GUADALUPE RODRÍGUEZ /
Acapulco, 03 de noviembre de 2022. Recientemente se realizaron dos festivales con motivo del Día de Muertos en Acapulco. Uno institucionalmente nombrado Tapeshtli (pocos saben qué significa pero le adjudican ser una celebración prehispánica en Acapulco) y el Acatrina Fest realizado por la promotora artística Patricia Monrroy que tiene enfoque turístico-cultural.
Tapeshtli fue organizado por el Gobierno Municipal de Acapulco y, como todos los eventos impulsados por la actual Secretaría de Bienestar y Desarrollo Comunitario, tuvo los beneficios del presupuesto público que incluye alimentos por porras y halagos a los organizadores.
Acatrina, después de haber sido el evento municipalizado desde 2019, en 2022 tuvo que incursionar y realizarse bajo un fondo mixto de recursos propios, iniciativa privada y gobierno estatal, ya que las reuniones entabladas con autoridades municipales no prosperaron pese a los múltiples llamados en medios y por oficios amparándose en el derecho de petición. A decir de la creadora del festival, ella nunca recibió audiencia ni le fue aclarado porqué el presupuesto de egresos 2022 incluye a su evento con un monto de 2 millones 550 mil pesos, para posteriormente enterarse que el evento conmemorativo del Día de muertos sería Tapeshtli.
Tapeshtli con miles de asistentes y el recurso de más de 2 millones de pesos (asignados originalmente al Acatrina en el presupuesto de Egresos de 2022) contó con la tradicional movilización del aparato gubernamental y político de la gestora por excelencia y ahora Presidenta Municipal, y sólo duró un día.
Acatrina por su parte duró tres días, tuvo un simbólico apoyo de Secultura Estatal al prestar el Centro Cultural Acapulco y de la iniciativa privada -local-, así como la colaboración de muchos artistas que acudieron sólo por los gastos en apoyo a Paty- como llaman a la organizadora-.
Tapeshtli explotó lo tradicional con ofrenda, tapetes gigantes en el zócalo y actividades artísticas consideradas -por los que saben- como de baja calidad, pero de alto costo, encabezados por Regina Orozco y Lourdes Munguía. También lucieron las ofrendas colocadas por las oficinas de gobierno, año con año, para quedar bien con el ejecutivo municipal en turno. Las fotos circularon en redes.
Acatrina, con un desfile que desmereció por la poca difusión que se hizo antes, durante y después. Aunque interesante el concepto, no repercutió como el monumental altar del zócalo. Este festival transcurrió con problemas logísticos, poca seguridad y limitados recursos económicos pese al esfuerzo de la directora teatral independiente Patricia Monrroy, quien buscó ayuda con regidores, funcionarios municipales y uno que otro político que finalmente hicieron mutis.
¿Qué les ofende y por qué la presidenta y los regidores no apoyan las iniciativas ciudadanas que promueven arte y cultura en Acapulco? En algún momento escuché a la presidenta Abelina López decir “eso no deberían estar haciéndolo ustedes, eso lo debe hacer el gobierno”, refiriéndose a otro evento cultural independiente en Acapulco -como si ella nunca hubiera hecho cosas que no le correspondían siendo gestora-.
Reflexionando por los eventos antes descritos considero que tenemos el riesgo de una “institucionalización de la cultura en Acapulco”. Estamos ante actores políticos de mente corta que para legitimar sus “esfuerzos” en política cultural, coartan la libertad creativa de los artistas, limitando espacio y apoyos. Y buscando sólo a aplaudidores y personajes que busquen la chamba por la chamba. O que no les importe que ellos -los funcionarios- se pongan las medallitas por su trabajo artístico remunerado. ¿Válido?-si, ¿Justo? -no lo creo.
¿Por qué insiste el Cabildo, la Presidenta y la Secretaria de Desarrollo Social en ser los únicos que trabajan el arte y la cultura?
¿Es su trabajo? -Claro que lo es. Pero evitar que otras acciones de igual o mayor repercusión se hagan por celos protagónicos, no habla bien de este gobierno. Para lograr una buena gobernanza, el gobierno debe tener la capacidad de trabajar con otros actores sociales, grupos organizados, ciudadanos de a pie y otras instituciones, no sólo en cultura, sino en otros ámbitos, sin verlos con rivales.
Debe saber el equipo que encabeza este sector en Acapulco que el arte y la cultura no sólo se consume, sino se ejerce de manera activa. Es un derecho humano el acceso, goce y disfrute pero también la creación y libre desarrollo. Que es correcto invertir en arte y cultura y hacerlo accesible, pero no es justo el aprovechamiento de esos recursos para fortalecer personajes políticos y menos burlarse de los esfuerzos que hacen otros promotores por sacar adelante sus proyectos.
También debe saber el gobierno municipal que los espacios no son de un mandatario, sino de todos los acapulqueños,- y dicho sea de paso no rentarlos para bailes con consumo de alcohol como se hace en la Unidad Deportiva Acapulco (UDA) de Ciudad Renacimiento- .
Sin importar su afiliación o preferencias políticas, se debe garantizar el libre desarrollo cultural de todos los ciudadanos acapulqueños. Los eventos culturales no son sólo fortalecer estructuras políticas, falsas complacencias o para dar de comer a los cuates. Los eventos culturales deben ofrecerse sin filias ni fobias a quien desee acceder libremente a ellos, sin coacción ni presión de ningún tipo.