MANUEL NAVA /
El discurso gubernamental nos muestra una tendencia alentadora del turismo en un contexto nacional. Las estadísticas de ocupación hotelera van acompañada de calificativos como “excelentes” y se presume que ni los problemas de seguridad pública ni las perturbaciones ocasionadas por las fallas en la infraestructura urbana como el Paso Exprés en Cuernavaca, hacen flaquear las preferencia de los paseantes nacionales hacia este destino de playa.
Con ello se rehúsa a reconocer el impacto de la violencia y la inseguridad pública sobre la actividad turística y el comportamiento de la afluencia de paseantes a los destinos de Guerrero.
Desde hace cuatro años, la Secretaría de Gobernación (Segob), a través del Secretariado Nacional de Seguridad Pública (SNSP), ubica al estado como el más violento del país, y al puerto como una de las ciudades con mayor número de homicidios dolosos.
Si bien la reciente de percepción ubicó a Chilpancingo como la ciudad más insegura de la entidad, en la comisión de homicidios dolosos, los ocurridos en el puerto acumulan más que los ocurridos en otras ciudades de la entidad e incluso de los destinos turísticos nacionales importantes.
Prácticamente el turismo extranjero se ha retirado de Acapulco durante los últimos 10 años, excepto los años 2004 y 2008. En el turismo nacional desde 2004 a 2015 la tendencia es a la baja.
Desde 2009 hasta 2015 el arribo de ambos tipos de turistas en Acapulco oscila entre cero y 7 puntos porcentuales de manera anual, cuando en 2001, por ejemplo, el turismo extranjero creció casi 100 por ciento, y en 2004, el turismo nacional tuvo un incremento de un poco más del 87 puntos. Todo lo anterior es con base en las estadísticas de Sectur.
Desde 2006 hasta 2015, Semana Santa y diciembre presentan las caídas más abruptas en términos de los gastos erogados por ambos tipos de turismo en Acapulco.
La excepción de esta tendencia negativa son los años 2006, 2012 y 2014.
La estadística que nos ofrece la Secretaría de Fomento Turístico nos da niveles de ocupación hotelera en términos triunfalistas.
En el marco del Tianguis Turístico efectuado en este año, Héctor Astudillo, gobernador de la entidad, mencionó cuatro desafíos que debe enfrentar este sector para renacer: mejorar la seguridad, democratizar sus beneficios y mejorar y diversificar la oferta del estado.
Pero el mandatario olvidó mencionar la política pública de promoción turística que debiera tener la entidad, de la cual deben formar parte los desafíos mencionados.
Las cifras proporcionales de Sefotur son con relación a cierto número de cuartos de hotel, pero no define tendencias, y lo divorcia de los periodos en que ocurre.
El recurso fácil del momento es ponderar cierto nivel de ocupación que no se refleja en una mayor dinámica de la economía local y la permanencia del empleo.
El problema de la violencia en Acapulco no es asunto de una temporada vacacional, dicha problemática tiene ya casi una década y aún no se ve con claridad una reducción sino todo lo contrario: ésta se ha agudizado desde el segundo semestre de 2015 y el primero del año presente.