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«No me regalen nada pero sobresalgan», pide Guadalupe este 10 de mayo

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Foto: Rosalba Ramírez Hernández.

 

 

* Guadalupe vive al día y sostiene a cuatro hijos

 

ROSALBA RAMÍREZ HERNÁNDEZ     /

 

 

Acapulco, 10 de mayo de 2017. Guadalupe Rivera Márquez tiene 15 años trabajando como vendedora de esquite, plátanos con lechera y elotes en la calle Quebrada, atrás del Zócalo del puerto y justo afuera de la escuela primaria Manuel M Acosta de donde provienen sus mayores clientes.

Ella comparte más de ocho horas diarias, junto a más vendedores y comerciantes ambulantes, hombres y mujeres aglutinados en el Zócalo y al rededores. Ahí se reúnen para sobrevivir, vendiendo dulces, aguas frescas, lustrando calzado, preparando comida y ofreciendo fruta.

Es -dice- difícil salir adelante con cuatro hijos de diferentes edades. Los días buenos, que son en periodos vacacionales o fines de semana, gana 500 pesos diarios pero los días malos, que son, casi siempre, tan solo 100 pesos.

«No me alcanza porque soy madre de familia y tengo cuatro hijos», tres de ellos varones de 12, 8, y 4 y una niña de 9 años.

Guadalupe relata orgullosa que al menos tres, mantienen calificaciones de 9 y 10 en secundaria y primaria.

Ella y su familia viven al día con lo que le deja su negocio, con ello paga la comida, el transporte y queda aún para sus recesos, con 40 para su hijo que estudia la secundaria, 15 para el de primaria y 20 pesos para el niño que acude al kinder.

A lo largo de su vida, no recuerda un 10 de mayo como un día especial porque para ella, todos los días son iguales; no obstante, añade que al encontrarse enferma, sus familiares le dicen que lo importante es la salud y le piden que se cuide.

«Para mí todos los días son iguales, hay que trabajar por los hijos, no lo celebramos pero en las escuelas nos festejan», señaló.

«Yo les digo a mis hijos no quiero que me regalen nada porque sé que están chiquitos, lo único que quiero para ustedes, es que sobresalgan adelante; también serán padres de familia y no quiero que se queden como yo», añade Guadalupe con lágrimas en los ojos.

A su difícil situación económica, se añade el contexto de violencia que vive el puerto de Acapulco que, a su percepción durante los 15 años laborando en el mismo lugar, se ha incrementado.

El ejemplo de ello -explica- es la ausencia de clientes a partir de las siete de la noche cuando acudían hasta la media noche lo que le reduce su venta y por ende la ganancia pero a pesar de ello, permanece en el mismo lugar desde hace 15 años.

Guadalupe deseó para este 10 de mayo, que no sea el único día en que se le reconozca a las mujeres y madres de familia que a diario se preocupan por sus hijos.

 

 

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