“Un hombre no se baña dos veces en el mismo río porque ni es el mismo hombre ni es la misma agua”: Heráclito.
ISAAC FLORES PINEDA /
Acapulco, 14 de septiembre de 2022. Hace un año, Abelina López Rodríguez asumía las riendas del puerto de Acapulco en medio de la efervescencia que representaba la continuidad de la Cuarta Transformación.
Los primeros meses fueron muy largos para la gestora social del Paseo de la Cañada. En ese tramo su andar fue accidentado, hubo choques innecesarios con sectores como la prensa y se enviaron mensajes confusos que eran asumidos como desafíos abiertos. Todo eso abrió frentes incendiarios.
Como siempre lo ha sido, Acapulco se mostró indómito, corriendo al galope de latigazos de problemas añejos que ponen entre las cuerdas a los políticos más experimentados, y Abelina López no fue la excepción.
Montada a lomo de esa yegua salvaje, Abelina conoció la otra realidad de los problemas que agobian a la ciudad. Le tocaba ahora resolver y no exigir soluciones. ¡Vaya paradoja!
La eterna luchadora social, ahora investida de representante de los acapulqueños, se vio en un terreno nuevo para ella: pasó de la férrea critica del sistema a ser la encargada de resolver los problemas. El escenario cambió. Ahora ya no pedía agua en CAPAMA acompañada de decenas de colonos, sino en el gobierno federal ante funcionarios de la Conagua respalda de carpetas que contenían expedientes técnicos.
Parte de lo que la hacía sentir como invitada en su propia casa era que no terminaba de asumir que la luchadora social ahora era gobierno. No lograba conciliar su vocación de gestora social con la de gobernante, estadista y administradora.
Pero, como no hay tormentas eternas aunque lo parezcan, la alcaldesa poco a poco fue entendiendo su nuevo rol y con ello se aclarando el horizonte ante ella.
En la última mitad del año, el panorama fue tomando forma y los resultados de las políticas públicas comenzaron a hacerse visibles.
La lista de los problemas que tiene Acapulco es interminable y no se pueden adjudicar ni a esta o a la pasada administración. Se arrastran desde hace décadas, y que nacieron después de que Acapulco dejara de ser una aldea de pescadores.
En los cambios visibles están los internos. La burocracia, esa pesada carga del Ayuntamiento, recibe su pago puntual al igual que las instituciones de seguridad social y de crédito a las que acuden regularmente.
Al SAT se le pagó 600 millones de pesos en el primer semestre, algo que se había dejado de hacer.
El pago de más de 20 millones de pesos mensuales de la energía eléctrica que consume CAPAMA para la distribución del agua también ha sido puntual, lo que blinda al puerto de esos cortes a los que recurre la CFE a modo de presión y que afectan a miles de hogares, pagaran o no su recibo de agua corriente.
Salvo la basura, donde hay una disputa interna por hacerse del poder, los demás servicios se prestan sin problemas.
Con la compra de 35 camiones nuevos de recolección, el servicio de limpia en la ciudad es autónomo y no se depende del capricho de las empresas dedicadas al manejo de los residuos que convertían a la ciudad en rehén si el municipio sugería o exigía un mejor servicio.
El bacheo atiende a decenas de calles destrozadas y no quedarán reparadas en un día, además del mejoramiento de la imagen urbana.
La política de austeridad implementada también ha dado sus frutos en obras como calles y parques, aunque se notarán en su justa dimensión hasta el año próximo.
Por lo pronto se perciben avances como la recuperación del turismo de cruceros y una estabilidad económica en el sector luego de la crisis derivada de la pandemia.
Empoderada con estos logros, la primer edil ha mostrado su faceta de gestora al lograr una inversión millonaria para resolver el problema del desabasto de agua y el saneamiento integral de la bahía, evento que tuvo un rebote político positivo porque sirvió también para “placear” al canciller mexicano Marcelo Ebrard, uno de los aspirantes más fuertes a la presidencia de la República.
Con las aguas tranquilas y sin sobresaltos, la también ex diputada federal ha tomado el control de su administración y eso le permitió también incursionar en el proceso interno de su partido donde midió fuerzas y quedó a la par del senador Félix Salgado, quien no esperaba encontrar un grupo que le hiciera sombra.
Hoy, a un año del inicio de la travesía, Abelina López no es la misma mujer que tomó el timón de un barco que navegaba en aguas turbulentas. Es una mujer más política, pero no menos sensible, más conciliadora pero no débil.
A su primer informe llega con el escenario favorable: estabilidad en su gobierno, sin escándalos de corrupción que la manchen y relación con la gobernadora Evelyn Salgado que se veía distante ha mejorado.
En el tema de los marinos desaparecidos ha sido sensata la decisión que ha tomado de mantenerse a distancia para no entorpecer las investigaciones y dejar el caso en manos de las autoridades competentes, evitando así litigar el asunto en medios de comunicación, que es lo que sus enemigos quisieran en espera de un eventual tropiezo o dislate.
La mira de Abelina López ahora está puesta en el 2024, aunque debe ser cauta y por nada debe descuidar la ciudad más importante de Guerrero, porque de su buen o mal desempeño como alcaldesa, dependerá su futuro político.