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JUAN BLANCO | API GUERRERO   /

Apaxtla, 29 de enero de 2023. Cual si fuera una fiera solitaria y desconfiada andando en el desierto, se atrinchera y aísla en San Felipe del Ocote, un pequeño pueblo fantasma en lo alto de la Sierra del municipio de Teloloapan, en la zona Norte del estado de Guerrero.

Bebe tragos de mezcal sin hacer gestos, en su vaso de plástico transparente. De un plato hondo de unicel que está sobre una mesa de madera deteriorada, toma con sus gruesas y ásperas manos trozos de queso blanco criollo, y se los echa a la boca para comerlos.

Parece no tener ningún temor pese a que su hogar es una comunidad en medio de la nada, entre cerros que guardan pasajes de hechos violentos generados por la Familia Michoacana, hace seis años.

Sin embargo, la tartamudez en algunas de sus palabras lo delatan, y él lo confirma con propia voz: «estoy siendo perseguido y temo por mi vida, y por la de mi familia».

Se trata de Don Misael Figueroa Tapia, quien hace una década fundó el Movimiento Apaxtlense «Adrián Castrejón» (MAAC), una policía comunitaria que buscaba frenar los abusos de la delincuencia organizada en Apaxtla, ante el desdén y abandono del gobierno en materia de seguridad.

En noviembre del 2022, Misael tuvo que huir y se refugió en San Felipe, porque el grupo delictivo identificado como «Los Tlacos» lo quería asesinar, y hasta la fecha persisten la amenazas.

Aún en las condiciones físicas y psicológicas en las que está, y sabiendo del peligro al que se expone, accede a dar una entrevista a reporteros, en la vieja y abandonada iglesia del lugar, donde antes los habitantes se reunían a orar.

Sentado en una banca de cemento y con la espalda recargada sobre un barandal mohoso, con los pies estirados y entrecruzados, el también maestro de profesión da cuenta de algunos momentos recientes de su vida, a lado de la lucha social.

El levantamiento armado

Recuerda que el 3 de noviembre del 2013, cansados de la inseguridad, las extorsiones y secuestros, decidieron fundar el Movimiento Apaxtlense «Adrián Castrejón», para hacerle frente a estos delitos al no haber atención de los tres niveles de gobierno.

Asegura que el levantamiento en armas de ese entonces estaba sustentada en las causas justas y fue su única opción para defender al pueblo de quien tenía asolada la zona: la Familia Michoacana; sin que esto significara estar en contra de las autoridades.

Pero después de un tiempo, afirma que la organización que en su momento nació del pueblo, hoy ya tiene ideales contrarios a los que la llevaron a agruparse; ya está, ‘en pocas palabras’, infiltrada por grupos que buscan el control del territorio para delinquir.

La huida

Recuerda que en su lucha por el poder en noviembre del año pasado, la Policía Comunitaria «General Heliodoro Castillo», invadió Apaxtla, provocando el desplazamiento de familias, entre las que se encuentran la de él, y la desaparición de varias personas del pueblo.

A partir de entonces, en una asamblea el MAAC y la ciudadanía lo desconocieron como su líder, de modo que junto a su esposa e hijos tuvieron que salir huyendo, dejando hogar y pertenencias.

«No quedó de otra y tristemente así fue», manifiesta con la voz entrecortada, casi al borde del llanto. «No tengo nada que esconder», remata.

La nueva dirigencia del MAAC, quien ante la presión tuvo que aliarse con la Policía Comunitaria de Tlacotepec, acusó al profesor de tener vínculos con la Policía Comunitaria Tecampanera y con su dirigente Juan Carlos Flores Ascencio, alias «La Beba», así como haber cobrado cuotas y de haber permitido la instalación de tiendas de droga, motivo por el cual lo expulsaron.

Al respecto, Don Misael Figueroa responde: «Yo no tengo ningún reparo, no tengo nada que esconder; ahí están los comerciantes, los ciudadanos, y si alguna cosa tengo que pagar con gusto lo hago, estoy en la mejor disposición, pero que me comprueben que cometí alguna cosa ilícita».

Necesario que el Gobierno retome la gobernabilidad

Ante las constantes confrontaciones entre las policías comunitarias de Apaxtla y Teloloapan, que provocaban temor entre la población, la Guardia Nacional, el Ejército Mexicano, Policía Estatal y Ministerial, desmantelaron los retenes y campamentos que mantenían sobre las carreteras estos grupos armados, y tomaron el control de la seguridad el pasado sábado 21 de enero, donde hasta hoy ahí permanecen.

Sobre esto, el maestro pide a las autoridades mantener los operativos en esta zona de la entidad y a no permitir que ningún grupo tenga hegemonía y el control del territorio, «porque un pueblo armado, y durante muchos años, no es bueno para nadie, por eso es necesario que el gobierno federal y estatal restauren la gobernabilidad y seguridad en nuestros pueblos».

Seguro de sus palabras, continúa diciendo: «queremos recuperar la fe y creer en nuestras instituciones que están obligadas a realizar ese trabajo que están realizando ahorita, para recuperar la tranquilidad».

Mientras la paz no llegue y su vida y la de su familia siga en peligro, Don Misael continuará afincado buscando sobrevivir en el asolado San Felipe del Ocote, que ante la situación de vulnerabilidad, ya analiza renunciar a su plaza de maestro que había venido ejerciendo desde hace 20 años aproximadamente. (www.apiguerrero.net)

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