La deningrante Organización de Estados Americanos y el Macho Camacho
JOSÉ CARLOS LUQUE BRAZÁN /
Una de las democracias más avanzadas de América Latina ha caído. El día de ayer 10 de noviembre del 2019 quedará registrado en la historia como el día del golpe de Estado al gobierno de Evo Morales y quizás como el inicio del fin del proyecto plurinacional en el país andino, un proyecto que a diferencia de Perú y Chile, se fundó en una Constitución originada en una Asamblea Constituyente.
Terminan de esta terrible manera 15 años de igualdad política y social, prosperidad y progreso económico para la mayor parte de los bolivianos y bolivianas y empieza un ciclo conservador que carece de legitimidad popular pero que cuenta con el apoyo de un sector de las Fuerzas Armadas y Policiales que lideradas por el líder religioso fundamentalista Luis Fernando Camacho, se abalanzaron violentamente sobre el 47 % de la población que votó por Evo Morales y el Movimiento de Afirmación Sociales (MAS).
El fin del gobierno masista se resume en cuatro actos que componen una dramaturgia racista encabezada por los sectores que en Bolivia se consideran “blancos y occidentales” y que históricamente dominaron y explotaron a la población indígena altiplánica; por eso, por su composición pluri-étnica, cualquier análisis de la crepitante y violada democracia boliviana tiene que considerar las variables étnicas en su análisis
Acto primero: Antes el acabar el conteo de las elecciones realizadas el 20 de octubre del presente año, el candidato conservador Carlos Mesa -heredero político del ex presidente neoliberal Gonzalo Sánchez de Lozada- se proclama ganador; pese a que nunca estuvo por encima de la votación popular de Evo Morales y descalifica todo el proceso electoral, seguidamente, Luis Fernando Camacho inicia una serie de revueltas en las calles de la conservadora ciudad de Santa Cruz, en dónde, siguiendo el ejemplo del presidente de Brasil, el ex militar golpista Bolsonaro, promete “llevar a Dios de vuelta al Palacio Quemado”, se inicia así la violenta persecución de los dirigentes y militantes del MAS y paralelamente, esta misma derecha boliviana, invoca la intervención de la desprestigiada Organización de Estados Americanos (OEA), lamentablemente, Evo Morales cae en la trampa y acepta el dardo envenenado.
Acto segundo: Evo llama a la OEA para dar certeza del proceso electoral presionado por la derecha boliviana, pero el ascenso de la movilización y la persecución de los dirigentes y autoridades del gobierno democrático aumento, los sectores populares masistas se movilizan y contienen en La Paz el avance de los seguidores de Carlos mesa y del líder religioso Luis Fernando Camacho.
Acto tercero: La OEA avala sin pruebas los argumentos de la derecha, la cual simultáneamente desata el aumento de la violencia en contra de los partidarios del MAS, lo que termina perfilando un empate entre las fuerzas masistas y las conservadoras en Bolivia.
Acto cuarto: Las Fuerzas Armadas apoyan a Carlos Mesa y le piden al Presidente Constitucional su renuncia y la de todo su gabinete. Evo Morales decide renunciar para impedir una guerra civil en el país andino, horas después ingresa al Palacio Presidencial en La Paz, el líder fundamentalista Luis Fernando Camacho quien improvisa una ceremonia litúrgica en donde celebró el fin del gobierno de Evo Morales, así el Macho Camacho, devuelve el poder a las élites conservadoras bolivianas. Ahora tendrá tiempo para seguir sus negocios neoliberales y seguir la huella de su admirado presidente brasileño Jair Bolsonaro. Mientras tanto en Chile, el presidente Piñera, amparado en una constitución hecha por el dictador Pinochet, continua masacrando al pueblo chileno movilizado y la OEA, en este caso, mantiene su silencio cómplice. Finalmente, el gobierno mexicano da asilo político a dirigentes del MAS y ofrece protección diplomática al ex presidente Evo Morales.
Termina así, un capítulo más de la democracia y sus descontentos en América Latina, con el típico colofón autoritario de siempre, con un golpe de Estado, seguramente lo que viene ahora es una nueva Constitución política hecha a imagen y semejanza del Macho Camacho. Amén, compatriotas.