Compartir

VERÓNICA CASTREJÓN ROMÁN    /

 

¿Y,  a dónde se fueron tus sueños rotos?  ¿Quién ayudará a juntarlos? Nadie podrá traerlos jamás de vuelta. Ni el dolor de tus padres, ni la ausencia llena de preguntas, que dejas.

La sonrisa desde tu fotografía, solo corrobora una verdad punzante: las mujeres en este México doliente y sembrado de fosas corremos peligro. No, México no es lugar para nosotras. Nada importa la edad, ni las costumbres; no cuenta la hora del día o de la noche; ni si es tu casa, la escuela o si es la calle. Puede ser en un parque, en un mercado, en un taxi.

No, no hay espacio para estar segura. Da lo mismo con luz o en la penumbra.

En las manos de cualquiera puede encontrase el último día de nuestras vidas. Rico, pobre, enfermo, sano, conocido, desconocido, joven o viejo,

¿Y entonces qué? ¿Nada se puede hacer? ¿Es que existe un protocolo para lo imposible? ¿Hay algún antídoto contra esta impunidad que nos aqueja?

Llorará tu madre con su alma de mujer midiendo cada una de tus heridas, imaginará el dolor de tus últimos días y se llenará de rabia. Llorarán tu padre y todos los que amaron tu ser, así como eras. Se organizarán, reclamarán, saldrán a las calles con consignas urgentes rasgando sus gargantas, y  los automovilistas los verán pasar; muchas madres e hijas los escucharán y pensarán quizá que esa realidad les queda lejos. No saben que eso no es verdad.

La frase ensayada de las autoridades se publicará en la prensa, oleadas de mensajes en las redes sociales hablarán de ti uno, dos, tres días, cuando más.

Y después el silencio. El dejar de ser al fin Mara Castilla, para convertirte en cifra, en un número más de la estadística: En México, sí, en nuestro país, sólo 3 de cada 100 ataques sexuales se castigan.

Prometo no olvidarte esta noche en mis oraciones. Descansa en paz Mara, y contigo, todas las demás.

15 de septiembre de 2017.

 

Compartir:

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here