* A diferencia de los existentes en el mercado, emplea gomas comestibles, de manera que los procesos de fabricación no son tóxicos
REDACCIÓN /
Ciudad de México, 18 de abril de 2018. Los residuos de caña, o bagazo, que genera la industria azucarera en sus procesos de fabricación pueden ser muy peligrosos si no son confinados, pues de llegar a fermentarse al estar expuestos al aire libre generan alcohol con el riesgo de ser inflamable.
A fin de aprovechar este tipo de material de desecho y darle una utilidad, alumnos y académicos del Instituto Tecnológico de Tepic (ITT) desarrollaron un aglomerado a partir del bagazo de la caña de azúcar, al que incorporaron como elemento adherente gomas comestibles, y que puede tener aplicaciones en la industria de la construcción o en la fabricación de muebles.
En el proyecto, en el que participaron alumnos de arquitectura e ingeniería química del ITT y fue dirigido por el maestro en ingeniería Fernando Aguirre Camacho y la doctora en ciencias María de Lourdes Vázquez Magaña, quien en entrevista comenta que Nayarit es uno de los principales estados productores de caña y hay zonas donde se acumula bagazo de más de cinco zafras, y puede suscitar un incendio por los alcoholes generados.
“Se trata de transformar residuos en recursos, en materiales de uso industrial empleando insumos que no son tóxicos en procesos de impacto ambiental. La producción de aglomerados de bagazo de caña se lleva a cabo en algunos países que emplean formaldehidos, compuestos químicos reconocidos por entidades sanitarias como posibles agentes cancerígenos. En sustitución de éstos, nuestro proceso innova el uso de gomas comestibles”.
La arquitecta Vázquez Magaña explica que en primera instancia se separan las fibras más gruesas del bagazo de caña a través de mallas para ser sometidas a secado. Lo siguiente en el proceso es incorporar gomas comestibles y otros productos para realizar una mezcla que los integre y adhiera, para después hacerla pasar por una prensa que compactará el producto que finalmente se secará en un horno.
“Empleamos gomas comestibles como las glicerinas y grenetinas que funcionan como pegamento para unir a las partículas. En todo el proceso, que está en trámite de patente, 80 por ciento son productos naturales”, enfatiza la académica del ITT que forma parte del sistema del Tecnológico Nacional de México (Tecnm).
Después de realizar varios prototipos, se eligió producir piezas de 30 por 30 centímetros, con 19 milímetros de espesor, mismas que han sido sometidas a pruebas de condiciones de intemperie, de esfuerzos, de tensión, de tráfico y de acústica, y como último elemento se incorporó un retardante contra fuego que brinda seguridad al material.
“Tienen una resistencia de más de 150 kilogramos por centímetro cuadrado, el peso es una cuarta parte más ligero que los comerciales a un precio más atractivo”, destaca la investigadora en materiales y quien enfatiza que se trata de un producto que da utilidad a un producto de desecho, pero que también puede dar empleo a buen número de mexicanos si hubiera inversionistas a lo largo de la República