Compartir

ROBERTO RAMÍREZ BRAVO    /

Acapulco, 24 de mayo de 2024.

El debate de aspirantes a la presidencia municipal de Acapulco, organizado por el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC), fue un caos, no solo por el número de participantes, que en sí mismo lo convertía en un acto largo y tedioso, sino por las múltiples fallas de sonido, de cronómetros, y la inevitable interrupción de su señal a través de Youtube.

Tuvo, con todo eso, una particularidad: es difícil definir quién pueda decirse ganador o ganadora, porque aunque por lo general quienes participaron tuvieron sus buenos momentos, no hay nadie que pudiera decirse que resaltó frente al resto y se haya alzado con la delantera.

En cambio, sí puede decirse con claridad que alguien perdió: la candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia, Abelina López Rodríguez.

Si se atiene el análisis a lo que debe ser un debate, y a la presunción de que Abelina López llega al encuentro en su carácter de candidata puntera, su estrategia tendría que haber sido la de asumir la compostura, no caer en provocaciones y evadir las confrontaciones para concentrarse en visibilizar sus propuestas. Es decir, tendría que comportarse como la favorita, y dedicarse a cuidar esa posición.

Así empezó. Aunque sus adversarios (marcadamente Yoshio Ávila, Carlos Granda, Ramiro Solorio y Raúl Ceballos) abrieron fuego contra ella desde el primer momento, Abelina López se concentró en hacer su propia exposición, sin tomar en cuenta la embestida.

De haberse mantenido en ese plano hubiera logrado pasar del inicio hasta el fin del debate y, si lo sorteaba sin incidentes, con el mismo criterio que se describe, lo habría ganado. Pero no fue así. Primero, la alcaldesa con licencia los ignoró, y cualquiera diría que estaba bien, para seguir con la estrategia del puntero. Pero luego, poco a poco, la impresión que esta estrategia daba, es que en realidad no ignoraba los cuestionamientos, sino que no los podía contestar. Por ejemplo, ¿qué podía responder ante el señalamiento de las patrullas rentadas, o ante la desaparición de los marinos, o la falta de titular en la Secretaría de Seguridad Pública desde hace un año, o el gasto millonario en fiestas mientras se desatendía con un presupuesto mínimo el tema del agua?

“Ante la misoginia, el amor. Están en su derecho, y la descalificación es lo único que tienen”, respondió en una primera etapa la candidata.

El problema fue que sus detractores no solo tenían descalificación (como tal vez pueda interpretarse el que le dijeran mentirosa cada rato), sino también traían datos: mientras Abelina dijo que había pagado 1,500 millones de deuda que le dejaron “los bufones de la política”, Ramiro Solorio exhibió que su gobierno debe a CFE 815 millones y 543 millones al Isspeg, y los camiones recolectores de basura que ella presume, eran un fraude porque primero la alcaldesa dijo que se los había prestado un amigo y luego resultó que era una contratación con la empresa Remolques y Plataformas de Toluca, SA de CV, y además exhibió un contrato por 310 mil pesos para fotografías de la candidata “para poner su cara mientras Acapulco se está cayendo”.

El punto es que el debate se centró en eso: en los ataques hacia Abelina López, con algunos atisbos de propuestas de Yoshio Ávila, Carlos Granda, Víctor Aguirre y Miguel Ángel Piña, principalmente. Contra lo que se hubiera esperado, Abelina López hizo propuestas con menos precisión de las que ha hecho en su campaña.

Los candidatos opositores no dejaron pasar ninguna oportunidad de golpear a la puntera, hasta que finalmente la sacaron de sus casillas, que era su objetivo. En particular, eso lo logró Ramiro Solorio, quien en su última participación había dicho que Acapulco es un defecadero. Pero ya Abelina estaba harta y se enojó y entonces dijo que ahí estaba presente “el bufón” que cuando fue regidor en la administración de Manuel Añorve, aprobó los más de 300 millones para el puente Bicentenario, los alrededor de mil millones para las luminarias que durante 10 años se cobraron a pesar de que no existieron. “¿De qué me hablas, de qué, cuál es tu ética, cuál es tu moral?”, le preguntó a Solorio.

La candidata en ese momento dejó de ser la persona que recién cambió su imagen, se alisó el pelo, se acomodó la vestimenta, se maquilló, para transformarse en aquella de la frase “¡tomen la nota ahí!”, en la del “¡este es territorio Acapulco!”, y culminó su reclamo a Ramiro Solorio con una frase: “aquí está el bufón, a ver, solamente mete a su criada para que pueda ser después la mujer la candidata”. Para ese momento Abelina ya había perdido el control. De otro modo no se explica que no haya reparado en lo misógino y discriminatorio que puede ser la expresión “su criada” para referirse a la ex regidora que efectivamente era trabajadora doméstica de Ramiro Solorio y que efectivamente él la anotó en la lista solo para que después de un tiempo le dejara el cargo a su esposa. Aunque tenía razón, usó la peor manera para expresarlo.

En este momento Abelina López ya no se veía en papel de puntera. Había perdido el control, dejó salir su enojo y se mostró como no quiso mostrarse en la campaña. Pero entonces, Raúl Ceballos, quien fuera su director de Vía Pública y ahora es candidato de México Avanza, por querer atacarla, le dio una salida: empezó a gritar “fuera Abelina” y luego dijo, “muera Abelina”.

Sería, para la candidata morenista, una oportunidad de oro para desvanecer la imagen que ella acababa de dar y su frase de la criada, y no la desaprovechó, pues luego anunció una denuncia contra él y lo responsabilizó de lo que pudiera sucederle. El debate terminó así, en medio de la conmoción del “muera Abelina”.

La cuestión es que el dichoso debate nadie parece haberlo ganado. Pero Abelina, en cambio, podría decirse que lo perdió.

Compartir:

1 Comentario

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here