VERÓNICA CASTREJÓN ROMÁN /
Acapulco, 28 de febrero de 2019
* Su mantra, “tengo derecho a la abundancia”
* Su manto, la impunidad
Este mes se cumplieron dos años de que fuera asegurada una bodega con pertenencias del ex mandatario veracruzano, Javier Duarte de Ochoa y de su esposa, Karime Macías Tubilla.
En ese lugar, la esposa del ex gobernador, preso en el reclusorio norte desde julio de2017, guardaba un diario personal en el que, según denuncia del hoy gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, la ex titular del DIF jarocho “anotó de puño y letra números de cuentas bancarias, referencias sobre propiedades en México y el extranjero, así como una relación extensa de familiares, funcionarios públicos, socios y diversas personas con quienes hacían negocios ilícitos al amparo del poder´”, según narraron crónicas periodísticas.
Aún más, Yunes Linares dijo que Karime había dibujado ahí un mapa con una relación de sus casas y departamentos, ubicados en distintas partes del mundo, más una serie de documentos que “presumiblemente vinculan directamente a la señora Karime Macías de Duarte en la planeación, preparación y ejecución de acciones para desviar recursos públicos en beneficio personal y de algunos cómplices”.
Y por si fuera poco, el citado gobernador anunció el hallazgo de una de las quién sabe cuántas cuevas de Alibabá-Duarte Ochoa. Ahí, entre piezas de arte, lujosas vajillas y objetos varios, encontraron libretas en los que la primera dama de ese estado anotaba las cuentas de los 40 ladrones: posesiones diseminadas por el mundo, lo mismo que varias cuentas bancarias que respaldan miles de millones de pesos provenientes de un estado en el que seis de cada diez habitantes son pobres; es decir, 4 millones 634 mil 200 personas viven en situación de pobreza, lo que significa el 58 por ciento de la población veracruzana.
Durante la gestión de Duarte y su mujer (2010-2014), la pobreza extrema aumentó un 22 por ciento en Veracruz, de acuerdo con el informe Medición de la pobreza en México 2014 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval); por eso tal vez, algún día, después de la meditación en su clase de yoga, la niña-rica casada con un panadero plebeyo, acumuló una oración en una de sus lujosas libretas Mont Blanc de mil 600 pesos: Sí merezco la abundancia, sí merezco la abundancia, (casi la imagino rezando en voz baja).
¿Y qué pasó después?, bueno pues el hoy gobernador de Veracruz se comprometió a realizar las investigaciones pertinentes para hacer pagar a Javier Duarte y a Karime sus tropelías con los resultados que ya conocemos: pasó el tiempo, Javier Duarte huyó, luego lo aprehendieron, mientras que Karime Macías huyó a Londres junto con sus tres hijos en donde viven en una residencia cercana a la de la reina de Inglaterra.
Ahí, la ex primera dama, la anfitriona de lujo, la coleccionista de arte, la muerta de spleen por el estado de “confort” que dieron a su vida los millones de pesos escondidos aquí y allá, acostumbra –de acuerdo con medios de comunicación— hacer yoga y recibir masajes faciales después de subir a sus hijos al transporte del colegio Eathon Square, ubicado a escasos quince minutos del palacio de Buckingham.
Ese tren de vida, según Javier Duarte de Ochoa (Javidú como es conocido), le obliga a gastar sólo 180 mil pesos mensuales, por lo que vive mortificado, porque –dice él—es todo lo que tiene y se la pasa “tronándose los dedos”.
En una entrevista telefónica que solicitó a Ciro Gómez Leyva hace dos días, el ex gobernador, con voz compungida se lamentó porque hace dos años que no ve a sus tres hijos, aunque con su mujer habla todos los días pero sin poder verla ni abrazar a sus pequeños.
¿No se dará cuenta este señor, que, pese a todo lo que ahora se sabe de él y de su yogui esposa, es un afortunado?
¿Cuántas madres y padres de familia no tienen ni siquiera la esperanza de volver a escuchar las voces de sus hijas e hijos desparecidos durante su mandato en Veracruz?
¿Qué sentirán los padres y las madres de las niñas y niños condenados a morir por la ruindad de inyectarles agua destilada en lugar de suministrarles quimioterapia?
¿Podrán esas madres susurrar un mantra que les devuelva la tranquilidad y les dé consuelo?
Sólo resta esperar que la abundancia que le baje del cielo sea la de la justicia en un país que permanece a la espera de ver pagar a los responsables de tanto quebranto.