ROBERTO RAMÍREZ BRAVO /
La definición en torno a las candidaturas por la presidencia de la República el año que viene ha desatado toda una efervescencia que ya se ve en los reacomodos dentro de los partidos y la clase política.
El proceso electoral del Estado de México es considerado el parteaguas, el evento que decidirá hacia dónde se deben inclinar las apuestas, y básicamente hay dos opciones: el PRI y Morena.
El PAN y el PRD, que posiblemente vayan en alianza, no parece que vayan a ser decisivos en la sucesión presidencial, a menos que se les vea como el factor que haga que alguno de los dos contendientes reales sea incapaz de alzarse con el triunfo.
Casi por defecto, se espera que el esquema nacional se reproduzca en el ámbito local, pero hay variaciones que bien vale la pena analizar para valorar su alcance.
En el caso específico de Acapulco, estará en juego la presidencia municipal, siete distritos locales y dos federales, pues no hay que olvidar que se trata de una elección concurrente.
Hay quienes asumen que de manera automática, el candidato que postule Morena podría ganar la alcaldía, jalado por el fenómeno López Obrador. Esa historia ya se ha vivido mucho en el puerto. Por López Obrador ganaron personajes como Armando Ríos Piter, como Rosario Herrera, Sofío Ramírez, y muchos otros, algunos de los cuales después despotricaron contra el tabasqueño, pese a que sin él no habrían ganado nada.
Sin embargo en 2018 tal vez la situación no sea la misma. Para empezar, Morena tendría dos opciones: postular a personajes que lleguen del PRD, o postular a desconocidos con la esperanza de que López Obrador los haga ganar, pues este partido no se ocupó de formar cuadros que destacaran y al momento no tiene personalidades visibles. Una tercera opción sería postular a una candidatura ciudadana. Se acercan a él opciones externas, como el médico Javier Solorio, pero también podrían competir, en el caso de que este partido busque opciones ciudadanas, el también médico José Inocente Ariza, quien dirige la asociación Acapulco nos necesita, y algunos abogados colegiados.
Las posibilidades de que haya una alianza de los partidos de izquierda se ven lejanas en la Presidencia, y el esquema se reproduciría en el puerto, por lo que el escenario es que haya candidatos de Morena, PRD y MC –ya sea con Ricardo Mejía, Víctor Jorrín o Magdalena Camacho- compitiendo por separado, o tal vez estos dos últimos partidos puedan hacer las paces e ir juntos.
El PRD tiene el mismo problema de Morena: no tiene muchos cuadros visibles. Aunque a algunos les causa escozor la idea, la reelección de Evodio Velázquez es una carta que está sobre la mesa. Al estar en la alcaldía, es el que más se deja ver y ha creado una estructura electoral que ya era sólida antes de ser candidato a la alcaldía y que ha reforzado últimamente. Pero no es el único: está el diputado federal David Jiménez Rumbo, que lleva más de un año levantando la mano para pedir ser el candidato; y la corriente aguirrista, dicen los que saben, pretende impulsar al líder transportista Rogelio Hernández Cruz, quien no hace mucho hizo un evento público en el Centro Acapulco para demostrar músculo político, al llevar, según sus propias cifras, a 30 mil personas a festejarle sus 35 años de participación política.
¿Alguno de los tres podría garantizar el triunfo para el PRD? He ahí la cuestión difícil.
En el PRI hay varios prospectos. Destaca, por ejemplo, la diputada federal Julieta Fernández Márquez, integrante del grupo político que en el puerto es el más fuerte, el que lidera su esposo Manuel Añorve. Es un grupo político que desde el puerto logró colocar a casi todos los diputados locales y los dos federales en la pasada contienda, y el único que no era de ese grupo, que es el que fue candidato a alcalde, perdió.
El presidente del Tribunal Superior de Justicia, Robespierre Robles Hurtado, es también aspirante a la candidatura, apoyado por su amigo el gobernador. Dicen los priistas cercanos a este caso, que él no termina de aceptar la propuesta pues en el PRI hay temor de que el candidato de Morena pueda ganar y, en ese caso, tanto PRI como PAN podrían apoyar de facto al candidato perredista con el fin de cerrarle el caso al de López Obrador. Ir por el PRI, ha considerado Robles Hurtado –siempre según las fuentes cercanas- es una apuesta para perder. Al final de cuentas, está ahora en el TSJ y la lleva sin ningún problema.
Otros priistas del mismo grupo añorvista podrían apuntarse, en el caso de que Julieta Fernández, por la razón que sea, no fuera postulada. El más fuerte en esa línea podría ser el diputado local Samuel Reséndiz Peñaloza, quien en su toma de protesta como nuevo líder de la CNOP estatal, causó sorpresa por el apoyo que recibió de la clase política y del propio gobernador Astudillo, quien llamó a “cerrar filas” en torno a él, un mensaje que no puede soslayarse. El diputado federal Javier Taja Ramírez se ha mencionado, aunque últimamente se ha dejado ver poco en el municipio; y está el dirigente del PRI, Fermín Alvarado Arroyo, quien tampoco niega su aspiración de ser candidato.
En el PAN, que postuló a Zeferino Torreblanca en la elección pasada, no es muy visible aún cuál va a ser el escenario.
Esas son las cartas más notorias, la forma en que se muevan irá conformando el tono del proceso que viene.