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  • Un muro sin cimientos sólidos, un drenaje colapsado, y la vecindad con el río de La Sabana, entre los ingredientes de la desgracia

ROBERTO RAMÍREZ BRAVO /

Acapulco, 15 de septiembre de 2024. “En la noche –dice Rafael Ortiz Martínez- no dormimos si hay cualquier mínima lluvia, porque estamos pendientes ya que los bordes se siguen deslavando”.
Su vivienda se ubica en el andador Arroyo Seco, formando esquina con el paseo Río de la Sabana, justo en el punto donde el pasado 23 de agosto se formó un socavón durante la lluvia y a unos metros de donde el 10 de septiembre tres hombres cayeron en otro deslave y dos de los cuales fallecieron.
En realidad, aunque parece tratarse de un fenómeno natural –lluvia, crecida del río de La Sabana-, el socavón parece la conclusión de una larga historia de corrupción e ineficiencia que comenzó en la década de los años 80, cuando los vecinos fueron bajados de los cerros de El Veladero, para construir lo que se pensó sería un desarrollo modelo, el renacer de una vida de oportunidades, y que tiene que ver con obras realizadas por el municipio y la Federación a través de los años.
En esta parte de la colonia Ciudad Renacimiento –ya reconocida como Arroyo Seco, por el canal pluvial que pasa al lado-, el domingo transcurre en un ambiente de silencio adolorido. Todavía están los rezos por los fallecidos y las dos familias enfrentan su pesar. Se siente en el ambiente el luto.
Pero no es solo la pérdida de los dos vecinos que cayeron en el socavón y murieron –el tercero sobrevivió, con lesiones-; es también el temor por lo que viene.
Los medios de comunicación han informado en los últimos días sobre el socavón en Renacimiento, pero tras una búsqueda en las publicaciones, parece que se trata de un solo incidente, cuando en realidad son dos. O son dos, pero forman parte de un solo problema.
Desde afuera de su casa, Rafael Ortiz lo explica así: en la esquina del andador Arroyo Seco y el paseo Río de la Sabana, una red de drenaje, incluyendo tubos y unas ollas, colapsaron y se abrió el boquete que se comió literalmente a las dos calles que forman esa esquina y amenaza con llevarse su vivienda y la de su hermana que está al otro lado del paseo de la Sabana.
En el otro lado, atravesando el andador Arroyo Seco, está el otro boquete, donde fallecieron los vecinos. Ahí pasa un cauce pluvial y hay un muro grande que construyó la Comisión Nacional del Agua hace unos años y que ahora está colapsado. En estas lluvias, el muro se inclinó, y desfondó un andador que el vecino propietario de esa vivienda había construido con sus propios recursos. El paso es de cemento, pero al quedar hueco, no pudo soportar y, el 10 de septiembre, después de la lluvia de la noche anterior, mientras inspeccionaban los posibles daños, tres vecinos, Francisco Rosendo, Armando de la Cruz Ramírez, y Julián Evaristo Torres, cayeron; los dos primeros murieron y el tercero sobrevivió.

AQUÍ TODO ES LEGAL
El paseo Río de la Sabana, es en realidad una especie de avenida costera respecto al río del mismo nombre. Las viviendas están alineadas sobre el margen del poderoso afluente, sin embargo, no se trata de ninguna invasión de precaristas, como pudiera pensarse, sino de una asignación hecha por las propias autoridades.
Rafael Ortiz cuenta que estos terrenos fueron vendidos y regularizados por el Fideicomiso Acapulco como parte del desalojo de habitantes del Parque Nacional El Veladero, en los años 80, y cuentan con escrituras y registro legal, pagan predial y servicios con normalidad.
Explica que, pese a su cercanía con el río, nunca ha habido ningún problema. Es más, afirma que el problema que originó este desastre no tiene que ver con el cauce del río, que pasa a unos metros, sino con obras hechas por Capama y la Conagua, y que tienen que ver con el drenaje.
En el socavón que está en la esquina de su casa, dice, hay una salida de drenaje. Antes, esta salida se prolongaba hasta varios metros adelante, ya casi en el cauce del río y ahí desembocaba. Sin embargo, hace unos años la Conagua y Capama hicieron un ajuste para que las aguas negras se desplazaran bajo un muro que construyó la Conagua ahí, pero pusieron una tubería delgada, y al intentar pasar al otro lado del muro, las aguas se encontraron con la corriente del río, que las devolvió, y en lugar de desplazarse, se estancaron, fueron creando un dique y terminaron por colapsar las ollas asentadas en su esquina, lo que finalmente provocó el socavón.


Más adelante, y como una especie de pared que se prolonga desde el cauce pluvial que viene desde la Vacacional y confluye el río de la Sabana, se ubica el muro de la Conagua. Pero el muro fue construido casi a ras de suelo, y, como resultado, se ha ido moviendo y actualmente está inclinado. Su movimiento fue lo que causó el socavón donde murieron los dos vecinos.
Ortiz relató que, preocupado por lo riesgoso que se veía el muro, un vecino intentó reforzar su base con cemento y piedra, para evitar que se viniera abajo, pero cuando las lluvias actuaron, su previsión fue inútil. Actualmente el muro se encuentra visiblemente inclinado, y con fracturas en lo que deberían ser sus amarres.
A pesar de que han pasado varios días de la tragedia, las autoridades han tenido poca participación. Hasta ahora solo han colocado unas cintas de alerta, y han tomado fotografías con un dron, relata el vecino, pero no han hecho más. El martes se espera que acudan representantes de Capama, Obras Públicas y de Conagua, porque fue el mismo plazo que ellos pusieron, de tres días, para regresar con propuestas de solución.
Su vivienda y la de su hermana son las más afectadas por ahora, y Rafael Ortiz clama por la intervención de las autoridades para que resuelvan un problema que ellas mismas crearon.
En su casa, vive con una sobrina, el esposo y un hijo de su sobrina. Cuando empieza a lloviznar, dice, su sobrina se va con su familia a la casa de su suegra, y su hermana, que vive al lado, se va a la casa de su comadre. Solo él se queda vigilante.
Alguien tiene que hacer algo, dice, porque si la lluvia se desata intensa, y se produce un nuevo deslave, no solo su casa, sino las de sus vecinos, estarán en riesgo.
“Se va mi terreno y se van las demás casas”, dice, y confía en que se construyan unas ollas y colocar un tubo más grande o reintegrar la tubería con el sistema normal del drenaje. Es su esperanza. Dice que confía que el martes las autoridades les den una solución.

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