VERÓNICA CASTREJÓN ROMÁN /
Acapulco, 16 de octubre de 2018
No, no sé cuántas van; pero en la página de la Fiscalía General del estado de Guerrero, en lo que va del año, solo en Acapulco desaparecieron once mujeres, niñas, jóvenes y adultas de entre cuatro y 50 años de edad.
Entre esas páginas llenas de sonrisas congeladas en el tiempo, no encontré el nombre de Itzel Vega Radilla, la joven educadora que fue encontrada asesinada la tarde de este lunes, después de que desapareciera el pasado 12 de octubre, cuando se encontraba sobre la Avenida Universidad, a sólo dos cuadras de la Costera, la principal arteria turística del puerto.
En la página oficial de la Fiscalía aparecen los nombres de Ana Karen Cruz Olea, Janet Inés Guzmán Gálvez, Katia Iridian Castro González, Priscila Alcaraz Villanueva –apenas una niñita como de cuatro años-, Verónica Federico de Jesús, Isabel Viridiana Salinas Carmona, Claudia Yamilet Santana Salinas, Leslie Jaqueline García Álvarez, Wendy Venegas Gaitán, Martha Infante Rodríguez y Rosa Isela Paredes Arellano. Todas desaparecieron sin dejar rastro de enero a octubre de este 2018.
Pero no son todas, en las 23 páginas virtuales de esa dependencia con cincuenta fotografías de personas desaparecidas cada una; hay muchas más mujeres de distintas partes del estado, principalmente de Chilpancingo. ¿En dónde están? Desde esa foto sonríen en un momento alegre de sus vidas. ¿Quién las tiene? ¿Por qué y para qué se las llevaron? ¿Seguirán vivas?
Imagino las preguntas de tantas madres y padres de familia, tantos hermanos y hermanas, tantos novios y amigos, tantos esposos, y no puedo imaginar siquiera su enorme amargura y desesperanza.
Los lugares de las desapariciones son de todos lados; diferentes colonias populares, zonas turísticas, diferentes horarios; de día, de tarde, de noche. Me estremece el miedo, ¡no hay un lugar seguro!, y puede pasarnos a todas, niñas, adolescentes, jovencitas, adultas y hasta ancianas; ninguna está a salvo.
Hoy, los familiares de Itzel Vega Radilla convocan a una marcha; una movilización social más y por las mismas razones: mujeres muertas a manos de criminales que gozan de absoluta impunidad ante los ojos pasmados de una sociedad civil que está cansada pero que ya habla de organización, de unión… de levantar las voces.
¿Y las autoridades? También sonriendo en las fotografías, también pasmadas ante un problema con el que no han podido, también lamentando los cruentos desenlaces.
¿Y qué dice el gobernador, Héctor Astudillo?, ¿qué, la alcaldesa, Adela Román Ocampo? ¿Cuáles son los programas innovadores para apaciguar este estado de cosas? Nos están matando y desapareciendo y pareciera que no pasa nada, nadie hace nada.
Nos queremos vivas, libres y sin miedo en Acapulco y en todo el estado de Guerrero. ¿Es esto posible?