KAU SIRENIO /
Ciudad de México, 24 de abril de 2023.
En el cerro La Canoa hay música y danza. El pueblo platica con la lluvia.
Cada año, los na savi (gente de la lluvia) ofrendan a Tàa Savi (Señor de la Lluvia) para que anegue arroyos y ríos con lluvia abundante. Para esto, suben a los cerros cada 24 de abril.
Al cerro donde suben a pedir la lluvia se le llama Ve’e Savi (Casa de la Lluvia), pero en el paganismo lo llaman “San Marcos”.
Mientras la banda comunitaria toca sones y chilenas en el cerro La Canoa, el mayordomo de Ve’e Savi reparte aguardiente a los asistentes. El sabor costeño de la fiesta lo ponen las mujeres que bailan unas piezas.
El profesor na savi Margarito Palacios cuenta que la iniciativa para recuperar el ritual surgió en un encuentro de la lengua Tu’un Savi (Palabra de la Lluvia o Mixteco):
“Es una iniciativa que propusieron los compañeros maestros en el IV Congreso de Tu’un Savi celebrado en Jicayán de Tovar en el año 2014”.
El cerro La Canoa se ubica al Sureste de Ometepec, Costa Chica de Guerrero, ahí los na savi migrantes organizan ceremonia de pedimento de la lluvia con el fin de recuperar su ritual como acto de resistencia. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (Inegi) de 2015, la población indígena en este municipio es de 17 mil 558 personas que hablan una de estas dos lenguas: Ñoomdaa (amuzgo) y Tu’un Savi (mixteco).
El maestro bilingüe agrega: “En el Congreso de Tu’un Savi acordamos reflexionar de nuestro origen y su relación con la naturaleza. Además, nos propusimos buscar a los hermanos migrantes na savi para que juntos recuperemos nuestro ritual. Logramos el consenso en la mayordomía”.
Cuando el Sol besa el cerro La Canoa, Margarito Olea García empieza a platicar con Tàa Savi (Señor de la Lluvia):
“Kumi tutun ve’e, Kumi tutun Ñuu, Kumi nu savi, vaxi yu ve’e mi yàa un tàa taku ini, ta ka’an yu xà’a na ñuu, ta kakan yu savi va’a, savi nàma, savi ña tata, savi nìnu, ku ta ko’o na vali, na ñuu xi’in kiti, ta koso ra ìtu, ta kòo nuni. Na koò tama tixi ñuu… (Cuatro esquinas de la casa. Cuatro esquinas del pueblo. Cuatro tipos de lluvia, vengo a tu casa, señor de alma grande, porque del pueblo me pidió que viniera a pedirte lluvia buena, lluvia abundante, lluvia de cultivo y lluvia de respeto, que haya agua para que beban los niños, el pueblo y los animales, que la lluvia riegue la milpa para que haya maíz. Que no haya hambruna en el pueblo…)”.
Nacido en Metlatonoc, Olea García es el encargado de hablar con el señor de la lluvia para que llueva durante el verano. No solo pide lluvia abundante, también aboga por la gente de la lluvia que su creador no les mande enfermedades.
Mientras el orador presenta la ofrenda en la casa de la lluvia, la banda de música de viento de la colonia Alianza Campesina presenta el son de la danza de la Conquista. Los danzantes salen en dos filas: de un lado unos hombres vestidos a la usanza mexica representan a los pueblos nahuas y la otra fila visten de azules. Son los españoles.
La primera pieza es para hacer reverencia ante el altar del señor de la lluvia. Después viene lo que ellos llaman batalla que escenifican el enfrentamiento entre dos culturas. Así reviven su pasado para no olvidar que a sangre y fuego la iglesia le impuso la religión y les arrebató su tierra.
Margarito Palacios dice que cada año suben a las comunidades de origen a buscar el orador que va a la casa de la lluvia a abogar por ellos.
“Todos a los años conseguimos apoyo con oradores de la montaña. De Yuvi Nani, de San Miguel Amoltepec, municipio de Metlatonoc y Cochoapa el Grande».
A esta casa de la lluvia empezaron a subir los maestros bilingües. Pidieron apoyo a los migrantes que bajaron de las comunidades de Dos Río, San Miguel Amoltepec y Joya Real, municipio de Cochoapa el Grande; San Pedro, Jicayán de Tovar y Rancho Viejo, municipio de Tlacoachistlahuaca; y de San Miguelito, municipio de Alcozauca de Guerrero.
Ni siquiera el golpeteo de los machetes de los danzantes perturba al orador quien empieza a presentar la ofrenda: aguardientes, agua de jamaica, agua, cerveza; huevo de gallina que los pobladores llevan y comida. Luego los ayudantes del mayordomo sacrifican una ternera para ofrendar su sangre. Después descuartizan el vacuno y lo llevan a la cocina para que las mujeres lo preparen en una rica barbacoa. El primero platillo se sirve de ofrenda.
Hace seis años los organizadores del pedimento de la lluvia buscaron a los primeros migrantes na savi para preguntarles a qué cerro subían a pedir la lluvia.
“Preguntamos a los primeros migrantes na savi que poblaron por primera vez Ometepec. Ellos viven en la colonia Alianza Campesina. Así fue, cómo logramos articular la mayordomía” cuenta Margarito Palacios González.
Agrega: “Al cerro La Canoa, primero iban a ofrendar los na savi y Ñomndaa. Pero en los últimos años se han sumado los mestizos y afromexicanos”.
Las mujeres sueltan las cucharas y se van a la pista a bailar al compás de la música Ñuu Savi, mientras que los hombres extienden una lona para cubrirse del Sol que los tuestas, antes de la primera nube que se dibujó al Sur de la casa de la lluvia. Así termina un día lleno de ritualidad Ñuu Savi.
En los pueblos Ñuu Savi de la Costa Chica y Montaña de Guerrero, el ritual de pedimento de la lluvia empieza el 24 de abril; sin embargo, si no llueve las comunidades se organizan para volver a ofrendar, hasta que llueva. Por su parte, los pueblos nahuas de Chilapa, Zitlala y Martír de Cuilapan (Apango) lo celebran el 1 o 5 de mayo.
Esta entrevista se publicó en Pie de Página, un portal periodístico independiente, conformado por una red de periodistas nacionales e internacionales expertos en temas sociales y de Derechos Humanos. Se reproduce para los lectores de La Plaza con autorización del autor.