MANUEL NAVA /
El factor seguridad pública volvió a repercutir en la economía estatal. El Departamento de Estado norteamericano, advirtió a sus ciudadanos del riesgo de viajar a siete entidades del territorio mexicano, destacando Guerrero, con la inclusión de Acapulco, donde el personal que trabaja para el gobierno de EU tiene prohibido viajar a cualquier punto del estado, debido a la operación de grupos de autodefensas que frecuentemente cierran caminos y desconfían de los turistas y viajeros.
Como si se tratara de un asunto intrascendente, Héctor Astudillo gobernador de la entidad, comentó que los funcionarios del presidente Donald Trump “si no quieren venir, que no vengan”, además ese turismo es poco representativo.
Astudillo Flores concluye que la alerta es una presión del gobierno estadunidense en los momentos en que se renegocia el TLCAN.
El planteamiento del mandatario estatal, además de simplista, demuestra una reducida visión del problema. El turismo ha sido la columna vertebral de la economía del estado que hoy se encuentra semiparalizada.
El desplazamiento de Acapulco en los mercados internacionales de paseantes no es reciente, de hecho el bache se inició en 1974. Coinciden el boicot de los mayores judíos luego del voto de México en la ONU señalando al sionismo como una forma de racismo, el mayor impulso a los destinos planificados de Fonatur y problemas con Aeromexico.
Datos de la Secretaría de Turismo indican que durante 1971 Acapulco recibió 1.5 millones de turistas, de los cuales, el 55 por ciento era extranjero. La participación de paseantes no nacionales creció de manera continua hasta 1974.
Entre 1976 y 1981, Acapulco observó una disminución de paseantes extranjeros mientras que a nivel nacional ocurría lo contrario.
Acapulco dejó de ser atractivo porque surgieron nuevos destinos de recreo en el país, el producto turístico nacional no se modernizó, la nueva generación de paseantes buscó algo más que sol, playa y arena. La infraestructura se avejentó.
Una nueva oleada de paseantes reclamó mayor contacto con la naturaleza y preservación del medio ambiente, factores que fueron muy cuestionados en el desarrollo inmobiliario del puerto.
En el inicio del periodo de Carlos Salinas de Gortari, ocurrió otra quiebra de Aeromexico, que alimentaba a este destino con viajes cada hora a la ciudad de México y Guadalajara.
El factor seguridad pública ha estado presente en diversos momentos. En la década los 70, secuestros de empresarios cuya ascendencia fue extranjera, prendieron focos rojos.
En la actualidad, la violencia por la confrontación de carteles del narcotráfico y la multiplicación de cuerpos de autodefensa y conflictos sociopolíticos, alcanzó puntos críticos en momentos diferentes. En el 2003-2006 cuando el Cártel de Sinaloa se enfrenta al del Golfo; en el 2006-2009 cuando el cartel de Sinaloa se descompuso, en el periodo 2011-2016 confluyeron reacomodos entre los carteles, toma del poder político y rechazo a las reformas estructurales, los hechos de Ayotzinapa y la multiplicación de autodefensas.
La alerta del gobierno de Trump, puede ser parte de una maniobra de presión, pero el problema de inseguridad existe, como también existe el problema del agotamiento de Acapulco como destino turístico.
Limitarse a decir que “si no quieren venir no vengan” es dejar de atender una realidad que en el corto plazo nos va a cobrar facturas que se pagan con deterioro social e inestabilidad política.