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Acapulco, 5 de diciembre de 2021

Andrés Manuel López Obrador presidente de la República mexicana, ha cumplido tres años en un activismo inusitado en la Presidencia. No ha estado exento de revolcones y resbalones durante este periodo, sin embargo, el acto del Zócalo el pasado 1° de diciembre demuestra que el compañero presidente, diría el compañero diputado federal Fernández Noroña, mantiene un arrastre y popularidad como en ningún otro caso de mandatario alguno contemporáneo pudiera mantener.
El presidente, López Obrador, es un hombre que, si no está en la polémica no se siente a gusto, incluso hay ocasiones en que pareciera un exceso su gusto por abrir fuego en algunos temas, sin embargo, generalmente sale bien librado y exitoso; estos tres años han servido para demostrar que se puede gobernar un país pero de igual forma se puede mantener una campaña permanente sobre una persona; Obrador es el ejemplo vivo de estas situación.
En tres años la pelea más constante ha sido la lucha contra la corrupción; limpiar el chochinero que dejaron administraciones pasadas no es fácil, lo peor es que dejaron convencidos a muchos, incluidos gente que se asume como parte de la Cuarta Transformación, de que ser corrupto es correcto y provechoso; la gran diferencia es que hoy no existe la complicidad del pasado, hoy no se cubren con la misma cobija investigadores e investigados, por ello es que en la actualidad se conocen los casos propios y extraños de casos de corrupción. Una pequeña gran diferencia.
Hacen falta miles de cosas que mejorar, solucionar, cumplir sí, todavía no estamos en Disneylandia como en épocas arcaicas, pero ahora nos damos cuenta, o cuando menos algunos ya se dan cuenta.
2004 no hay que perder de vista que ya está a la vuelta, aunque hay voces aisladas y, algunas no tanto, que manifiestan su deseo y apoyo para que Obrador se reelija otro periodo mas, situación que no permite la Constitución, por un lado y, que el mismo mandatario ha dicho que no está en su futuro político.

Incluso, ha firmado un compromiso de no buscar, vía alguna reforma, la probabilidad de hacerlo; lo más saludable para el país es que López Obrador, terminando en 2024 su periodo gubernamental, habiendo sentado las bases democráticas y estructurales para un nuevo país, sea garante de un proceso democrático para que los ciudadanos elijan a la próxima mujer u hombre que dirija y continúe la transformación de México.
Las bases para poder participar estarán puestas sin dudarlo, dentro del partido en el gobierno, que no del gobierno; hay mujeres y hombres prestos a participar; quien tiene problemas reales de liderazgo y la incipiente oposición que, se ha quedado sin figuras nacionales destacables y ante todo limpias del lastre de la corrupción.
Una candidatura y menos una a la presidencia de la República no se construye en dos años; López Obrador tardó tres sexenios en comprender el cómo y con quienes tenía que interactuar para ganar. Cierto, los entonces gobernantes ayudaron con su mal gobierno y la corrupción evidente, todo eso produjo un hartazgo nacional, de eso debe de cuidarse Morena, de lo contrario, pueden llegar comprometidos a la cita electoral en el 2024.
La actual oposición está moral y políticamente extraviada, pero eso no debe de confiar a quienes hoy gobiernan, porque cualquier error en el proceso de selección serás aprovechado enfrente.
El gallo actual tiene todas las plumas, incluso algunas nuevas que a nivel internacional a conquistado, pero dirían los galleros, hay que cuidarse de un gallo despatado, en sus estertores agónicos, puede dar un buen golpe y voltear los papeles.
Larga vida al compañero presidente.

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