* La finalidad es aprovechar la sustancia que tiene propiedades antiinflamatorias y analgésicas para la producción de medicamentos
AGENCIA ID /
Ciudad de México, 14 de julio de 2019. Un alumno de ingeniería de la Unam diseñó un dispositivo para extraer el veneno de las abejas sin que éstas mueran en el proceso que funciona a base de energía solar.
Tradicionalmente, el veneno o apitoxina es extraído directamente de las glándulas de la abeja o haciéndola picar una determinada superficie para que el aguijón se desprendiera de su cuerpo. En ambos casos se provocaba su muerte.
Ello motivó a Felipe Romano Rodríguez a idear un dispositivo que en base a una muy pequeña estimulación eléctrica, la abeja deposite el veneno en un cristal sin que ello signifique sacrificarla.
“Lo que queremos es no afectar a la abeja debido a que el método tradicional de extracción de apitoxina es mediante una cirugía o haciendo que pique una tela”, señaló el alumno de Ingeniería en Telecomunicaciones, Sistemas y Electrónica (Itse) de la FES Cuautitlán.
El dispositivo elaborado por Romano Rodríguez está diseñado para utilizar energía solar mediante un sistema de alimentación que funciona a base de celdas fotovoltaicas (que transforman la luz en electricidad), las cuales abastecen de manera regulada a una batería.
El instrumento funciona y es controlado por un arduino (plataforma de desarrollo basada en una placa electrónica de hardware libre), cuya ventaja es su simplificación al usar microcontroladores.
El sistema permite regular diferentes niveles de voltaje, un aspecto importante si se toma en cuenta la cantidad de electricidad requerida para extraer el veneno de abeja. Así, el usuario podrá controlar la calibración del extractor.
“Consiste en dos alambres que estarán pasando corriente y en el momento en que la abeja se ubique entre éstos se cerrará el circuito recibiendo una pequeña descarga, es decir, el estímulo eléctrico”, comentó Romano Rodríguez.
En todo momento se ha buscado no matarla ni lastimarla y mantener los parámetros de producción del insecto. “Se hizo así principalmente por el impacto que tiene la abeja en el medio ambiente y porque queremos recolectar el veneno de abeja para usos médicos”, apuntó el estudiante.
En este último caso, la abeja interactuará con el instrumento para recibir las descargas y depositar el veneno sobre una superficie de vidrio. Éste será llevado posteriormente a un proceso de raspado a fin de recopilar la sustancia. Se requiere de un aproximado de setenta colmenas para obtener tan sólo un gramo de apitoxina.
Se sabe que son más de cien las enfermedades que pueden ser tratadas con esta sustancia (artritis, esclerosis múltiple, estrés o afecciones de la piel), ya que posee propiedades antiinflamatorias y analgésicas, entre otras más.
De momento se busca implementar este extractor en los apiarios de la FES Cuautitlán una vez se concluya completamente el diseño del prototipo para beneficio de la investigación y la docencia que ahí se realiza. Sin embargo, en algún momento podría acercarse a los productores para modernizar sus procedimientos de extracción de apitoxina, llevando así la tecnología universitaria a varios rincones del país.