ROBERTO RAMÍREZ BRAVO /
Acapulco, 21 de septiembre de 2020.
Consciente o inconscientemente, la presidenta municipal de Acapulco, Adela Román Ocampo, se convirtió en el personaje que hace el “destape” de un aspirante a la candidatura, en este caso, por la alcaldía porteña.
El hecho ocurrió durante la sesión solemne del Cabildo acapulqueño donde rendía su informe, justo después de la participación del representante de la fracción del Partido de la Revolución Democrática, el regidor Víctor Aguirre Alcaide.
“Se está preparando para su campaña a la presidencia municipal de Acapulco, felicidades anticipadas”, dijo Román en referencia a su compañero de Cabildo.
Era una referencia irónica, es cierto, pero fue la primera ocasión de manera pública, y en cierta forma casi oficial, en que se mencionaba la eventualidad de que Aguirre Alcaide se presente como aspirante a la candidatura de su partido a la alcaldía.
Hubo quienes consideraron la expresión de la alcaldesa como un desliz y lo tomaron a mal, pero hubo otros que la aplaudieron, porque era, o lo parecía, el reconocimiento explícito al trabajo político que ha venido haciendo el perredista en los últimos tres años para colocarse como el puntero en busca de la postulación.
Aguirre Alcaide se presentó hace tres años como aspirante, y estuvo a la cabeza, junto con David Jiménez Rumbo, para ser el candidato. Fue un proceso interno que quedará para la historia del PRD, porque a pesar de que todas las encuestas señalaban que uno de los dos tendría que ser el abanderado perredista, la negociación se impuso y un día, de la noche a la mañana, apareció en el escenario el empresario Joaquín Badillo Escamilla, quien no tenía militancia, permanencia ni lucha alguna dentro del PRD, y se convirtió en el candidato.
Esa decisión, en la que estuvo involucrada la secretaria general del CEN, Beatriz Mojica Morga, terminó por generar una escisión en las filas perredistas. Jiménez Rumbo se alineó con el PRI y se fue a la campaña del entonces aspirante a senador Manuel Añorve Baños y Aguirre Alcaide se mantuvo en el PRD, donde se convirtió en regidor. Pero el resultado fue que el perredismo, a pesar de ser gobierno con la administración de Evodio Velázquez, perdió sin ninguna duda.
Ahora los tiempos han cambiado. Aguirre Alcaide es sin dudarlo la figura más prominente dentro del PRD para competir por el municipio y ello explica la expresión de la alcaldesa: en realidad, es algo que todos saben y es cosa nada más de darle formalidad.
En un momento en que el PRD necesita sumar todas sus canicas, lo más viable es que tenga que postular a sus mejores figuras, las que sean más capaces de atraer votantes, sin ninguna oportunidad para los experimentos.
Hasta el momento, Aguirre Alcaide representa la mayor posibilidad de una campaña desparramada. No hay en este partido otro prospecto, con la sola excepción del ex gobernador Ángel Aguirre Rivero, que pueda reagrupar al voto duro perredista y atraer a los desencantados de otros partidos y de los indecisos; y se podría incluir a la diputada local Perla Edith Martínez, pero no más.
El affaire de la elección de 2018 podría servir al PRD para valorar a sus propios cuadros. No es impensable que en la temporada de chapulines políticos haya personajes que se acerquen a este partido, ya sea provenientes de otros institutos, o surgidos de la llamada sociedad civil con el único antecedente de haber desplegado alguna campaña mediática en las última semanas o meses con el fin de hacerse visibles, pero en realidad sin ninguna trayectoria.
El destape anticipado de Adela Román en realidad es un destape ya conocido. La pregunta, desde luego, es hasta qué punto podría ser capaz Aguirre Alcaide de reagrupar a los perredistas que se fueron, y la referencia no es para la cúpula, sino para los militantes de base que hoy están en Morena o que se fueron al PRI con Jiménez Rumbo, o que se quedaron en el limbo tras el desaguisado de la elección pasada.
Habría que recordar que el PRD sin sus cuadros tradicionales -esos que dieron la lucha por el recuento voto por voto, los que fueron reprimidos en las marchas de Acapulco y Zihuatanejo, los que hicieron plantón en los órganos electorales, los que sobrevivieron a persecuciones y amenazas-, difícilmente podría salir adelante. En la elección pasada, con un empresario ajeno a sus filas como candidato, quedó en un vergonzoso tercer lugar a pesar de estar en el gobierno cuando se dio la elección.
Hoy, su reto es recuperar el espacio perdido, remontar la debacle y luchar por reconquistar la presidencia municipal; si lo que busca es una candidatura fuerte, entonces el destape ya está cantado.