Convocados por el Grupo Aca, periodistas y académicos recuerdan a la ex directora de El Sol de Acapulco, ex académica de la Universidad Loyola “pero sobre todo, amiga, madre, esposa, abuela”
VERÓNICA CASTREJÓN ROMÁN /
Acapulco, 29 de febrero de 2020. “En todo amar y servir”. Con ese principio de San Ignacio de Loyola, resumió el presidente del Grupo ACA, Melquiades Olmedo Montes, la trayectoria de vida de Eloína López Cano, periodista, escritora, académica, promotora cultural, funcionaria y servidora pública; pero más que nada, amiga, abuela, madre y esposa.
Ayer, mediante un emotivo y sensible Conversatorio en el que participaron periodistas, académicas, amigos y amigas y quien fuera su esposo, Javier Morales Bougart, la remembranza sobre la labor de la ex directora del diario El Sol de Acapulco, recalcó la valentía con la que llevó a cabo su labor.
Un ejemplo de ello, lo recordaron las ponentes que presidieron el acto, fue su decisión de publicar la nota y las fotografías de la matanza de campesinos en el vado de Aguas Blancas que después de dar la vuelta al mundo, provocaron la caída del entonces gobernador de Guerrero, Rubén Figueroa Alcocer.
Manú Dornbierer, escritora y columnista de múltiples medios, acusó a los entonces directivos de la Organización Editorial Mexicana (OEM), de la cual forma parte El Sol de Acapulco, de haber sido “nefastos” con ella, luego de que se atreviera a publicar esa noticia; “porque ella le dio la altura que no tuvo, salvo el período que ella dirigió El Sol de Acapulco. Fue muy injusto con ella y no es ningún secreto, que le dio una calidad transicional que (ese periódico) no tenía”.
En el conversatorio, las voces fraternas de ella y de las periodistas Mari Trini Ponce Rosas, Areli Eunice Gómez, Ildebranda López Landeros y Margarita Mundo, retrataron con palabras dulces el carácter, la generosidad, el don de gentes y el profesionalismo de “Eloína”, y desgajaron ante la audiencia la fruta jugosa de su vida.
La convocatoria al auditorio de la Universidad Loyola, la hizo Melquiades Olmedo como una primera parte de los festejos por el 50 aniversario del Grupo Asociación Civil Acapulco (Grupo ACA), que Eloína López Cano también presidió.
La editora y periodista, Maritrini Ponce, puso el acento en el decálogo de periodismo con el que Eloína López Cano dirigió siempre los trabajos de quienes tuvieron la fortuna de trabajar a su lado y recalcó su condición como la primera mujer que dirigió un periódico de cadena nacional con distribución estatal en Acapulco.
La periodista, académica y pintora, Areli Eunice Gómez, la recordó siempre alegre y jovial, al mismo tiempo que inteligente, atrevida, desafiante y profesional. Contó la anécdota de cuando ella se vio obligada a enfrentarla en un pleito laboral, y cómo al final, “no existieron los rencores y continuó nuestra amistad”.
Margarita Mundo, editora y empresaria, emocionada comentó que se hizo amiga de ella cuando formó, junto con otras mujeres, la Asociación de Mujeres de Prensa del estado de Guerrero. “Hablar de Eloína López Cano -dijo- es hablar de un ícono de la amistad y es revalorar su entereza y generosidad de tejer fino; las personas mueren cuando son olvidadas y ella difícilmente lo será”.
“Era una walkiria del lenguaje; detestaba las faltas de ortografía”, calificó la catedrática y comunicadora, Ildebranda López Landeros, quien analizó sus remembranzas desde una dualidad: Eloína y Lina; la primera, como una profesional honesta, sensata y amable.
Dijo que sintió miedo cuando fungió como coordinadora académica de Eloína López Cano a su paso por las aulas de la Universidad Loyola; pero ella, acotó, fue muy generosa, “centrada, burbujeante, intensa como docente a la que pocas veces vi enojada”.
“Y a Lina la conocí en un taller de Biografía Femenina; fue un crack en mi cabeza y en mi corazón porque ella relató ser un ser humano que yo no conocía y que narró su profundo amor a Javier. Yo quiero ser así, pensé, quiero eso a su edad; construir esa relación sólida, divertida… amorosa”, comentó con emoción contenida en la voz que ante el micrófono recordó el último 14 de febrero en que festejó su cumpleaños rodeada de muchas amigas, “estaba radiante y luminosa; nos dio su luz”.
Al final, el arquitecto Javier Morales Bougart agradeció a Eloína López Cano el haber sido “una inspiración divina como esposa” y terminó: “Un pedacito de ti se quedó en nuestros corazones; aunque ya no estás, Dios nos permitió tu legado”.
Legado que quedó de manifiesto con las remembranzas en el conversatorio.