ROBERTO RAMÍREZ BRAVO /
El Fondo de Apoyo a los Periodistas atraviesa un episodio oscuro que tiene su origen en el Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa (SNRP) y que tiene que ver con la voracidad y la ilegalidad, pero sobre todo con la desvergüenza.
Todo comenzó en un intento del secretario general del CEN, Fernando Ramón Olivas Ortiz, quien desde la Ciudad de México pretendió apoderarse del control del Comité Técnico del FAP, pero no con un fin de buscar beneficios para los periodistas guerrerenses, sino para buscar beneficios personales.
Para ello, Olivas decidió que tras la salida de Salomón Cruz Gallardo del cargo de coordinador de las organizaciones que integran el FAP, debía ocupar su sitio Ricardo González, quien lidera a una organización de periodistas de La Montaña y a quien afilió de último momento al SNRP para darle todo el apoyo a través de las otras secciones de este sindicato que tienen asiento -como organizaciones distintas- en el comité técnico.
Es sotto voce entre periodistas afiliados al FAP, que González es quien le consigue convenios de publicidad oficial de Guerrero y otras prebendas a Alejandro Olivas. Por eso cuando el secretario general de la sección 25, de Acapulco, José Julio Vázquez Hernández, conocido como el Chicha, lanzó una campaña de denostación contra el gobernador, fue el propio Ricardo González, quien en ese tiempo no pertenecía al SNRP, el que operó la suspensión por un mes que se aplicó en castigo al acapulqueño, en un intento de la dirigencia por congraciarse con el mandatario.
El Chicha, a pesar de sus defectos ampliamente conocidos en el gremio periodístico, había contado con el apoyo de buena parte de los integrantes de la sección precisamente porque había mantenido un discurso de relativa independencia y había logrado reactivar a un gremio que por años estuvo abandonado; aunque otros, con argumentos que también son válidos, cuestionaban algunos aspectos de su liderazgo, y aparentemente contaban con el apoyo del dirigente nacional.
Arguyendo un dudoso concepto llamado “traición sindical” que contienen los estatutos del SNRP, Julio Vázquez promovió la expulsión de esos miembros de la sección que lo cuestionaban. La traición consistía precisamente en eso: en cuestionarlo. Al final, el asunto quedó en el limbo, porque la Comisión de Honor y Justicia, que debía valorar esos casos, nunca sesionó, y no se sabe si operó o no ese intento de expulsión.
En ese conflicto, destacó, en apoyo de Julio Vázquez, el representante de la sección 25 ante el FAP, Juan Manuel Millán, quien no solo fue su principal defensa, sino lo acompañaba en el programa Gaceta 25, que Julio conduce por Internet. Sin embargo, un día las cosas cambiaron: Olivas dijo que había que apoyar a Ricardo González para que fuera coordinador de las organizaciones en el FAP y Millán, quien previamente había consultado a los agremiados, no quiso hacerlo, porque en la sección 25 muchos conocen al personaje, y no creen que él sea la persona adecuada.
La reacción no se hizo esperar. Olivas presionó a José Julio, y este, que también apoyaba el rechazo a Ricardo González, empezó a presionar y amenazar ahora a Millán para obligarlo a votar por González. De inmediato, más de una veintena de reporteros representados por el SNRP dirigieron un escrito a Olivas explicándole las razones por las que no veían bien la postulación de Ricardo González, y proponían que fuera la sección 25 la que llevara la coordinación de las organizaciones. Olivas nunca respondió al escrito, pero pidió a Julio Vázquez que iniciara un proceso para expulsar a Millán, a lo que Julio respondió con un escrito donde acusa a su compañero de “traición sindical” y con base en ello, Olivas dirigió un escrito al secretario de Desarrollo Social y presidente del comité técnico del FAP informando la expulsión de Millán y que en su lugar quedaría Servando Martínez Pinzón y como su suplente iría el Chicha, lo que fue visto como una maniobra evidente para que Julio Vázquez regresara en poco tiempo a ocupar su asiento en el FAP. Pero Olivas no se tomó la molestia de darle al acusado la oportunidad de defenderse, sino que ni siquiera se le notificó que ya estaba expulsado, y con ello violó todas las leyes, empezando por la Constitución.
El escrito no fue admitido porque Millán fue nombrado por una asamblea y se le pretendía destituir con un simple escrito, y porque Olivas no tiene personalidad jurídica ante el FAP. Entonces Julio Vázquez se comprometió a llevar después un acta de asamblea.
Pero esa asamblea no se realizó. En los chats de WhatsApp de la sección 25 y de los representados por estas siglas ante el FAP se dio una amplia discusión: varios le pidieron a Julio Vázquez convocar a la asamblea y que ahí se dirimiera ese asunto. Julio expresamente dijo que no la convocaría. Pero el 21 de septiembre se tenía previsto que el entonces alcalde Evodio Velázquez colocaría el busto del fallecido periodista Enrique Díaz Clavel en la plazoleta de la Libertad de Expresión, frente a Capama, y que a ese evento asistiría Fernando Olivas. Hubo algunas muestras de inconformidad entre reporteros, en particular entre los que habían tenido el conflicto anterior con Chicha, y el evento no se realizó. En cambio, se trasladó, pero sin avisar de ello, a la oficina de Evodio Velázquez, y ahí José Julio Vázquez llevó el busto cargando para que el alcalde se lo entregara oficialmente.
Después, empezó una labor de recolección de firmas en apoyo a la destitución y expulsión de Millán, y de respaldo al nombramiento de Servando Martínez Pinzón como representante ante el FAP, mientras en los chats seguía la exigencia de que convocara a la asamblea y el Chicha mantenía su negativa. El lunes 8 de octubre, Julio Vázquez presentó esa lista como si se tratara de un acta de asamblea que se hubiera realizado ese viernes 21, pero si se observan las fotografías del evento, solo había unos cinco o seis de los firmantes del documento. Los periodistas que le firmaron después lo hicieron sabiendo perfectamente que no hubo tal asamblea, que el documento es una mentira pues falsifica y sustituye a la asamblea, ya que a muchos de ellos Julio Vázquez los fue a buscar a sus casas para pedirles la firma y en algunos casos a chantajearlos con algún trámite que les ayudó a hacer o en algunos casos recordándoles que “gracias a él” están en el FAP.
Para cuando estas líneas estén en circulación, seguramente se estará llevando a cabo la sesión del comité técnico del FAP, y tal vez ya se haya tomado una resolución al respecto. A través de interpósita persona, el secretario de Desarrollo Social ya le informó a Millán Sánchez -verbalmente, sin nada por escrito- que aceptará el documento de Julio Vázquez, es decir, que ahora él también lo destituye.
La actuación de Fernando Olivas no es nueva ni es distinta a otras ocasiones. Ya tuvo un conflicto con la sección de Chilpancingo, a la que llegó a desconocer totalmente como parte del SNRP. La razón: Olivas viajaba constantemente a Guerrero y con cargo al FAP se le daba todo tipo de atenciones: pasaje, hospedaje, alimentación y a saber qué más. Un día, alguien en el comité preguntó por qué a ese dirigente que ni siquiera forma parte del FAP se le daban todos esos beneficios, y pidió que se le cancelaran. La sección de Chilpancingo apoyó esa postura y desde entonces a Olivas se le retiraron las prebendas. En respuesta, el dirigente desconoció a la sección rebelde, pero esta se defendió legalmente y no pudo ser echada del SNRP. Claro, en Chilpancingo hubo unidad y claridad en la dirigencia seccional.
En Acapulco, la historia es diferente. Y todo por una traición sindical, traición, por supuesto, de un dirigente hacia sus bases, las que en su momento lo defendieron y le dieron apoyo.