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*Con ella como primera mandataria “llegan nuestras hijas, nuestras amigas y compañeras, nuestras madres que nos dieron la vida, y nuestras bisabuelas que no aprendieron a leer y escribir porque la escuela no era para niñas”, subrayó

MARISOL WENCES MINA /

Acapulco, 01 de octubre de 2024. Claudia Sheinbaum, la primera mujer en asumir la presidencia constitucional de México, avanzaba hacia la tribuna entre apretujones de diputadas y diputados que luchaban por tomarse una foto con ella. El recinto de San Lázaro estaba lleno, pero lo que más destacaba era la atmósfera de emoción por parte de los morenistas y aliados. El fervor creció cuando recibió la banda presidencial de las manos de Ifigenia Martínez, una histórica luchadora social y pilar de la izquierda en el país.
Como figura clave en la política nacional, la entrega de la banda por parte de Martínez, de 94 años, a Sheinbaum, no sólo marcaba el relevo de poderes, sino también la culminación de una lucha de décadas por la igualdad de género en la política mexicana. El momento fue solemne, pero apenas unos segundos después, el Congreso estalló en aplausos. «Presidenta, presidenta», coreaban los presentes mientras Sheinbaum contenía la emoción. Sus ojos, húmedos; ella tragó saliva por la magnitud del momento.

En su discurso, Sheinbaum no dudó en poner en el centro a las mujeres. «Hoy sabemos que las mujeres participaron en las grandes hazañas de la historia de México desde diferentes trincheras, y también sabemos que las mujeres podemos ser presidentas», afirmó con voz firme, mientras los gritos de «¡Presidenta, presidenta!» retumbaban nuevamente en las paredes del Congreso, aunque solo por parte del bloque morenista y aliados. A lo largo de su intervención, no dejó de hacer alusión a aquellas mujeres que han luchado en silencio, desde las trabajadoras del hogar hasta las indígenas, que con su esfuerzo construyen el país.

El énfasis en la inclusión femenina fue uno de los momentos más aclamados de todo su discurso que duró alrededor de 40 minutos. Sheinbaum invitó a la reflexión sobre el lenguaje y su impacto en la visibilidad de las mujeres. «Hago una respetuosa invitación a que nombremos ‘presidenta’ con A al final, al igual que abogada, científica, soldada, doctora, maestra, ingeniera», comentó, provocando una nueva ovación. «Porque, como nos han enseñado, sólo lo que se nombra existe».

Con cada referencia al empoderamiento femenino, el Congreso volvía a aplaudir en aprobación, sobre todo por parte de las mujeres. Pero Sheinbaum también quiso hacer un reconocimiento a las «heroínas anónimas» que, desde sus hogares y lugares de trabajo, han luchado por sus sueños, muchas veces en silencio: «Hoy quiero reconocer no sólo a las hermanas de la patria, sino a todas las heroínas anónimas que lucharon por sus sueños y lo lograron, o aquellas que no pudieron, pero siguieron adelante», enfatizó.

Visiblemente emocionada, dijo: «Llegan nuestras hijas, nuestras amigas y compañeras, nuestras madres que nos dieron la vida, y nuestras bisabuelas que no aprendieron a leer y escribir porque la escuela no era para niñas». De pie, otra vez la interrumpieron con aplausos, ante el silencio de los panistas, priistas y emecistas.

«Hoy quiero reconocer a nuestras madres, que nos dieron la vida y después volvieron a dárnoslo todo», expresó Sheinbaum quien enfatizó a las generaciones de mujeres que han enfrentado obstáculos para llegar a donde están hoy. «Llegan nuestras bisabuelas, que no aprendieron a leer y escribir porque la escuela no era para niñas. Llegan nuestras tías, que en su soledad encontraron la manera de ser fuertes. Llegan nuestras hijas, hermosas y valientes», dijo, “ellas soñaron con la posibilidad de que algún día no importaría si nacíamos siendo mujeres u hombres, porque podríamos realizar nuestros sueños sin que nuestro sexo determinara nuestro destino», añadió con voz emocionada.

Sheinbaum también subrayó su compromiso con los programas sociales dirigidos a las mujeres y destacó el papel de las abuelas en el bienestar de las familias. «Gracias a los programas sociales de la Cuarta Transformación, nuestras abuelas, quienes muchas veces son el pilar de nuestras familias, han podido tener una vida más digna y autónoma. Ellas, que cuidaron y criaron a las siguientes generaciones, hoy reciben el apoyo que siempre merecieron», declaró.
La nueva mandataria hizo un llamado a seguir construyendo un país donde las mujeres tengan acceso a todas las oportunidades, reafirmando su convicción de que «las mujeres podemos ser presidentas, científicas, ingenieras y cualquier cosa que soñemos. Hoy, nos toca a todas y todos seguir haciendo historia».
La elección de Sheinbaum marca un antes y un después en la historia de México. No sólo es la primera mujer en llegar a la presidencia, sino que es también la primera mujer mandataria de América del Norte. En este día el legado de mujeres como Ifigenia Martínez se materializó en la figura de Sheinbaum, quien, con la banda presidencial en el pecho y las palabras «no les voy a defraudar» como promesa, cerró su discurso con un «¡Que viva México! ¡Que viva la Cuarta Transformación!».

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