VERÓNICA CASTREJÓN /
En Guerrero, hasta el año pasado y sólo durante el primer semestre de ese 2016, la Secretaría de Salud contabilizaba hasta 22 mil 814 casos de diabetes, de los cuales, 3 mil 821 fueron detectados en ese lapso, lo que colocó a la entidad en el segundo lugar de incidencia de ese mal a nivel nacional. Además, y por si fuera poco, en 2015, la diabetes fue la primera causa de muerte en el estado.
Ya en 2010, el censo de población del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) prendió los focos rojos, pues determinó que de los 3 millones 388 mil 768 habitantes de Guerrero, el 60 por ciento se encontraba en riesgo debido a la falta de actividad física, el sobrepeso y la obesidad como consecuencia de malos hábitos alimenticios en los que el consumo de azúcar ocupa un lugar predominante.
Pues bien, a juzgar por lo que sucede, las autoridades sanitarias ven el temblor y no se hincan.
Resulta que en el ISSSTE no existe abasto suficiente para dotar del medicamento necesario a los pacientes que atiende o que debe atender ese instituto.
Ante esa situación, los enfermos que acuden a la farmacia a surtir sus recetes, se encuentran con la impasible cara de un burócrata que sólo acierta a decirles que “no hay”.
Si el derechohabiente tiene las agallas suficientes, reclama, so riesgo de que lo manden por un tubo con cajas destempladas, o que por lo menos, le den orientación para tratar de solucionar el problema.
La solución es que, en caso de no haber en existencia el medicamento recetado, el enfermo puede comprarlo en una de las farmacias que tengan programadas sus computadoras de forma tal que en la factura aparezca el nombre del derechohabiente, para, posteriormente, entregarla en la delegación del ISSSTE que en un término no mayor de un mes debe reembolsar el dinero gastado.
¿Estará enterado de esto el nuevo delegado, Mario Moreno Arcos? En su discurso de toma de posesión señaló sólo de manera general que el ISSSTE enfrenta serias dificultades. Tal vez un discurso en el que hubiera demostrado pleno conocimiento de la problemática que atenderá, desde la silla que ahora ocupa, podría dar mayor tranquilidad a los afiliados que con sus cuotas sostienen al instituto.
El acto en el que rindió protesta como delegado del ISSSTE fue un verdadero boato político con el que lo envolvieron priistas locales y al que contribuyeron el subsecretario de Gobernación, René Juárez Cisneros; el director general del ISSSTE y ex gobernador de Chihuahua, José Reyes Baeza; el director general de Delegaciones de la Secretaría de Gobernación, Juan Brito, y diputados que acompañaron en el acto al gobernador, Héctor Astudillo Flores contra quien, como se recordará, contendió Moreno Arcos en el interior del PRI para la candidatura a la gubernatura del estado.
Ese ánimo festivo con el que lo consolaron, y gracias al cual reapareció en el escenario político el dos veces alcalde de Chilpancingo y ex diputado local y federal, es necesario en los salones y pasillos de los hospitales y clínicas del ISSSTE en donde los derechohabientes son citados a consulta con hasta seis meses de por medio y en donde los enfermos no encuentran la medicina que necesitan.
Es urgente también en los pasillos de las delegaciones sindicales de jubilados, en donde los lamentos por el incumplimiento institucional del pago de bonos y del Programa de Previsión Social son una constante.
La entrega de hojas de préstamos a burócratas del ISSSTE, durante el cuasi destape político-electoral de Mario Moreno Arcos con el que asumió el cargo como delegado de ese instituto, ha sido ampliamente criticado por sectores de la población; pues al más puro estilo priista, a Mario Moreno le prestaron el sombrero de un derecho institucional para dar un realce inusitado a la designación de un responsable de una delegación federal.
Ahora sólo resta esperar que demuestre su sensibilidad ante las carencias en el hospital y las clínicas del ISSSTE, y capacidad para desarrollar su cargo.
