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* Ante reporteros, un hombre que fue “liberado” por policías estatales y federales narró los esfuerzos por asesinar al líder del Cecop, hoy detenido

 

ROBERTO RAMÍREZ BRAVO    /

 

Foto La Plaza.

Acapulco, 07 de enero de 2018. Se llama, según los documentos que lo acreditan, todos falsos, Alejandro Liborio López, Guillermo Marín López o Iván Soriano Leal. Fue detenido por la Policía Comunitaria de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), y cuenta, ante reporteros, cómo fue contratado para asesinar al dirigente del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la presa La Parota, Marco Antonio Suástegui Muñoz.

Su voz es tranquila, sin prisas. Está desde el último día de diciembre, en proceso de reeducación. Estaba, porque este domingo fue liberado por policías estatales y federales que lo “rescataron”.

“Yo fui contratado por el señor Mauro Gallegos Salgado y Antonio Morales Marcos –dice, ante las grabadoras-. Este señor (Morales Marcos), lo lleva Mauro a Las Cruces y me lo presenta, que él iba a ser el que se iba a encargar de la comida y que nos iba a guiar”.

Alejandro, Guillermo o Iván, como se llame, fue detenido en posesión de un arma, de credenciales “falsas”, aclara el líder del Cecop, en las que aparece como soldado de la Secretaría de la Defensa Nacional, en otra como presidente del Consejo de Vigilancia de los bienes comunales de Cacahuatepec, y en otra como abogado, en cada caso con distinto nombre.

En su declaración ante reporteros, el personaje cuenta que una vez que fue presentado con Antonio Morales Marcos, que es segundo comisario del poblado La Concepción, este tuvo una idea: le pidió que, de paso, asesinara a sus tres hermanos, de los cuales solo llegó a conocer a uno, a Cecilio Morales Marcos.

La razón: un pleito por tierras. Los hermanos Morales Marcos son poseedores de varias hectáreas en el área justo donde se pretende construir la cortina de la presa La Parota.

Antonio Morales. Foto La Plaza.

En su declaración, Alejandro, Guillermo o Iván, siempre habla en plural, lo que indicaría que se refiere a sí y a otros acompañantes. Dijo que Antonio Morales “nos trajo y nos metieron por aquí, en la carretera que va a Garrapatas. Antes de llegar a unos lavaderos, subimos hacia arriba, y de ahí nos trasladaron al rancho Las Marías. De ahí llegamos y ahí el señor Antonio Morales Marcos, nos colocó en diferentes puntos, diciendo que yo primero matara a sus tres hermanos, de los que yo nada más conocí a Cecilio Morales Marcos. Desconozco de los otros, pero que eran tres hermanos, y de ahí se aperraba que yo le echara lumbre a la casa de un señor que se llama Álvaro, desconozco los apellidos, que era compadre del señor Marco”.

Para poder asesinar a Suástegui, dijo, “nos colocó varias veces en diferentes puntos para ser emboscado (para emboscarlo), pero no lo hicimos. De ahí, nos dijo que nos iba a enseñar las brechas de las carreteras donde iba a ser emboscado él, pero esa vez tampoco, nosotros nos negamos, y ahí se quedó él en el río, como a eso de las 3 de la mañana”.

Tras esos intentos fallidos, relató Alejandro-Guillermo-Iván, Antonio Morales “nos dijo que por qué no lo habíamos hecho, que aunque sea que le hiciéramos el paro y que le matáramos al hermano, el señor Cecilio”.

El hombre relató que por esas fechas se les acabó la comida en el monte, y fue cuando se reunieron con el comisario de La Concepción, Florentino Melchor “que yo de nombre lo conozco por Mamila”. Llegaron a su casa como a las 8:30 de la noche y ahí planearon con otro personaje llamado Lucio Méndez, cómo asesinar a Suástegui, “y le pregunté yo por el señor Marco y dijo él (Méndez) junto con Mamila que era como el conejo, que tenía escondites e todos los lugares”.

Mamila, es decir, el comisario, le dijo entonces –según siguió contando- que “él tenía a toda la familia armada y que tenía varias armas y que él tenía una escopeta especial para Marco a la hora en que yo llegara”.

Foto La Plaza.

El otro, Antonio Morales, seguía soñando con matar a sus hermanos, dijo. Lo llevó una ocasión a la casa de Cecilio pero “yo me negué, lo que hice nada más le recogí un rifle 22, fue todo lo que hice”. Vestido de militar, le pidió a Cecilio que le entregara su rifle y que luego fuera a recogerlo “al Campo Militar número 1”.

“Ni le hice nada, y entonces fue cuando se encabronó él, que por qué no lo habíamos hecho eso, por qué no lo había matado, y pues le dije yo que a lo último yo ya me iba a retirar, que yo no quería problemas. Fue cuando me retiré”.

Suástegui, mientras tanto, no murió cuando fue emboscado porque siempre iba acompañado de policías comunitarios.

Alejandro Liborio López, Guillermo Marín López o Iván Soriano Leal, o como se llame, es uno de los dos detenidos que tenían los comunitarios en la casa de Justicia de la Crac en La Concepción y que fueron liberados por los policías estatales y federales que se llevaron detenido a Marco Antonio Suástegui. El otro “liberado” es Antonio Morales Marcos, el segundo comisario que, según este testimonio, pagó para que le mataran a sus tres hermanos.

 

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