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ROBERTO RAMÍREZ BRAVO    /

 

Acapulco, 08 de febrero de 2021. 

La presidenta municipal de Acapulco, Abelina López Rodríguez, se ha convertido en una figura de resonancia nacional.

No lo es, por cierto, debido a su desempeño al frente del gobierno municipal, ni lo fue por razón de las propuestas, iniciativas o acuerdos que promovió como diputada federal. Su fama se debe a sus declaraciones.

Su primer momento fue cuando contó en tribuna, ante el pleno de la Cámara de Diputados, que sobornó a un juez con 20 mil pesos por una sentencia. Ya como alcaldesa, ha tenido otras perlas declarativas; en un mismo día, dijo que los choferes y comerciantes asesinados en Acapulco son parte de la delincuencia, que los medios de comunicación son los que generan la alarma y les pidió callar como en Cancún, donde, dijo, todos callan porque hay que comer. Fue cuando pronunció el ya clásico grito: “¡Tomen la nota ahí!”, para exigir a los reporteros que, en lugar de tomar la nota de los choferes asesinados y los puestos de la Central de Abastos quemados, la tomaran de uno de sus seguidores que la elogiaba. Los otros dos casos que dieron la vuelta al país, fueron, uno, cuando dijo que la violencia la producía “la calor”, entre otras causas; y el otro, cuando comentó que no había a quien castigar por el tráiler sin control que los normalistas lanzaron contra la Guardia Nacional durante una protesta en la autopista del sol, porque el vehículo iba sin chofer.

Esta forma de plantear las cosas ha generado todo tipo de comentarios adversos, burlas, memes, y, en el caso extremo, la exigencia del PRI para que la alcaldesa dé una disculpa pública y que nombre un vocero o de plano renuncie. Del otro lado, están los que la defienden, sin más argumentos que decir que es una campaña misógina o discriminatoria por sus orígenes indígenas, en una defensa que, en realidad, tampoco ayuda en nada.

Sin embargo, el tema requiere un análisis más serio. En primer lugar, sí son desproporcionados los ataques y burlas contra la alcaldesa por sus expresiones, y aun más lo es la petición del PRI municipal para que pida disculpas, nombre un vocero o renuncie. Lo es más, porque es una postura hipócrita, ya que en toda la historia del priismo que gobernó Guerrero ha habido infinidad de expresiones peores por parte de actores de este partido. ¿Quién no recuerda a Rubén Figueroa Figueroa, Antonio Piza Soberanis, René Juárez Cisneros, Rubén Figueroa Alcocer, por citar algunos que tuvieron más de un desplante grotesco? Entonces, muchos de los que hoy se desgarran las vestiduras, callaron, o aun aplaudieron los dichos de estos personajes.

Y en el país, ni qué decirlo: de todos los partidos, los políticos tienen una comunicación que sería chistosa, de no ser por la responsabilidad que ellos tienen frente a sus gobernados.

A Abelina López hay que tratarla entonces, en la misma medida en que puedan tratarse a otros políticos que dicen disparates o que los han dicho a través de todo el tiempo y el territorio nacional. Sin concesión, pero sin exagerar.

Lo que sí se debe reconocer es que la alcaldesa tiene un fuerte problema de comunicación. Un problema que está en ella, por lo espontáneo con que le salen las frases, pero también, de manera particular, que está en el equipo de Comunicación Social (DCS) de su gobierno.

Cuando Abelina López lanzó su “¡tomen la nota ahí!”, el problema era de ella, pero luego vino un comunicado para justificar el exabrupto (y empezó a ser problema de la DCS) y a través de algunas páginas se difundió un video editado donde este grito ya no aparecía, lo que generó nuevas críticas. A algunos reporteros les bastó el comunicado como disculpa y a otros no. Después, cuando salió el tema de “la calor” (otra vez, problema de Abelina), salió otro comunicado (ahora ya de la DCS), o más bien varios comunicados, intentando justificar la expresión en un artículo de la BBC, y algunos reporteros -convenientemente alineados- salieron también a defender la tesis de que “la calor” genera la violencia.

Y en el tercer caso, con el tráiler, el problema nació en Abelina, y se complicó en Comunicación Social, pues este equipo se fue al extremo de la defensa: lo hizo a través de un meme, en el que sugería que los disparates eran una forma de atraer la atención para visualizar los atractivos de Acapulco. Cito a Mónica Gutiérrez Camacho, ex directora de la Carrera de Comunicación de la Universidad Loyola del Pacífico sobre un mensaje en la página de FB de Abelina López donde se lee: “Ahora que tenemos su atención: visiten Acapulco, el destino turístico más bello del mundo”, y una foto de la bahía:

“Seguramente -escribió la académica en su cuenta de Facebook- a los asesores en comunicación de la presidenta Abelina les pareció chistoso subirse al tren del meme, queriendo con ello verse más listos y ganar likes. Siempre insisto en que, el uso y manejo de las redes sociales para funcionarios deben tener una estrategia desde la comunicación política y no desde la mercadotecnia comercial, esto es un ejemplo. A quienes estén de encargados de las redes de Abelina les recomiendo leer más sobre las funciones y tipologías de la comunicación política, no todo es ganar likes. Esta publicación no cambia en nada la crisis desatada por las desafortunadas declaraciones de su jefa. Su postal de Acapulco no abona nada a la discusión”.

Pero, ¿se puede pedir mucho a un equipo encabezado por un fugaz reportero, que llegó al cargo solo porque ya servía a otro equipo que se posicionó económicamente dentro del gobierno de Abelina López, RH Consultores, y que en privado suele decir que su único interés es que no lo corran de ese trabajo?

En sus redes sociales, el director de Comunicación Social, Javier Octavio León Rubio, escribió lo siguiente: “A quienes me señalan, se les olvida que antes de llegar a esta importante responsabilidad, trabajé también en los medios de comunicación. Sé lo que es el periodismo y sé que es un oficio que debe ejercerse con ética, integridad y profesionalismo. En esta administración no van a encontrar las mismas prácticas de antaño”.

El funcionario se refería -pero no lo dijo- a una denuncia periodística que hizo Carlos Yáñez en su columna Gruñidos Políticos, en el sentido de que León Rubio se adjudicó, a través de la empresa Consultoría y Operación de Medios de Comunicación SA de CV, de la cual él fungiría, según la información de Yáñez, como representante legal, un convenio de 500 mil pesos mensuales.

Eso sí merecería una aclaración, no que hagan aclarar a la alcaldesa sus dichos, lo que la vuelve a colocar en el centro del debate después del error inicial. De todas maneras, este incidente muestra al director preocupado por resolver su propio problema, en lugar de ocuparse del de la alcaldesa.

En conclusión: Abelina López sí tiene un problema de comunicación serio; no es tan grave como para pedir su destitución. Y no es, con mucho, el mayor de sus problemas.

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