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 Marianita Labastida, donde andes ya nos veremos

HERCILIA CASTRO B    /

Zihuatanejo, 20 de octubre de 2024. Siempre he odiado mi sangre, menstruar, un asco se apodera de mi como poseída por un demonio (si es que existen), también me da asco vomitar, prefiero resistir, “como las machas”. Pero no odio la sangre de otros porque he sentido su dolor, en todos los hospitales que he estado, urgencias, cuartos de choque, a mi lado, las pocas camillas, bajando o saliendo de un elevador. Junto a mí, en agonía y “yéndose”, mientras sus familiares lloran en un grito mudo o estrepitoso que rompería cristales, mientras estoy canalizada.

Pero ese 30 de abril de 2023 que fui al baño, estaba alegre, feliz, viendo una serie con mi pareja cuando sentí un bulto salir de mi vagina. El primer coágulo de sangre, la taza del baño salpicada, ensangrentada mi última visión, desvanecida en esa taza en un silenciado grito que sigo jurando hice, pero que no se escuchó.

Al cabo de 10 minutos, mi novio se preocupó y decía mi nombre, no recuerdo. La ambulancia llegó 20 minutos después. No recuerdo nada. Más que se me ocurrió morir por un momento, perdida no sé dónde.

Estuve desde ese día hasta el 7 de mayo internada (qué desconsiderado mi cuerpo en colapsar en días festivos). Cuatro días en urgencias, tres en piso, sangrando, adolorida de vaciar esos bultos llamados coágulos, “hematuria por angiomiolipomas”, derivados de mi huérfana enfermedad: Esclerosis Tuberosa.

Días sanguinolentos, donde mi olor era eso, días adolorida, viendo a mis amigas como Sina e Ivone dándome ánimos, pero tratando de ocultar la angustia y cuidándome día o tarde, y Josué, tratando de estar calmado y aguantando el llanto.

Y, viendo a amigos de otros lados y personas que no imaginé jamás, que me apoyarían. Yo, fingiendo como siempre, ser fuerte, pero el dolor no me dejaba hasta que pararon las hematurias.

Por primera vez, esa fue la primera, sentí terror de mi sangre, y todo cambió.

¿Cuánta sangre tenemos en el cuerpo? No recuerdo, pero para mí eran eternos ríos de dolor, el río Nilo saliendo de mi cuerpo, mis riñones, maldecido como en ese libro de ficción llamado Biblia y donde las mujeres siempre son castigadas. ¿Cuánto mide el Nilo? ¿Cuántos peces murieron en esas aguas ensangrentadas por el capricho de un dios? ¿Cuántas mujeres y niños murieron de sed por ese cuerpo castigado, cuántos peces, cuántos?

Mi sangre la odiaba cada mes de mi vida, ahora me causa terror.

Ahora, todo cambió desde esa fecha.

Ahora ya no hay, ya no tengo mucho tiempo.

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