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(Segunda  parte)

 

CICERÓN NÁJERA ROMERO   /

 

Acapulco, 08 de marzo de 2018

La política es de percepciones, “todo ser humano basa sus decisiones e interpreta el mundo con base en la percepción que tenga de las personas, de las cosas o las circunstancias”, señala el comunicólogo Rodrigo Solá. “No siempre lo que percibimos como bueno lo es, no siempre el mejor candidato gana, pero siempre gana el que es mejor percibido por la mayoría”, continua expresando Solá.

Otros especialistas en comunicación política afirman “que el marketing político no es una batalla de candidatos, es una batalla de percepciones”.

Es así que en esta campaña electoral 2018, se incrementan los bombazos verbales entre los candidatos, y cambian y pueden cambiar de un momento a otro las percepciones.

Por ejemplo, la percepción general de la ciudadanía sobre el gobierno que casi concluye de Enrique Peña Nieto es que ha sido ineficaz, y con un alto grado de corrupción, ineficaz porque no ha dado los resultados esperados en temas y problemas de extrema urgencia nacional, como la inseguridad y el desempleo.

Y de corrupción después del descubrimiento y escándalo de la Casa Blanca misma que la familia presidencial preparaba como domicilio particular. El asunto no es sobre el domicilio en sí, sino la forma de financiamiento para construir esa mansión moderna y cuestionada.

Se recordara que  la caída del poder en el año 2016, de la expresidenta Dilma Rousseff,  con 367 votos a favor de destituirla, y 137 en contra, y muy pocas abstenciones de los 513 diputados,  se inició cuando la percepción de los brasileños era que su Presidenta, estaba involucrada en la corrupción sobre el caso Petrobras que heredó de Luiz Inácio Lula da Silva. Se le acusó de recurrir a ruedas fiscales y de la apertura irregular de créditos complementarios, maquillando y escondiendo el déficit real de la administración pública, asuntos no graves según sus defensores,  pero la  percepción sobre las maniobras y  corrupción estaba dada, y fue permeando hasta que casi se convirtió en verdad generalizada en todas las instituciones políticas de Brasil, sus actores políticos  y la sociedad civil.

En México no vamos a referirnos a las cifras de homicidios que ocurren a diario en el país, a lo ancho y largo del mismo, aspecto que de origen debilita al candidato del PRI, José Antonio Meade, de quien presumen entre sus cartas credenciales haber sido varias veces, en diferentes gobiernos, secretario de Estado con “la versatilidad de que donde lo pongan la hace gacha”, dijeran los chavos.

La percepción sobre la omisión e impunidad ejercida desde el gobierno federal, no se diga algunos gobiernos estatales, está arraigada en los ciudadanos informados y medianamente informados.

Otro aspecto considerado relevante es la percepción de que el PRI y el PAN  son lo mismo y los mismos en la forma de ejercer el poder y gobernar, porque no han impulsado en serio la reforma política  de las instituciones, ni han realizado cambios estructurales que modernicen al país sin golpear a las mayorías, así como la aplicación estricta de la ley y el desmantelamiento del viejo régimen, omisiones que mantienen el status quo indeseable.

Lo que aquí se debe considerar un día después de realizada la elección del 1º de julio del 2018, es ¿qué hará un Presidente de la República  ganador con un Congreso opositor?, ¿podrá realizar sus propuestas, sus políticas públicas y programas de gobierno? Esto al tiempo, ojalá no se llegue a lo que el maestro Giovanni Sartori denominó  la Alternativa Inexistente, cuando describió el abuso y manipulación de Stalin del concepto  Democracia. (Continuará)

* Maestro en Ciencia Política egresado del IIEPA-IMA-UAGRO. Con la tesis “El sistema de comisiones legislativas en Reino Unido, Estados Unidos de Norteamérica y México”.

 

Comentarios a nciceron@gmail.com

 

 

 

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