* En la Nueva Era, Ricardo Morlett y otras, tenían tres días sin luz
REDACCIÓN /
Acapulco, 29 de mayo de 2022. Habitantes de las colonias Nueva Era, Ricardo Morlett y otras de la parte alta, en la zona Poniente, retuvieron a personal de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y los obligaron a restablecer el servicio de energía eléctrica que llevaba tres días suspendido, incluso antes de la lluvia del sábado.
En redes sociales, los colonos habían difundido la situación y habían hecho llamadas a la paraestatal sin conseguir que los atendieran.
El sábado, alrededor de las 4 de la tarde, unas camionetas se presentaron en la Nueva Era, donde sólo revisaron los cables y con un machete cortaron unas ramas, pero sin restablecer el suministro de energía, y se retiraron.
Hoy domingo hicieron lo mismo, pero esta vez traían una grúa y sierras eléctricas, y desramaron más árboles, pero igualmente procedieron a retirarse sin restablecer el servicio.
Los vecinos entonces empezaron a rodearlos para preguntar cuándo volvería la luz. Los trabajadores respondieron, según los testimonios de los vecinos, de forma muy grosera y dijeron que la próxima semana. Un tanto por la forma en que los trataron, y otra por el tiempo que habría que esperar, los colonos se enojaron. Entonces atravesaron camionetas y otros vehículos a la entrada de la Nueva Era y advirtieron a los trabajadores que no los dejarían irse hasta que arreglaran la situación.
-A mí me vale, hagan lo que quieran -dijo uno de los empleados de la CFE.
-¿Te vale? Bueno, te vamos a quemar la camioneta -le respondió uno de los vecinos.
-¡¡Sí íí -corearon sus compañeros.
Entonces cerraron el otro acceso a la colonia, un puente que comunica con la Ex Campo de Tiro.
La Nueva Era se ubica a un costado de la carretera Acapulco-Zihuatanejo, cerca del cerro que alberga a escuelas tecnológicas, como el Cbtis 14, Cetis 41 y Cecatis. La movilización se ubicaba en el acceso de la colonia, que queda en una especie de hondonada a un costado de la vía federal. Los automovilistas, al circular por esa área, no sé enteran de lo que sucede al lado.
Algo debieron pensar los trabajadores, porque uno de ellos se dirigió a sus compañeros, en particular al más rijoso, que parecía ser el jefe de la cuadrilla:
-Ya no les contestes, no les digas nada -le pidió.
El aludido entendió, y cambió su actitud pleitista por un tono más amable. Explicó que lo que le pedían no le correspondía a su cuadrilla, pero los vecinos insistían en que no los dejarían ir si no restablecían el servicio.
A querer o no, los trabajadores aceptaron hacer el trabajo. Primero tenemos que limpiar las líneas, dijeron. Con la sierra y la grúa cortaron las ramas de los árboles que crecían entre los cables, y cuando terminaron, siempre rodeados por la gente, fueron a donde estaba la pastilla, pero ¡la luz no llegó!
Otra vez empezaron a revisar, a usar aparatos para checar la corriente, hasta que después de un rato, se pudo restablecer el servicio.
Entonces los colonos retiraron los vehículos que impedían el paso, y los trabajadores se pudieron retirar, en ese momento ya en grandes pláticas y sonrisas con la gente.
-¿Ya ven? -dijo uno de los lugareños- No había necesidad de esperar otra semana. Cuando se quiere, se puede.