* Las autoridades lo primero que hacen es criminalizar a las víctimas, denuncian los familiares
* Se organizaron en una asociación, pero no tienen oficinas y deben atender a los recién llegados en la calle
* Los niños huérfanos quedaron con abuelos u otros familiares, que por lo general no tienen recursos, señalan
* Las leyes que están detenidas en el Congreso impiden cobrar seguros o defender cuestiones laborales
* Duele la indiferencia de la sociedad, piensan que a ellos no les puede pasar, lamentan
VERÓNICA CASTREJÓN ROMÁN /
Acapulco, 11 de mayo de 2017. En la foto, Montserrat, de 17 años, se asoma coqueta, mirando de soslayo desde su selfie. Es una de las 24 fotografías colocadas al frente del altar de la parroquia del Sagrado Corazón en Costa Azul, en donde se celebró la Misa por las Madres de los Desaparecidos, en cuyo sermón, el párroco Bulmaro Hernández Morales recalcó que en Guerrero vivimos una grave crisis humanitaria que mantiene a la entidad en el primer lugar nacional en casos de personas desparecidas y en fosas clandestinas.
Aquí no es el miedo sino el dolor el que parece palparse con los dedos. Desde el púlpito, el joven sacerdote instó a esas madres ahí presentes, a seguir el ejemplo de la virgen María quien, ante la crucifixión de su hijo “permaneció siempre valiente, no se detuvo, no se echó para atrás y no se resignó; no fue indiferente, ni como madre ni como mujer”.
Allá en las bancas del ala izquierda, las dolientes madres, algunas acompañadas por los padres de sus hijos, lo escuchaban con los ojos desbordados, mientras la voz desde el micrófono les recordaba que no están solas, que Dios y la Iglesia las acompañan, “a fin de animarlas en sus momentos de dolor, tristeza y desesperanza”.
Y no, tampoco estas madres se detienen; no importa que las autoridades no respondan, ni que el gobernador las recibiera sólo 15 minutos para que le expusieran sus necesidades. “Entréguenmelas por escrito” -dicen que les dijo durante una reunión sostenida con él hace unos días.
Ya se integraron en una asociación civil protocolizada que integra a 58 familias: la asociación civil Familias de Acapulco en Busca de sus Desaparecidos; y así organizadas, ellas y ellos, las madres y los padres que no se cansan de buscar a sus hijos e hijas, andan de un lado para otro, dependencia tras dependencia para empujar las investigaciones, porque, según dijeron, los expedientes de sus desaparecidos permanecen intactos desde el día en que ya no regresaron a sus casas, ante la inacción de la Fiscalía General y de la PGR.
Vestida de negro, Mónica Vega Lagunas, maestra de profesión, rindió testimonio delante de la feligresía. Perdió a su hijo, Héctor Alonso Fuentes Vega, también profesor de la Secundaria Federal Número 1, una noche en que acudió a una boda en El Cayaco; fue levantado, dijo, junto con dos amigos: “fue hace cuatro años y así estamos muchas familias sin saber nada de nuestros hijos”.
El agua bendita con las que las roció el sacerdote no logra conjurar los demonios del sufrimiento del todo: No es el miedo, no; no es el miedo a denunciar el peor obstáculo que enfrentan, sino “la indiferencia social que demuestra que nos estamos acostumbrando al horror”, señaló María Emma Mora, otra madre que perdió a su hijo adolescente hace seis años en Acapulco.
Dijo que durante sus manifestaciones para denunciar el dolor por lo que les sucede, la gente se aleja, “y nosotros queremos decirles que todos estamos expuestos, que lo que nos pasa, puede sucederle a todos y que este dolor es un dolor sin nombre y sin explicación; pero no hacen caso, te ven feo cuando les entregas el papelito en el que les advertimos de 10 pasos de prevención para no perder a un familiar; se apartan y no se conmueven”.
“Lo único que sé -comentó la señora Emma, con la voz delgadita de mamá enferma-, es que mi hijo salió de la casa en la mañana para ir a la secundaria y no llegó a la escuela; desde entonces, yo y los padres y madres de desaparecidos nos hemos vuelto investigadores; seguimos nuestras propias líneas de investigación y se las entregamos en charola de plata a la autoridad; nos dicen que van a continuarlas y no lo hacen, no investigan; llenan los expedientes con puras fotocopias”.
Luego se queja porque su agrupación no tiene un espacio propio para atender a las nuevas víctimas de la violencia que ahoga al puerto: “cada vez se acercan más padres y madres que no hallan a sus hijos, y no tenemos en donde atenderlos, hablamos con ellos en las banquetas y no se atreven a hablar; si de por sí la gente tiene miedo de hablar; no denuncian también porque tienen miedo; no quieren decirnos el nombre de su familiar, y sólo nos piden que les demos orientación, que les digamos qué hacer; porque de esto nadie sabe”.
El eco de los cantos de esperanza con los que fue amenizada la misa se cuela por entre el murmullo de voces al final de la celebración, y en los pasillos las madres de los desparecidos coinciden en la entrevista: No van a descansar hasta encontrarlos vivos y aunque ellas también sientan miedo.
La maestra Mónica Vega Lagunas hizo un llamado al gobernador para que de verdad haga algo por sus hijos e hijas forzadamente ausentes, “que no se siente con nosotros sólo para tomarse la foto; que haga algo, que nos escuche y que de verdad nos ayude porque ya no aguantamos este dolor, ya no sabemos qué hacer ni a quién acudir para que nos ayuden; nos han quitado un hijo, un ser humano”.
Coinciden también en acusar la insensibilidad de las autoridades. “Lo primero que te dicen es que tu hijo andaba en algo malo”, señalaron, versión que fue ratificada por el profesor jubilado Ciro Fuentes Urióstegui, esposo de la maestra Mónica, quien denunció que además de criminalizar a las víctimas, el desorden es tal en la procuración de justicia en Guerrero, que “andamos de institución en institución y cada una se echa la bolita o evade su responsabilidad diciendo que no le corresponde; el mismo gobernador así nos lo expresó, y quedó de ayudarnos en la reunión de 15 minutos que sostuvimos con él hace unos días, sólo pedimos que esa ayuda no vaya a limitarse a dádivas o despensas”.
Explicó que el desorden arranca desde la preservación de los restos que son depositados en la fosa común del panteón municipal de Acapulco, en donde las exhumaciones para identificación de desaparecidos se lleva a cabo sin ningún protocolo; “los restos son manipulados por los mismos sepultureros, no por gente especializada”, se quejó.
Luego recordó que durante un procedimiento de exhumación llevado a cabo en marzo pasado, las bolsas se rompieron y los restos se revolvieron, lo que mantiene al Servicio Médico Forense repitiendo el ejercicio de individualización de restos para su posterior identificación, “y estamos hablando de más de mil restos, entre los cuales, tengo la seguridad de que vamos a encontrar a alguno de nuestras familias”.
Ese problema, agregó el Fuentes Urióstegui, va de la mano con el hecho de que las leyes que en determinado momento podrían beneficiar a las víctimas directas e indirectas están detenidas: “La Ley de Declaración de Ausencia de persona –reclamó-, ya fue subida a tribuna y está en Comisiones, pero de ahí no pasa”.
Hizo un llamado a la fracción priista del Congreso del estado, que es la mayoritaria, para que la apruebe, “pues sin esa ley no podemos hacer trámites a nombre de nuestros desaparecidos, que permitirían defender los derechos de los desparecidos para el cobro de seguros y derechos laborales que pudieran servir para la manutención de sus hijos que en muchos de los casos quedaron a cargo de abuelos o familiares que no tienen recursos económicos para sacarlos adelante”.
Las madres y los padres de los desaparecidos pidieron también mayor coordinación entre las autoridades del estado y la PGR, “porque no hay operativos de búsqueda, no hay operativos de investigación; las carpetas de investigación están estancadas, ninguna familia tiene avance de nada”, especificó Ciro Fuentes.
Enseguida, agregó que las autoridades argumentan que eso es así porque no tienen recursos ni económicos ni de personal, y ejemplificó con la Unidad Especializada de Atención a Personas Desaparecidas que se encuentra en Chilpancingo. “Son solo cuatro o cinco elementos, entre administrativos y Ministerio Público, y un comandante; y en lo que se refiere a las pruebas de ADN, la Fiscalía solo cuenta con dos aparatos para todo el estado de Guerrero en donde las víctimas suman miles; así nunca van a investigar nada”, dijo con encono en la voz.
“Si de por sí es difícil nuestra lucha, tenemos que luchar contra la autoridad porque en lugar de apoyarte con dignidad lo primero que hace es criminalizar al desaparecido; sentimos que vamos contra la corriente”, dijo el maestro Ciro a quien el sermón de la misa inspirado en el evangelio de San Juan le llenara los ojos de lágrimas: “Yo he venido al mundo como luz para que todo el que crea en mí, no siga en tinieblas”.
Pese a todo, “tenemos fe”, dijeron las madres dolientes.