* El candidato del PT a la alcaldía buscó denonadamente saludar al tabasqueño y lo consiguió por unos segundos
* En intercambio de porras entre zeferinistas y adelistas, el petista quedó literalmente apabullado
ROBERTO RAMÍREZ BRAVO /
Acapulco, 17 de mayo de 2018. En el Fórum Mundo Imperial, el grito resonó fuerte frente a López Obrador. “¡Asesino, asesino!”
Había concluido la 119 Jornada Nacional del Notariado Mexicano, a donde el candidato presidencial acudió como invitado, cuando el ex gobernador y candidato del Partido del Trabajo a la presidencia municipal de Acapulco, Zeferino Torreblanca Galindo, intentó acercársele.
Los militantes de Morena, que mantienen una especie de confrontación con el ex mandatario porque asumen que su candidatura busca dividir los votos para Morena, empezaron a corear: “¡Adela, Adela!”.
Entonces se desató el intercambio de porras: “¡Zeferino, Zeferino!”, gritaban los del PT.
López Obrador estaba saliendo del salón y se dirigía hacia las escaleras mecánicas para tomar la salida del Fórum cuando Torreblanca Galindo intentó acercarse, pero no podía llegar a él por el tumulto.
Como no podía avanzar a pesar de que un grupo de jóvenes intentaba abrirle paso empujando a la gente que rodeaba a López Obrador, una militante petista le sugirió a otra: “hay que gritar Zeferino, Zeferino”, para hacer notar la presencia del ex gobernador.
Pero los militantes de Morena se dieron cuenta y se le adelantaron, empezando a gritar porras a su candidata a la alcaldía, Adela Román Ocampo.
Torreblanca para ese momento se veía desesperado, porque López Obrador iba a llegar a las escaleras mecánicas y si eso ocurría ya no podría saludarlo. Entonces sus seguidores, encabezados por el candidato a diputado local Yaír Seraser García, arreciaron la embestida y le abrieron paso literalmente a codazos.
En el último segundo, antes de que el candidato presidencial tomara las escaleras, Torreblanca estiró la mano, lo tocó en el hombro y le habló. López Obrador volteó, lo vio y lo saludó. Torreblanca dijo unas palabras pero el saludo solo duró unos segundos y López Obrador siguió su camino. El candidato petista se tuvo que quedar solo, arriba, sin poder abordar la escalera mecánica mientras el candidato presidencial se desplazaba suavemente hacia la salida, saludando a la multitud que lo saludaba desde el barandal.
Mientras López Obrador se subía a su camioneta, Torreblanca bajó. Sus seguidores ya estaban reunidos y empezaron a corear: “Zeferino, Zeferino”. Pero los de Morena eran más y avasallaron. Imposible no oírlos: “¡Asesino, asesino!”, le gritaban, en alusión al asesinato del coordinador del Congreso, Armando Chavarría Barrera, ocurrido durante el mandato zeferinista. “¡Zeferino, nos traicionaste!”, le decían los morenistas que eran perredistas cuando aquel era gobernador.
López Obrador se fue, pero Zeferino se quedó, cobijado por quienes coreaban su nombre. Pero en el mismo espacio estaban los morenistas, que no dejaban de gritar, de gritar más fuerte, “¡Adela, Adela!”, cuyos coros eran evidentemente mayores.
A unos metros de distancia, los dos candidatos, la de Morena y el del PT, sonreían a sus respectivos seguidores y se tomaban fotos con ellos, en medio de la batahola de porras. Después Torreblanca, simplemente, se fue, y los de Morena todavía se quedaron un rato más, contentos, sabedores de que en nivel de porras, por lo pronto, habían ganado.