ISAAC FLORES PINEDA /
Acapulco, 10 de octubre de 2022. En las últimas tres décadas, como destino turístico Acapulco parece haberse detenido en el tiempo.
En ese lapso han surgido y se han consolidado nuevas ofertas turísticas en el país, mientras aquí las grandes ideas mesiánicas han sido “El Acapulcazo”, campañas publicitarias clasistas que reflejaron la pobreza mental y lo atrasado que se quedaron los ideólogos de la entonces Secretaría de Fomento Turístico.
El eterno clima soleado y la maravillosa bahía siempre han sido la mejor carta de presentación de Acapulco, y de esas fortalezas las autoridades del ramo han abusado en muchas ocasiones de simular que se promueve el destino.
El fracaso de la política en materia de turismo de los últimos 20 o 30 años es indiscutible, y quien diga lo contrario que explique el porqué. En lugar de ir avanzando en la conquista de nuevas corrientes de visitantes, se han ido perdiendo segmentos importantes del mercado, cuando en la mayoría de los centros turísticos mexicanos van a la alza.
Eso significa que aquí, o se simulaba hacer, o de plano no se hacía.
Allá por el año 2000 comenzaron a dejar de venir los jóvenes estudiantes canadienses y estadounidenses, también conocidos como los “Springbreakers”; poco después se alejaron los cruceros, pasando de 83 visitas anuales a sólo un puñado de arribos. También se alejaron los Baby Bumers, hasta recibir sólo la visita de unos cuantos fieles canadienses, mientras que encontrar a un turista europeo caminando en la costera es tan poco común como ver a Serrat cantando reggaetón.
Pero eso ya es pasado y ahora no sólo se trata de promover Acapulco, sino también limpiar el desastre que dejaron los que tuvieron el timón del turismo en Guerrero, sobre todo quien estuvo al enfrente casi de manera perenne como titular y que parecía que sería algo así como un secretario vitalicio.
Un día de verano, allá por el 2020, mi hija me preguntó sobre la actividad turística y quién era el que se encargaba de que vinieran los turistas, a lo que tomé el teléfono, busqué en internet el nombre del secretario de turismo estatal, le mostré la foto a mi hija y le dije: “mira, Megan, él es el secretario de turismo y grábate muy bien el rostro porque es muy seguro que cuando tú termines tu carrera y seas profesionista, este hombre siga ocupando el mismo cargo. Lo ha sido de manera ininterrumpida desde que yo iba en la preparatoria allá por el 2000”.
Para fortuna de muchos, mi presagio no se cumplió -esperemos que no se cumpla-, la llegada de la 4T al gobierno guerrerense permitió darle la oportunidad de tomar las riendas de la actividad turística a un joven trotamundos al que muchos turisteros vieron con desconfianza porque consideraban que sólo era alguien que se dedicaba a vender viajes hacia la Perla del Pacífico y porque no encajaba en el paradigma que predominó durante las últimas casi dos décadas; ese estilo de derroche y protagonismo absurdo.
Sin embargo, aún con los recelos del sector, las ideas que planteó al inicio la Secretaría de Turismo Estatal hoy comienzan a tener sentido y la niebla se empieza a despejar.
Se puede establecer que el despegue de la política en materia turística comenzó con el Tianguis Turístico pasado celebrada aquí en Acapulco.
Durante años se acostumbró a que cada que terminaba el Tianguis Turístico, los funcionarios pintaran panoramas extraordinarios, prometiendo que Acapulco volvería a vivir la arcadia de su época dorada; sin embargo, al final no se veía nada nuevo, playas y hoteles se llenaban en puentes y vacaciones como ha sido toda la vida.
¡Ah!, pero eso sí, a los funcionarios estatales se les inflamaba el pecho de presumir que Guerrero había logrado ser galardonado por el mejor stand del Tianguis, y al final avances tangibles en el turismo no se notaban.
En el pasado Tianguis, Santos Ramírez Cuevas, el joven touroperador surgido de las entrañas de las agencias de viajes, también se sentó y dio una conferencia para decir que los resultados se reflejarían este mismo año, pero nadie le creyó. Quizá por la costumbre de escuchar cada año las mismas cuentas alegres.
No obstante, cifras son amores y hechos convencen más que una fina perorata.
Con la pandemia todavía vigente, la Semana Santa logró una recuperación a la altura de lo que se prometió con más de 10 puntos porcentuales, pero la sorpresa la está dando octubre.
Se puede decir que la Mega Cumbre Deportiva Guerrero 2022 es histórica y posiblemente sea el modelo a seguir en la recuperación del turismo en tiempos post pandemia.
Y vea por qué: durante un mes de forma garantizada visitarán al estado más de 70 mil personas, entre deportistas, acompañantes y familiares.
La presencia de estas 70 mil personas durante el mes en Acapulco, Taxco, Ixtapa, Coyuca y Chilpancingo, dejará una derrama superior a los 500 millones de pesos, cifra que sin duda caerá como una bocanada de aire fresco al llegar en el mes de más baja afluencia de todo el año.
Para darnos una idea, un hotel de la costera que el año pasado registró un 25 por ciento de ocupación en el primer fin de semana de octubre, en este año, en ese mismo fin de semana, está reportando casi 60 por ciento de ocupación en cuartos. Es decir, el impacto de uno de los acuerdos logrados en el pasado Tianguis se está viendo reflejado al fin en los bolsillos, pero de los ciudadanos que viven del turismo y no de los vividores del turismo, como ocurrió durante mucho tiempo. Esos tiempos en los que alcanzaba para los lujosos departamentos en Costa Azul para funcionarios de mediano nivel.
No podrán ser los actuales funcionarios de turismo los anfitriones de lujo para gorrones de cuello blanco que había antes, pero creo que están haciendo lo importante, que vengan vacacionistas en meses críticos y que el dinero de la promoción impacte positivamente en los hogares de las camaristas, taxistas, bell boys, meseros y demás prestadores de servicios.
Solo falta que se logre la meta de la ampliación de la estadía por noche para terminar de convencer a quienes todavía añoran el regreso de aquella casta acostumbrada para que se gasten los dineros del pueblo en viajes con amantes en primera clase para cenar caviar y langosta en lujosos restaurantes de la Península Ibérica, bajo el argumento de promocionar al estado de Guerrero.
“Ayer estaba tomando una cerveza debajo de un puente y ahora estoy cenando con ustedes”, habría dicho el joven funcionario de Caleta durante una lujosa cena cuando fue nombrado como secretario, parafraseando la escena en la que Jack Dauson, interpretado por Leonardo DiCaprio, está cenando y bebiendo champagne con elegantes hombres de negocios y millonarios antes del hundimiento del Titanic, en la cinta homónima.
La frase está cargada de simbolismos, uno era recordar el origen del que la citó, pero también como mensaje para avisarles que se venía a cambiar el estatus quo y que las políticas serían distintas con la Cuarta Transformación, que habría austeridad pero también mucha creatividad y visión de desarrollo integral.
En aquella ocasión muchos tomaron la frase como ofensa y símbolo de que habría revanchismo, pero hoy esas palabras comienza a tomar sentido, sobre todo ahora de que tanto el prestador de servicios como el hotelero ven que este mes ya no fue más ‘octambre’.