganar por el arrastre del candidato presidencial, le volvieron la espalda. Es el caso de Armando Ríos Piter, Rosario Herrera, David Jiménez Rumbo y otros, recuerdan.

Por el contrario, quien recibió una amplia ovación fue la presidenta de la Canacintra en Chilpancingo, Yolotzin Domínguez Serna; y siguieron en ese reconocimiento popular Walter Añorve, de la Ceteg; Robespierre Moreno, del Suspeg; Espinobarro de la Crac-PC; y las familiares de los normalistas desaparecidos que asistieron a la firma del pacto.

Se diría que en el intercambio de premios y castigos, el público castigó a los políticos y respaldó a los luchadores sociales.

El acarreo también estuvo presente. Asistentes al evento comentaban que el médico Solorio Almazán hizo uno de esos acarreos masivos. El universitario y ex perredista Adolfo Plancarte Jiménez comentó en una publicación: “60 Urvans y cinco autobuses estamos llegando a Tierra Colorada (provenientes de Acapulco), vamos de nuevo por los caminos del sur a la lucha, siguiendo la senda de nuestros héroes patrios”.

Fue el primer paso de lo que López Obrador llamó la cuarta transformación del país, después de la Independencia, la Reforma y la Revolución.

 

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