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CAMILO VALENZUELA*    /

 

Ciudad de México, julio de 2020.

La peor pandemia y la profunda crisis económica-social y ecológica en curso, hablan del agotamiento de la globalización neoliberal en el mundo. Para México, esta tormenta de consecuencias y duración imprevisible, expresa la debacle del capitalismo privatizador-concentrador de la riqueza, que en los últimos 40 años de prianismo destruyó los avances productivos y sociales del período pos Revolución Mexicana, al subordinar la dinámica nacional al sector exportador y a las decisiones de la vecina potencia imperialista en decadencia.

Encarar turbulencias del vendaval mundial y nacional en curso, exige políticas y medidas para acelerar el tránsito hacia una nueva economía y un nuevo régimen político, en el que predominen necesidades y participación de la mayoría, por sobre intereses y resistencias del gran capital y castas de privilegios y corruptelas a su servicio.

Mas, para avanzar en estos retos agigantados, no solo se requiere que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador asuma esas políticas y medidas extraordinarias, exige sobre todo saltos cualitativos en el desarrollo político-organizativo del bloque progresista, especialmente saltos en nivel de lucha y organización de clase trabajadora y pueblos de México, para que aporten mayor consistencia y empuje a ese bloque y al gobierno.

Uno de estos saltos cualitativos es la urgencia de que fuerzas y militantes de Vertiente Socialista Mexicana superemos la dispersión y cultura grupuscular, para ser capaces de contribuir a elevar un nivel de lucha y organización unitaria de las clases populares y sus movimientos. Avanzar en confluencia y hacia la unificación de fuerzas y militantes socialistas, requiere una coincidencia táctica básica que permita desplegar actividad política inmediata común: asumir que el gobierno de AMLO es progresista… requiere también asumir una tarea política-organizativa estratégica prioritaria, que implica priorizar también, el esfuerzo compartido de actualización programática-estratégica y de métodos de trabajo que superen la cultura de prácticas verticales-centralistas.

Esta tarea política organizativa prioritaria, es la conformación a corto plazo de un Movimiento Ecosocialista de Poder Popular de masas, en el que confluyamos fuerzas y movimientos sin necesidad de diluirnos previamente… siendo evidente la impotencia política de socialistas para incidir en procesos en curso abierto por el triunfo ciudadano-popular del 2018. La necesidad de construir un instrumento político que potencia nuestra capacidad eficacia, es ineludible y urgente.

Urgencia de un actor político-social con identidad ideológica y rumbo estratégico, es trascendente para profundizar y acelerar la transformación posneoliberal, e imprimirle perspectiva poscapitalista.

*Artículo publicado en la revista Unidad Socialista, órgano informativo del Movimiento de Unidad Socialista.

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