* La sensación de mariposas en el estómago, y otras, tienen una explicación científica que apunta al cerebro y no al corazón, como se cree popularmente
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El hombre y la mujer segregan feromonas, sustancias químicas que se producen en axilas y entrepiernas, las cuales estimulan el deseo sexual, y por medio del olfato son percibidas a través del órgano vomeronasal ubicado en la nariz.
“Las feromonas pueden o no ser percibidas, y si son reconocidas por el órgano vomeronasal se vendrá una cascada de reacciones químicas y emociones”. Esta es la explicación bioquímica del enamoramiento en los seres humanos por parte de la doctora Gilda Flores Rosales, quien por más de 20 años dedicó su línea de investigación a la comunicación celular de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La experta detalló que en los animales, las feromonas ingresan a la nariz de la hembra y ella selecciona al macho con los mejores genes para el apareamiento, con el cual se cumple con una de las leyes de la naturaleza que es la reproducción. En los humanos se han encontrado 48 feromonas, y que cada individuo puede tener una mezcla de ellas, lo cual nos hace diferentes.
Es así que en las personas, el enamoramiento es un fenómeno que también tiene bases biológicas en las que no interviene el corazón. Como se explicó, el órgano vomeronasal detecta a la feromona y envía una señal al tálamo, en el cerebro, el cual indica que se produzca feniletilamina, un neurotransmisor de efecto estimulante.
Lo que sigue es una cascada de químicos y emociones, ya que el encéfalo también genera otras sustancias que inciden en el comportamiento, como dopamina, que se encarga de generar un estado de felicidad; norepinefrina, responsable de la sensación de mariposas en el estómago y la dilatación de pupilas; serotonina, que produce exaltación y euforia, así como oxitocina, que se relaciona con los patrones sexuales, la conducta maternal y paternal.
Cabe destacar que hay personas con menos receptores cerebrales de los que se requieren para recibir la oxitocina, y a ellas se les dificulta establecer relaciones permanentes.
Otras sustancias que se producen si nos enamoramos son las endorfinas y las encefalinas, neurotransmisores opioides producidos en el sistema nervioso central como moduladores del dolor, temperatura corporal, hambre y funciones reproductivas.
En la medida en que la cadena de químicos cerebrales empieza a accionar, la persona suda, entorpece el habla y el equilibrio, le falta el oxígeno en la respiración, se acelera su ritmo cardiaco al grado que éste puede llegar a oírse, de ahí que se diga que es una sensación en el corazón; por si fuera poco, la visión se nubla, se afecta el oído momentáneamente, se activa el sistema digestivo y se sienten “mariposas en el estómago”. Esto es lo que mucha gente explica como el enamoramiento, puntualizó quien fuera investigadora en la Sección de Bioquímica y Farmacología Humana del Departamento de Ciencias Biológicas de la FES-C.
No obstante, el sistema biológico en los humanos entra en conflicto por acción de la parte gris del cerebro, que es donde se realiza el aprendizaje de las cosas, así como el juicio y el razonamiento. El efecto en lo que se sintió momentos antes empieza a ser pensado y de ahí se derivan todo tipo de decisiones que pueden marcar el rumbo de la pareja.
Ahora bien, cabe destacar que la atracción bioquímica se agota, es decir, dura entre cuatro y siete años, lo que se puede interpretar como el lapso de vida de la pasión en la pareja, a lo que sigue una segunda fase en la relación: la del apego, es decir, donde pasamos de un amor netamente biológico a otro que es mucho más fuerte, el intelectual, en el que queremos para siempre.
“Todos deseamos que nos amen eternamente, y aunque el factor biológico es más fuerte podríamos permanecer junto a una persona con la que no hay enamoramiento bioquímico, si se tiene la capacidad intelectual y la voluntad para ello”, concluyó la científica de la UNAM.