RAUL SUAREZ MARTINEZ /
Chilpancingo, 26 de julio de 2020.
Aunque no todo lo que corre en las redes es verdad, han empezado a publicarse versiones de que, los delitos del mismo Emilio Lozoya, así como de algunos de los cuales podrían ser acusados -Peña Nieto y su nueva generación de priistas hoy en fuga- ya prescribieron, para los efectos políticos, buscados o no por Andrés Manuel López Obrador, ese es el menor de los males.
Es verdad, la población, aquella que está harta de que sexenio a sexenio nuevos ricos dejen al gobierno en la ruina y se anden paseando por el mundo en plena impunidad, vería con gran alegría que Peña y algunos más pagaran sus culpas en la cárcel; lo cierto es que la cloaca tricolor que apenas está abriéndose será un golpe más que mortal a las pretensiones del priismo de regresar a la vida política; si de por sí el priismo actual no tiene mucha credibilidad, este escándalo de proporciones mayúsculas lo estaría terminando de enterrar.
Odebrecht es un escándalo viejo, cierto, pero nunca las acusaciones habrían salido desde el centro de mando de la corrupción; hoy en día, es uno de los favoritos del entonces presidente de México Enrique Peña Nieto, el que se encargó de darle curso a los ríos de dinero para corromper más al sector público de la sociedad. Lozoya, quien junto con Luis Videgaray formaban el tridente político neoliberal del peñismo.
Si bien las estrategias de los leguleyos van desde desacreditar las versiones (todavía no acusaciones) enturbiar el proceso, o buscar que ya no haya tiempos para que los procesos jurídicos procedan, los priistas van a ser víctimas de sus propios métodos de desacreditación publica, ellos decían y hacían: difama, que algo quedará. Hoy nadie los va a difamar, pero en la conciencia de la población todo quedará, máxime que la mayor parte de los presuntos implicados hoy, están en fuga, escondidos como ratas, disfrutando sí, de ese dinero que se robaron, en alguna jaula de oro, que pronto, esperemos se convierta en una real prisión.
A un mes de iniciar los procesos electorales en México, este golpe al PRI es mortal de necesidad, desde ya, será el tema central de la campaña y, si los partidos que apoyan a la 4T se ponen listos, retomarán como eje central la lucha de López Obrador contra la corrupción en la campaña del 2021, lo que, sin duda, les dará mucha simpatía entre los electores.
El priismo no es el único afectado, los panistas que de por sí están de capa caída, también tienen vela en este entierro, un entierro que puede ser el propio, pues Odebrecht también los salpica feamente a ellos y a quien fue su candidato a presidente de la Republica, un tal canallín. El PAN, cómplice del PRI en la reforma energética, tendrá que pagar sin duda ante la sociedad esta acción. No es poca cosa los números de dólares que se manejan.
Pero, si como ya se maneja, esto llega hasta el pacto por México, inicio de sus reformas estructurales y de la debacle de los partidos firmantes, un sector importante del PRD, aquellos que negociaron con Peña, Videgaray y Lozoya dicha firma, tienen que poner sus barbas a remojar porque, cuando menos los Chuchos y sus rabiosos Ídem en las redes, seguramente están embarrados de toda esta escoria.
Esto apenas empieza, aquellos que amenazaron que se iban del país si López Obrador ganaba, ya están cumpliendo su palabra: se sabe de algunos que ya están poniendo pies en polvorosa. Sería interesante que se aplicara celeridad e inteligencia para tener ubicados a estos presuntos delincuentes para que en su momento en caso de que proceda se les aplique la Ley.
Los grandes medios y sus merolicos vendidos, por cierto, esconden a más no poder la noticia, será que, disfrutaron desde siempre parte de los frutos de este dinero para sus primeras planas, hay que seguir la ruta del dinero, hasta donde dé, se necesita una nueva república, un hombre nuevo, una manera diferente de vivir y de hacer política.
Los políticos y partido involucrados pueden tener su muerte política, por dinero, dinero mal habido.