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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO    /

 

Acapulco, 01 de julio de 2022.

Cada uno por su lado, los ex gobernadores Ángel Aguirre Rivero y Héctor Astudillo Flores, publicaron una fotografía. No es la misma, pero se refieren a lo mismo.

En ambas, aparecen figuras que podrían ser señaladas como centrales en un espectro político que en estos momentos es confuso: podría decirse de oposición, pero no es exacto; podría decirse priista, pero tampoco; y perredista, pero igualmente no es claro.

Lo que sí es claro, es que ambos ex gobernantes parecen dar cuenta de cierto apoyo de esos personajes en torno suyo. Para decirlo en términos coloquiales, parece que tanto Astudillo como Aguirre llevan agua a sus respectivos molinos.

El tema de la fotografía es el festejo anticipado del cumpleaños de Astudillo Flores, que es el 3 de julio. En las imágenes aparecen los dos mencionados, pero también el ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer, el senador Manuel Añorve Baños, el dirigente estatal del PRD, Alberto Catalán Bastida, el dirigente priista Alejandro Bravo Abarca, el ex candidato a gobernador Mario Moreno Arcos, el ex senador Héctor Vicario Castrejón, el ex senador Sofío Ramírez Hernández, la secretaria general del PRI, Pilar Vadillo, entre otros. Pero no aparecen igual en las dos fotos.

La foto de Astudillo

En la foto de Astudillo, no aparece, por ejemplo, el perredista; y en la de Aguirre, no está Mario Moreno. En la foto de Astudillo hay una preminencia priista; y en la de Aguirre, la presencia de Beto Catalán muestra el brazo perredista que tiene el ex gobernador costachiquense.

Podría decirse que la foto de Astudillo habla de una especie de unidad de la clase política priista que en otro tiempo fue todopoderosa; mientras que la foto de Aguirre habla de sus amigos políticos, entre ellos sus claros pupilos, Sofío Ramírez, y Beto Catalán, pero no su ex pupilo y (¿ex?) amigo, Mario Moreno.

Son sus fortalezas, son sus cartas, o las cartas que en esta ocasión ambos quisieron exhibir. Pudieron publicar otras fotos, pero solo mostraron estas dos, y eso tiene un significado político.

La foto de Aguirre

Ángel Aguirre y Héctor Astudillo son en estos momentos los dos ex gobernadores que polarizan la dirigencia de esa clase política que ahora se mueve entre el PRD y el PRI. El ometepequense dirige al PRD y el chilpancingueño al PRI, a través cada uno de su pieza clave: el perredista Alberto Catalán y el priista Alejandro Bravo. Ninguno de los dos dirigentes partidistas puede decir que no le deban su posición a su respectivo mentor.

Si de fortalezas se habla, Astudillo logra poner en la misma foto a Mario Moreno, a Alejandro Bravo y a Manuel Añorve, tan distanciados desde la candidatura al gobierno estatal; y a Figueroa Alcocer -y su fiel seguidor Héctor Vicario- con Ángel Aguirre, quienes en teoría representarían el poder de los ex gobernadores, incluido él mismo.

Esa podría ser, desde dos ópticas diferentes, la lógica del lenguaje encriptado de los priistas tradicionales: decir muchas cosas sin decir una palabra.

Pero, más allá de lo que dicen esas dos fotografías, hay otro mensaje, y este está, justamente, en lo que no dicen ambas imágenes.

No dicen, por ejemplo, que las dos fuerzas políticas -PRI y PRD- en realidad ya no son nada, o son casi nada. El PRI perdió el registro en varios estados de la república y el PRD está a punto de perderlo a nivel nacional.

Aunque el PRI conserva varios municipios en Guerrero, en el Congreso sus figuras emblemáticas -Héctor Apreza Patrón a la cabeza- están avasalladas por una bancada joven y casi inexperta de Morena; lo mismo los perredistas con Bernardo Ortega a la cabeza.

En el PRI, la caída en cascada comienza con los estragos que ha producido su líder nacional Alejandro Moreno Cárdenas, de quien no pocos priistas guerrerenses se distancian abiertamente.  Su jerarca informal, Héctor Astudillo, aunque ha tenido el reconocimiento de que en su gobierno se logró una gobernabilidad que había estado ausente a su llegada, lo cierto es que también no pocos priistas consideran que creó condiciones para que en Guerrero ganara Morena, condiciones que, obviamente, habrían jugado en contra de los candidatos priistas en la elección pasada.

En el PRD las cosas no son mejores: Guerrero es el estado más fuerte para ese partido en el país, pero si en Guerrero el PRD está en la lona, al grado de que no pudo imponer candidato en las posiciones claves en la elección de 2021 y fue avasallado por el PRI, ya se podrá tener una idea de cómo está este partido en el país. Su jerarca local, el ex gobernador Ángel Aguirre, se mueve a sus anchas, pero a pesar de su innegable habilidad política, su influencia no va más allá del PRD y un poco en el PRI. Su activismo se frena por el fantasma de Ayotzinapa, y por el hecho, todavía no suficientemente dimensionado, de que fue en su gobierno cuando surgieron grupos que han dado mucho de qué hablar en los últimos años: uno de ellos en la Costa Chica, la Upoeg, y el otro en Iguala. En el PRD, las cosas están tan a la deriva, que un personaje acapulqueño, el ex alcalde y ahora locutor -o algo así-, Evodio Velázquez Aguirre, anda buscando la dirigencia nacional.

Esas son las debilidades que están atrás del encuentro de políticos reseñado en las dos fotografías. Juntos, esos políticos muestran fortaleza, pero no deja de ser la fortaleza de lo que es: un club de fantasmas políticos.

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