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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO /

Acapulco, 26 de mayo de 2024.
Dice Abelina López Rodríguez (palabras más, palabras menos) que eso de andar chapulineando tiene sus consecuencias.
Así lo viven ahora Yoshio Ávila y Carlos Granda, los dos principales contendientes de la alcaldesa con licencia y candidata a la reelección en el municipio, luego de que en una hábil jugada -hay que reconocerlo- ella los sacó a los dos de la contienda, antes de que pudieran siquiera disputarle la alcaldía en la elección del 2 de junio.
Primera consecuencia: los dos están fuera de la competencia.
Segunda consecuencia: el movimiento de Abelina López ha generado una revolución en la alianza Amor y Corazón por México que integran PRI, PAN y PRD, para definir quién será ahora el candidato o candidata, pues el órgano electoral les dio un plazo de 24 horas que vencen este martes a las 4 de la tarde.
El jaloneo en los tres partidos es intenso. Por el PRI, el senador Manuel Añorve está impulsando al ex regidor Fernando Reyna Iglesias, mientras por el PRD la propuesta es que Carlos sea sustituido por su hermano Irving Granda. En cualquiera de los dos casos, el mensaje es que los partidos de esta alianza ya no ven a su alcance la posibilidad de tener el tiempo para mantener la candidatura como está.
Tercera consecuencia: en Movimiento Ciudadano la división se está ahondando. Mientras el candidato Yoshio Ávila y su equipo confían en que se pueda revertir la sentencia que lo deja fuera, el otro equipo, el de los priistas comandados por el ex gobernador Héctor Astudillo, el candidato a senador Mario Moreno y su vocera Éricka Luhrs, toma distancia. De acuerdo con información al interior de este partido, este grupo se enteró de lo que venía hace unas dos semanas, y sus integrantes optaron por tomar distancia, en busca de su propia sobrevivencia.
Cuarta consecuencia: un actor inesperado empieza a visibilizarse: Víctor Aguirre Alcaide, candidato del Movimiento Laborista a la alcaldía. Es, de quienes participan en la campaña, el político con más trayectoria y más experiencia, con contactos tanto en las bases del PRD y del PRI, como en la base morenista que no acepta la reelección de Abelina López.
Ya lo venía haciendo, pero desde que se supo de la salida de Granda y Yoshio de la competencia, Aguirre Alcaide acentuó su presencia con estos sectores al presentarse ahora como la única opción que puede enfrentar a la alcaldesa con licencia y anda por ahí, a las calladas, llamando al voto útil.
No hay que perder de vista que Víctor Aguirre ya fue diputado federal, dirigió en su momento una de las corrientes fuertes del PRD en Guerrero, y en la elección pasada compitió en lo interno contra Ricardo Taja por la candidatura de la tríada PRI-PRD-PAN, y aunque no ganó, se vio como un político altamente competitivo.
Hoy mismo se resolverá el enigma de lo que harán los partidos afectados por la resolución del Tribunal.
Quizá una última consecuencia de esto del chapulineo, sea que pone sobre la mesa la justeza de esta ley. ¿Hasta qué momento es legítimo el cambio de un partido a otro, y cuándo ya no lo es? Habrá que recordar que un brinco similar estuvo a punto de cambiar la historia del país, cuando el entonces candidato del Partido Mexicano Socialista (PMS), en 1988, Heberto Castillo, en los últimos días del proceso electoral, declinó su candidatura y se sumó a la del Frente Democrático Nacional (FDN), Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Con la ley actual, ¿habría estado permitido ese salto? ¿Se consideraría chapulineo, o sería un ejercicio legítimo de estrategia política? Y, ¿sancionar estos saltos, en verdad impide el mercadeo grosero de la política, o solo impide la participación? ¿Abelina López necesitaba realmente fuera a estos dos contendientes para ganar, o ahora será la mala de la película?
Pero sin duda, de que hay consecuencias, las hay. Ahí están.

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