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* Demandan la renuncia del fiscal Jorge Zuriel de los Santos
* Las inconsistencias en las investigaciones son sistemáticas, denuncian en marcha por la Costera

VERÓNICA CASTREJÓN ROMÁN /

Foto Verónica Castrejón Román

Acapulco, 20 de octubre de 2018. “Estaba en el lugar equivocado”, es la explicación que la madre de Itzel Vega Radilla se da a sí misma para entender el asesinato de su hija en cuya memoria encabezó este viernes una marcha para exigir justicia, junto con familiares y organizaciones de mujeres que expresaron su impotencia ante la impunidad con la que se ha incrementado en Acapulco la violencia feminicida.
“Nosotros no hemos visto nada”, agregó con voz pausada la maestra jubilada, María Elena Radilla Méndez, quien denunció que la Fiscalía de Guerrero no ha dado ningún avance para el esclarecimiento de la muerte de su hija a manos de desconocidos que se la llevaron el pasado 8 de octubre, y cuyo cuerpo abandonaron siete días después, en el Fraccionamiento Bocana, cerca del lugar de donde fue vista por última vez con vida.

Foto Verónica Castrejón Román.

La marcha que partió del zócalo a las 5 de la tarde desembocó en el asta bandera en donde jóvenes mujeres feministas realizaron un mitin en el que exigieron la renuncia del fiscal de Guerrero, Jorge Zuriel de los Santos, ante la impunidad y el incremento de mujeres asesinadas y desaparecidas; “nosotros desde el primer momento en que nos enteramos de la desaparición de mi hermana comenzamos a aportar pruebas a la Fiscalía para localizarla”, sostuvo Paloma Vega Radilla, hermana de la víctima.
Su madre, María Elena Radilla, demandó enseguida a las autoridades correspondientes, modificar el protocolo de actuación ministerial, ya que las investigaciones las inician después de transcurridas 72 horas de que se informa sobre la ausencia de una persona.
Desmintieron que Itzel tuviera novio alguno y exigieron no manchar su memoria ni su imagen, por el bien de sus pequeños hijos, “mi hija era viuda y se dedicaba a trabajar y a luchar para sacar adelante a los niños; no sabemos de dónde salió eso”, recalcó su padre.
Durante el mitin, las activistas vestidas de negro y portando una pañoleta violeta, hicieron, junto con la sociedad civil participante, una ofrenda en memoria de las asesinadas y las desparecidas, y demandaron al gobernador, Héctor Astudillo, al fiscal Fiscal General de Guerrero, Jorge Zuriel y a la alcaldesa de Acapulco realizar su tarea para que la seguridad y la paz regresen a Acapulco, porque “queremos caminar libres y sin miedo”.
Justicia fue la demanda más sentida en la manifestación de protesta en la que unas 400 personas atestiguaron testimonios de mujeres sobrevivientes de la violencia que azota al puerto. Ahí, frente al mar que le dio fama de paraíso turístico al puerto de Acapulco, la doctora Blanca Reina Aguirre denunció que fue víctima de intento de asesinato en su propia casa, y, con lágrimas en los ojos y furia contenida en la voz, exclamó unas palabras salidas desde su desesperación:
“Tengo delirio de persecución no tengo paz en mi corazón soy como una muerta viva. Me robaron la paz y la tranquilidad. Es momento de tomar justicia por nuestra propia mano contra esos perros que nos están matando como carroña; si no nos defendemos nosotros no habrá nadie que nos defienda. Un ladrón que se llevó mi paz para siempre”.

Foto Verónica Castrejón Román.

Y la impotencia se palpó cuando las activistas pasaron lista a las mujeres desaparecidas en Acapulco en lo que va del año: Alma Brisa González, Alondra, Ana Karen Cruz, Karitina Jaimes, Claudia Yamilet Santana Salinas, Sandra Nicole Macías, Érika Sánchez, Ingrid Montserrat, Isabel Viridiana Salinas Carmona, Janet Inés Guzmán Gálvez, Jacqueline Almanza, Katia Iridian Castro González, Lesli González, Leslie Jaqueline García Álvarez, María Guadalupe Pino de Jesús, María Lorena Sánchez Reyes, Martha Infante Rodríguez, Priscila Alcaraz Villanueva, Rosa Isela Paredes Arellano, Rosario Morales, Verónica Federico de Jesús, Wendy Venegas Gaitán y Patricia Juárez Ramón.
Y nombraron también a las asesinadas: Itzel Vega Radilla, Reyna Valenzo Pérez, Betzy Ríos Guzmán, Joela Vargas García, Gudelia Adame García, Martha Elena Aguilar, Cecilia Herrera Cantú.
Alrededor de 400 gargantas se hicieron una sola voz a cada mención: “¡Justicia, justicia, justicia!, y en las consignas la denuncia en contra de autoridades omisas o incompetentes: “¡Denuncia archivada, mujer asesinada; jueces y fiscales también son los culpables!”; “¡ni una más, ni una más, ni una asesinada más!”, “¡Ahora, ahora, se hace indispensable presentación con vida y castigo a los culpables!”, y ”¡Alto a la impunidad, ni una asesinada más!”
Otro testimonio fue el de una familiar de la doctora Adela Rivas Obé, a quien propuso, se tomara como estandarte de lucha, lo mismo que a las otras mujeres victimizadas: “Cada que veo una desparecida y dicen encontraron el cuerpo siento que se despega el alma de mi cuerpo porque ya lo viví. Todos juntos exigiendo justicia se puede hacer posible. Recuérdenlas y exijan justicia y su muerte no habrá sido en vano”, demandó.
Los testimonios también denunciaron inconsistencias sistemáticas en las investigaciones, “con la intención de que la gente no se interese en exigir justicia porque piensan que se merecía su muerte. Esas inconsistencias aparte, hacen que no se dé la justicia, porque hacen que no se investigue a fondo y revictimizan a las mujeres porque inventan cosas sobre ellas”.
Y ejemplificó: “De Betzy Ríos se dijo que murió a altas hora de la noche debajo de un puente peligroso, pero murió a escasos metros de la puerta de su casa en los brazos de su madre que salió al oír los balazos”.
Las voces testimoniales condenaron las muertes de mujeres y niñas, y exigieron a la Fiscalía realizar las investigaciones de feminicidios y aplicar el protocolo; al gobernador Héctor Astudillo, al secretario de seguridad pública, Rafael Horacio Perfecto Beltrán; a la titular de la Secretaría de la Mujer, Maira Martínez Pineda, y la alcaldesa Adela Román Ocampo, realizar acciones que realmente den la garantía para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas en Acapulco y en Guerrero.

Foto Verónica Castrejón.

Los testimonios reflejaron la realidad en la que viven las mujeres en Guerrero y concretamente en Acapulco, y recalcaron también la falta de confianza en las autoridades responsables de velar por la seguridad.
Esos testimonios repitieron una y otra vez estas frases: “no quiero ser la siguiente”, “no quiero ir con miedo a la escuela o al salir de mi casa”, “no quiero ser la siguiente”, “quiero salir y regresar a salvo a mi casa”, “quiero que respeten mi vida y mi integridad”, “camino a casa no quiero ser valiente, quiero ser libre”, “estoy harta de salir con miedo de mi casa, o al tomar un taxi”, “estoy harta de no saber si voy a ser la próxima o mi amiga, o mi hermana”.
“Estoy de luto porque si salgo y no regreso dirán que anduve de puta o que me fui con el novio o dirán que tuve que ver con el crimen organizado; vivo aterrada de salir con mis hijos y que me los arrebaten de los brazos porque la vida humana, aquí en Acapulco, ya no vale nada”.
“Al salir de casa puede ser que ya no regrese nunca más este paraíso se ha convertido en un infierno”.

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