ROBERTO RAMÍREZ BRAVO /
Acapulco, 17 de diciembre de 2020.
Algo sucedió en la sede nacional de Morena este jueves. Desde el miércoles por la noche empezó a circular la versión, con fuentes confiables, de que el resultado era irreversible y apuntaba a Félix Salgado Macedonio como ganador de la encuesta para definir la candidatura al gobierno del estado de Guerrero.
El propio Mario Delgado anunciaría apenas una hora antes de la conferencia, que se daría a conocer el resultado de esa encuesta. Sin embargo, al momento de anunciarlo repitió lo que ya había dicho antes, es decir, que se harían dos encuestas, una para reducir el número de participantes (a cuatro, dice la convocatoria; a seis, tres hombres y tres mujeres, dijo él ahora), pero nada más.
Sin embargo, este día se convirtió en un parteaguas. Hasta este momento el escenario era: un Félix Salgado callado, esperando; un Pablo Amílcar desatado en campaña por todo el estado; un Walton desatado en las redes sociales y en reuniones y todos los demás, incluyendo a Adela Román, haciendo labores más o menos discretas de organización y un poco de proselitismo. Esta etapa estuvo marcada por una guerra casi declarada contra Félix Salgado y contra Adela Román Ocampo, encauzada principalmente por personeros de Pablo Amílcar.
Lo que viene, podría ser diferente, o más intenso. Félix Salgado ha empezado a despertar al tigre, y desde el mismo jueves convocó a reuniones de simpatizantes suyos en todo el estado, región por región. Esto empieza a recordar cuando fue precandidato contra Jaime Castrejón Díez: la nomenklatura perredista insistía en imponer al concesionario de la Coca-Cola y su principal argumento era que Salgado tenía mucha popularidad, pero muchos negativos. El Toro les respondió con unas marchas de antología, con la gente movilizada por todas partes. El resultado fue que la cúpula partidista no tuvo más remedio que reconocer que él debía ser el candidato. Esta historia parece querer empezar a reescribirse a partir del jueves.
Pero, además, lo ocurrido en Morena tiene otra particularidad: dejó en claro que es la cúpula la que está empeñada en cerrarle el paso a Félix Salgado, y eso genera en sus seguidores un sentimiento de coraje, un recuerdo de los despojos y fraudes electorales que la izquierda en Guerrero sufrió en reiteradas ocasiones y que ocasionó pérdidas de vidas humanas. Y obviamente, revive el sentimiento de rechazo a la imposición.
Esta misma sensación, aunque en los últimos meses Salgado Macedonio ha mantenido un discreto silencio, se ha exacerbado en una parte de sus simpatizantes contra Sandoval Ballesteros, a quien algunos empiezan a ver como el malo de la película. Y actitudes pleitistas como las de Luis Enrique Ramírez Saucedo -que no desaprovecha una oportunidad para lanzar pestes contra el senador con licencia- no ayudan a una conciliación. La cuestión es que estos días que vienen podrían ser de mayor polarización entre los seguidores de ambos aspirantes.
Ahí parece abrirse otra vertiente: la salida salomónica de no darles el triunfo ni a uno ni a otro, y hacer un giro inesperado: el cambio de género. Algo de eso perfiló Mario Delgado, al dar a entender que “se les olvidó” incluir el género en la encuesta y por eso van a hacer (de nuevo o hasta ahora) la encuesta. No es cierto, claro. Con cualquier resultado que hubieran tenido, podrían incluir tres hombres y tres mujeres sin tener que volver a hacer una encuesta de reconocimiento. Pero el mensaje es que, si no hay acuerdo entre los dos aspirantes varones, podría surgir como tercera opción una mujer.
¿Qué mujer? Están Adela Román, Beatriz Mojica y Nestora Salgado. Nestora, desafortunadamente, ha tenido muy poco acercamiento con Guerrero desde su encargo como senadora y es conocida más de nombre que personalmente, lo que sería un problema en la competencia. Beatriz Mojica lleva una pesada losa que no ha podido quitarse de encima: su apoyo al panista Ricardo Anaya, pero sobre todo sus ataques a López Obrador, su afirmación de que nunca haría lo que está haciendo, seguirlo, y su calificación de autoritarismo hacia el actual presidente. Eso pesa en las bases de Morena más de lo que algunos quisieran. Adela Román gobierna el municipio más poblado del estado, que aglutina un tercio de la población estatal y, pese a las dificultades internas y externas, ahí va, caminando. En un escenario complicado, podría la alcaldesa convertirse en el factor de unidad.
Como sea, en Morena se están desenterrando las lanzas, suenan tambores de guerra. Veremos en próximos días de qué está hecho el Toro, y hasta dónde están dispuestos a luchar Pablo Amílcar y su equipo, y hasta dónde está dispuesta la dirigencia nacional para cambiar en la mesa lo que todas las encuestas, todas, incluida la suya, están diciendo.
Su decisión final deberá estar muy bien cuidada, porque de no alcanzar los equilibrios no es necesariamente que vayan a perder la gubernatura, sino que lo más probable es que pierdan los distritos, esos espacios huerfanitos que siempre se acogen a la candidatura mayor. Pero estos espacios, justamente, son los vitales: de ellos dependerá, en el Congreso de la Unión, la continuidad, o no, de la llamada Cuarta Transformación de México.