* El sacerdote expuso que lo que existe es un gobierno autoritario; cuestiona nombramiento de titular de CEAV
VERÓNICA CASTREJÓN ROMÁN /
Acapulco, 22 de junio de 2017. La carencia de diagnósticos certeros y reales acerca de la crisis de violencia que se vive en México y en Guerrero propicia todo un camino errático de acciones y programas, e incluso de políticas públicas, que no resuelven de fondo el problema, advirtió el sacerdote Jesús Mendoza Zaragoza, quien sostuvo que la circunstancia por la que atraviesa la entidad da pie a pensar que en Guerrero existen gobiernos frágiles y vulnerables que se traducen en ingobernabilidad y en instituciones ausentes o muy deterioradas.
Así lo señaló al participar en la mesa de panelistas del evento, Índice de paz, Frente a la crisis de violencia y derechos humanos en México, que se llevó a cabo este 22 de junio en la Casa de la Cultura Jurídica bajo la organización de los Clubes Rotarios de Acapulco y de Iguala, y en el que participaron Patricia de Obeso, representante del Instituto para la Economía y la Paz, y Cecilia Real, representante de la organización, México Evalúa.
Ahí, el clérigo recalcó que hay una desconfianza generalizada en las autoridades de gobierno, debido a que “mil historias que corren de boca en boca”, las acusan de estar cooptadas por los grupos delincuenciales, a lo que se suma la falta de una cultura de la denuncia propiciada muchas veces por el miedo.
Mendoza Zaragoza retomó algunos de los ocho pilares de “paz positiva” calificados así por el Instituto para la Economía y la Paz y que se refieren a ocho factores que condicionan el logro de la paz, como son, el buen funcionamiento del gobierno que se mide en el acceso a la justicia, y en la confianza que la ciudadanía tiene en la policía o en el Ministerio Público; la distribución equitativa de recursos, el libre flujo de información, un entorno empresarial sólido, un alto nivel de capital humano, el respeto a los derechos humanos y bajos niveles de corrupción tanto en la esfera gubernamental como en la sociedad civil.
Sostuvo que el pilar del buen funcionamiento del gobierno falla, porque existe un gobierno autoritario que de manera vertical otorga nombramientos como el del nuevo Comisionado de Atención a Víctimas, al margen de la participación ciudadana; lo que quiere decir, señaló, que no hay conexión entre las autoridades y la sociedad, lo que denota la fragilidad del estado de derecho: “los índices de impunidad, en el país son grandes, y son peores en Guerrero”.
El párroco de la iglesia del Kilómetro 30, conocido por su labor social en pro de las víctimas de la violencia, denunció que debido a la corrupción, los recursos públicos no se distribuyen adecuadamente, sino que se hace de manera mafiosa y sectaria, por lo que los beneficios no llegan a todos, y los servicios no funcionan en muchas áreas: “Hay ingobernabilidad en diferentes regiones en donde las instituciones de gobierno no están presentes o lo están, pero muy deterioradas, y es en los sitios en donde han surgido los grupos de autodefensa en los que “pueden surgir más, debido a vacíos políticos”.
“No funciona el gobierno en esas regiones y los ciudadanos se ven forzados a defenderse por sí mismos, ante las condiciones de inseguridad en las que viven debido a que las autoridades no cumplen con las obligaciones que la ley establece para que la sociedad esté en mejores condiciones; pero lo que viene después, las secuelas de estas acciones de autodefensa vienen a ser muy problemáticas”, advirtió, para agregar enseguida que las instituciones encargadas de impartir justicia no funcionan y ni siquiera la sociedad está en condiciones de acercarse a ellas porque desconfían, reiteró.
La solución estribaría en buscar que los gobiernos funcionen bien y que tengan la confianza y el apoyo de los ciudadanos, así como lograr buenas relaciones vecinales y entre las organizaciones de la sociedad civil, a fin de que se construya un objetivo común y se pueda, de forma conjunta, buscar soluciones a la problemática y exigir eficacia a las autoridades.
Habló también de la importancia de la educación de los hogares y las escuelas para forjar un capital humano que pugne por la construcción de una sociedad más abierta al interés común y más incluyente, y que deje actitudes “que nos separan y fragmentan para construir una visión de paz a futuro”.
