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* Un brote verde surgió de entre sus raíces, cuando ya casi todos la daban por muerta

REDACCIÓN   /

 

Retoño.

Acapulco, 26 de enero de 2017. Es tan solo un retoño. Literalmente, dos hojas. Sin embargo, su color verde intenso llenó de esperanzas a quienes llevan mucho tiempo luchando por preservar a la ceiba Amorosa, que se ubica bajo el paso Bicentenario, y que fue objeto de un ataque para aniquilarla.

El brote fue visible hace unos días, pequeño. La profesora Adela Leyva Cebrero, una de las activistas en defensa de ese árbol de 70 años de edad, y del otro que se ubica frente a las escalinatas del Palacio Municipal del parque Papagayo, no puede ocultar su emoción.

“Este fin de semana, los ambientalistas colocaron una malla de alambre para proteger al árbol. “La colocación de la malla protectora por parte de Ambientalistas de Acapulco está sustentada dentro de la legalidad en el Acuerdo del Cabildo emitido en el año 2015, cuando se instruyó a la Dirección de Ecología Municipal que colocara un barandal protector”,  explica desde Italia, vía WhatsApp, el ambientalista Domitilo Soto.

“Ahora –agrega- los ciudadanos tuvimos que cooperarnos para colocar esta malla al ver que la dependencia del medio ambiente nunca colocó la protección y descuidó a la ceiba Amorosa”.

Leyva Cebrero relato que el retoño que surgió entre las raíces de la ceiba Amorosa, es una evidencia de que el árbol a pesar del daño que le hicieron, no se ha secado. Ahora, explicó, los ambientalistas han redoblado el esfuerzo por cuidarla para evitar que haya quienes busquen arrancar este brote de nuevas hojas.

La ceiba Amorosa es un árbol que surgió en algún momento en el pasado y que con la ampliación de la avenida Cuauhtémoc a principios de los años 90 se quedó en el camellón de la avenida, al igual que la otra que se ubica frente al Ayuntamiento del parque Papagayo.

Al construirse el Acabús, se planteó su derribo o su reubicación a otro lugar, pero los ambientalistas defendieron su ubicación actual. Un amparo obtenido por el despacho Bollás impidió que fuera derribada, y ante la urgencia de echar a andar el nuevo sistema de transporte, se diseñó la distribución de los camiones de modo que pudieran sortear el obstáculo que se supone causaba el árbol.

En su momento, los ambientalistas –entre los que se encontraban Domitilo Soto, Blanca Reyna, Porfiria Sandoval, Mónica Corazón, Guadalupe Bollás, Elena Basilio, Adela Leyva, Igor Pettit, José Concepción Urióstegui, por citar solo algunos- consideraron un triunfo tanto el amparo, que obligaba a las autoridades a preservar al árbol, como el poder demostrar que no se afectaba a la circulación de los camiones.

Valla.

Sin embargo, durante la noche, desconocidos le hicieron 10 agujeros con taladro y le introdujeron una sustancia parecido al líquido anticongelante de los vehículos automotores, y la ceiba empezó a secarse. Los ambientalistas le aplicaron nutrientes y otros químicos una y otra vez, sin ver resultados. Sembraron ceibas pequeñas a su alrededor, que tuvieron que regalar, y una más fue destruida por vándalos.

Algunos anunciaron su retiro del grupo. El objetivo era preservar a la ceiba pero esta ya había muerto, dijeron. Nació la ceibita Esperanza, como alternativa, pero no floreció.

Cuando ya todo parecía perdido, de la raíz de la ceiba Amorosa salió un brote, y hojas intensamente verdes anunciaron su señal. “El rebrote está fuerte y vigoroso”, dijo Concepción Urióstegui, dirigente de la Federación Agronómica, capítulo Acapulco.

“La Naturaleza es grandiosa. A pesar de las perversidades, la ceiba Amorosa de Acapulco está rotoñando y se niega a dejar de existir, gracias a la participación de ciudadanos ambientalistas de Acapulco que le suministran nutrientes naturales en forma periódica”, expresó Domitilo Soto.

Explicó que aunque la administración municipal incumplió con su obligación de preservarla, sí ha contribuido regando las ceibas dos veces a la semana.

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