* La falta de la cadete Eva Lidia no opacó el ánimo festivo del reencuentro entre marinos y sus familiares
SANTIAGO HERRERA /
Acapulco, 21 de noviembre de 2017. Desde muy temprano las filas de hermanos padres, hijos y esposas, se extendía metros más atrás de la puerta principal de la Base Naval. La mayoría vestidos de blanco, aguardaban impacientes con globos, flores, pancartas y con sonrisas estruendosas que soltaban ante la menor provocación de una plática, la llegada del Buque Escuela Cuauhtémoc, tras nueve meses en alta mar.
Cerca de la playa y del muelle de la Base Naval, fueron instalados tres toldos para los familiares, el ambiente era una mezcla de solemnidad institucional y un festejo anticipado, que no fue opacado por el hecho de que esta vez el buque escuela regresó sin una de sus cadetes, quien desapareció tras ser tirada al mar por una ola. De vez en cuando, parecía que el tiempo se detenía, cuando todos los presentes fijaban la vista en la lejanía del mar, al comprobar que el buque aún no llegaba, la solemnidad y el festejo regresaban a la playa y al muelle.
Metros más adelante, en dirección del mar, el llamado Caballero de los Mares, permanecía anclado, mientras sus tripulantes ajustaban los últimos detalles; levantaron las velas, unos procedieron a subirse a los mastines del buque, otros más se quedaron en formación en la proa, en la popa, otros más en la aleta de estribor y babor.
Una vez terminadas las maniobras, y con música mexicana de fondo, que sonaba en las bocinas de la embarcación, el buque continuó su trayecto hacía el destino final de la travesía, al fondo, la bahía, edificios y los cerros, parecían un espejismo bajo el sol que no daba descanso.
Alrededor de las 12 horas, el Caballero de los Mares llegó al muelle de la Base Naval, los gritos, aplausos, porras y hasta matracas estallaron en un solo estruendo.
Las maniobras de atraque del buque duraron unos minutos, minutos que parecieron más largos entre la movilización de toda la tripulación y los familiares que miraban con estupor.
Una vez anclada la embarcación, se procedió a dar inicio con el acto protocolario, en donde estuvo presente el secretario de Marina, Vidal Francisco Soberón Sanz, el secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Valencia, el gobernador del estado, Héctor Astudillo Flores, el alcalde Evodio Velázquez, entre otras autoridades.
Una vez concluida la ceremonia protocolaria, los cadetes dirigieron sus miradas hacía el muelle para buscar a sus familiares; saludaban a la distancia levantando la mano, reían entre ellos y volvían a mirar a sus familias, abajo las mujeres lanzaban besos, coreaban el nombre de su familiar, levantaban pancartas y mantas en donde se podía a leer “te extrañamos”.
Luego de unos largos minutos de espera, uno a uno de los cadetes fue desembarcando y con paso apresurado, dirigiéndose hacia la multitud que aguardaba en el muelle, procedían a buscar a sus familiares.
Los cadetes que no encontraban a sus familiares en el muelle, continuaban su recorrido hasta la playa, ahí, el estruendo era mayor, entre gritos, porras, risas y hasta matracas, al final, uno a uno de los cadetes se fue fundiendo en abrazos. Algunos cadetes miraban a lo lejos al buque por segundos y procedían a darse la vuelta para volver con sus familias.
El Buque Escuela Cuauhtémoc, partió el 6 de febrero del año en curso, con él regresaron ocho capitanes, 43 oficiales, 42 cadetes, 129 elementos de clases y marinería, así como siete oficiales de Brasil, Argentina, Ecuador, Guatemala, Estados Unidos, Italia y Perú.
Durante la travesía de nueve meses del buque Cuauhtémoc, resultó desaparecida tras caer al agua durante las maniobras, la cadete acapulqueña Eva Lidia, que según datos de la Secretaría de Marina, fue buscada por la tripulación del buque y de la Marina de Guerra de la India durante 120 horas.
Después de no haber resultados favorables, procedieron a cancelar la búsqueda y declarar como desaparecida a la cadete.