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* La constructora Materiales Elementales edificó 29 casas literalmente de unicel y madera, pero Sedatu le permitió construir otras en Tierra Colorada

ROBERTO RAMÍREZ BRAVO  /

 

Lo que el fuego se llevó. Foto La Plaza.
Lo que el fuego se llevó. Foto La Plaza.

Tierra Colorada, 14 de febrero de 2017. El fin de semana pasado, 21 casas construidas para damnificados de los meteoros Ingrid y Manuel fueron arrasadas por un incendio. Del total de 34 viviendas del fraccionamiento Papagayo, ubicado en este municipio, solo ocho quedaron en pie, y cinco no fueron tocadas porque ni siquiera habían sido construidas.

Pero el incendio, cuyo origen se desconoce aunque se presume parte de otros incendios forestales que ocurrieron en el área del poblado Papagayo, reveló otras circunstancias: el fraude cometido por las empresas y la propia Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano que permitió edificar en esas condiciones, y la indolencia de las autoridades actuales de la dependencia para resolver el problema que tiene detenidos 14 fraccionamientos para damnificados en la entidad a pesar de pronto se cumplirán cuatro años del desastre.

En el fraccionamiento Papagayo, ubicado en el ejido Plan de Lima, las casas fueron construidas en un cerro. El material con que estaban hechas –panel, unicel, postes de madera, techo de herrería y lámina de fibrocemento, según un reporte de Protección Civil- se convirtió en un importante combustible que todavía el lunes seguía mostrando muestras de ignición: un tronco que aún mantenía la llama viva, humo que salía debajo de algunas láminas, lo que indicaba la existencia de brasa que podrían volver a arder con un soplo de viento.

Las casas fueron construidas en 2013 por una empresa identificada como Materiales Elementales, cuando Jorge Carlos Ramírez Marín era titular de Sedatu y el actual diputado Héctor Vicario Castrejón era delegado en Guerrero de esa secretaría. A un año y medio de haber asumido Armenta la delegación, la situación no ha cambiado un ápice.

Fin de semana de terror

Foto La Plaza.
Foto La Plaza.

Las viviendas se ubican a un lado del pueblo Papagayo, y quienes serían sus beneficiarios viven muy cerca, pero en la parte baja. Las hermanas Maribel y Anayeli Nava Sánchez, cuyas familias quedaron expuestas al inundarse totalmente sus respectivas viviendas, narraron que el incendio comenzó el sábado, proveniente de una barranca que pertenece al poblado vecino.

Durante las primeras horas buscaron apoyo gubernamental pero no lo encontraron. El comisario, relataron, no les hizo caso y solo les dijo que él no se iba a meter en eso del incendio; entonces llamaron a varias oficinas en Chilpancingo pero en ninguna les contestaron, hasta que a través de un conocido en la cabecera de Tierra Colorada pudieron conseguir ayuda. Eso fue el sábado. La dirección de Protección Civil emitió un comunicado indicando que se habían quemado 14 casas y una había sufrido daño parcial.

Pero al día siguiente, el fuego, que se había agazapado entre los escombros, volvió a brotar, auspiciado por el viento, y quemó otras siete viviendas. En total, 21 en el fin de semana.

El lunes se presentó al lugar el delegado de Sedatu, José Manuel Armenta Tello. En entrevista con medios de comunicación, se deslindó. Las obras, dijo, se realizaron antes de que él asumiera la delegación, el 12 de noviembre de 2015.

Foto La Plaza.
Escombros de unicel. Foto La Plaza.

Las casas estaban construidas, precisó, de “unicel, madera y páneles de concreto. La lámina también es fibrocemento. Lo que está consumiendo ahora, por los olores y lo que nos reporta Protección Civil es precisamente el unicel y la madera”.

-Me describe un fraude, delegado, con lo que me dice –le comentó un reportero.

-Es, pues un sistema que no se debió haber utilizado. ¿Quién tomó la decisión? Nosotros no tenemos ese dato. ¿Quién decidió que este sistema constructivo se utilizara? Yo no tengo la información. Lo único que he hecho es dotar a mi órgano interno de control de todos los elementos que aquí tenemos, para que sean ellos quienes deslinden responsabilidades que aquí hubiera.

Anayeli Nava relata que el incendio fue una hoguera “horrible. Aparte de eso, ahorita cómo estamos con la garganta. Los niños. Yo tengo una niña, la tengo con tos, y esto fue el completo. Nosotros estuvimos marcando, incluso yo conozco a un señor de aquí de Colorada, le marcamos, y para que, sí vinieron, porque marcábamos a Chilpancingo y nada más nada. El incendio vino de aquel lado de la barranca, allá pertenece a otro pueblo, de ahí se vino subiendo, el aire lo empezó a traer, hasta que llegaron las llamas a las viviendas, las quemó, lo apagaron, vino PC, apagó, pero en la noche como a las 9, 10, volvieron a quemarse otras casas”.

Fraude conocido, defraudadores apapachados

Paredes de unicel. Foto La Plaza.
Paredes de unicel. Foto La Plaza.

La empresa Materiales Elementales, que edificó estas 29 viviendas, no fue sancionada. Lejos de ello, será la encargada de construir el nuevo fraccionamiento que, según Armenta Tello, se construirá en la cabecera municipal de Tierra Colorada, para el cual ya hay un terreno de una hectárea, y una fecha aproximada de construcción de seis meses.

Pero, según las damnificadas, esa promesa la vienen escuchando desde hace casi cuatro años cuando ocurrieron los meteoros. “El gobierno hasta ahorita no nos ha dicho nada, nada más que ya está el terreno y quién sabe para cuándo van a hacer las casas”, contó Anayeli.

Según el delegado de Sedatu, las viviendas no fueron habitadas nunca porque el sistema constructivo que se utilizó no era el adecuado, pues “es a través de estructuras de madera, no es conveniente ni para la zona, ni para el lugar, ni para las familias. Los usos y costumbres de las familias no permiten que estas casas en voladero sean utilizadas. Ellas requieren un espacio especial para cocinar, para tener a sus animales, en fin, elementos que no fueron tomados en cuenta”.

Sin embargo, es algo mucho más que solo una cuestión de usos y costumbres. Las viviendas están completamente hechas con paneles de unicel recubiertos con una pequeña barnizada de cemento, que cualquier empujón fuerte puede derribar. No hay ni un solo pilar siquiera, que sea de cemento. El piso es igual, un panel al parecer del mismo material: como queda volando, pues las casas se hicieron en una ladera, lo sostienen unas delgadas fajillas de madera.

Piso sostenido por fajillas. Foto La Plaza.
Piso sostenido por fajillas. Foto La Plaza.

Ese es el detalle más cruento: que las viviendas están construidas sobre un voladero. Lo único que las sostiene es un conjunto de cuatro troncos de madera, sembrados estos sobre un pequeño pilar de cemento. A simple vista se aprecia que el piso se hundiría si colocaran en él un refrigerador o una estufa de cuatro quemadores, o una cama. Es difícil creer que esas viviendas hayan sido construidas para habitación de seres humanos.

“Son de unicel son las tablarrocas que les llaman, eso es del material que estaban hechas las casas. Si se da cuenta los pisos, son pisos muy delgaditos que arriba de los palos, imagínese, uno va a ir para abajo”, cuenta Anayeli Nava. Periqueras, les llaman los damnificados, y por ello nunca aceptaron ocuparlas.

“La verdad –dice Maribel Nava- nosotros ya lo dejamos todo por la paz porque vemos que no nos hacen caso, nosotros hemos hecho paros, hemos cerrado la autopista y nada más así nos llevan con engaños, que ya y que ya, y la verdad es que no vemos nada claro”.

De la próxima construcción de las viviendas de que habla el delegado de Sedatu, señala, “ojalá y se cumpla lo que él dice”, pero la confianza es poca. “Lo que pasa es que estas casitas la verdad no sirven, fueron casas desechables que no servían, pues, y por eso es que se quemaron todo”.

José Manuel Armenta Tello. Foto La Plaza.
José Manuel Armenta Tello. Foto La Plaza.

“Nosotros estamos pidiendo y estamos hablando con el delegado, diciéndole que nos hagan caso, que nos hagan caso, que nos entreguen nuestras casas, que para cuándo, y pues él nos dice que ya para este año van a estar”, señala.

En mayo del año pasado, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), clausuró 21 fraccionamientos de Sedatu para damnificados, de los cuales, según informó en conferencia de prensa en diciembre el delegado, solo quedaban 13 pendientes de solución. El lunes, durante su visita al fraccionamiento incendiado, dijo que son 14 los que no han podido retirar los sellos de clausura.

En noviembre de 2015, el Centro de Derechos Humanos La Montaña Tlachinollan, denunció que a través de las empresas constructoras se cometió un fraude multimillonario para damnificados en la región de La Montaña, y que aunque se solicitó a la Sedatu el nombre de las empresas constructoras, la dependencia se negó a entregarlos.

“Así se da ese fenómeno. Hay mucho encubrimiento de las autoridades. Más de 100 mil pesos por cada casa, de no más de 40 metros cuadrados, los materiales son de mala calidad, obligan a que la gente empareje su propio terreno, cuando eso es obligación de la empresa y las familias les tienen que dar de comer a los trabajadores para que les hagan su casa”, dijo su director Abel Barrera Hernández en esa fecha, y señaló que solo en esa región había 4 mil 200 viviendas sin construir que los lugareños tuvieron que rehabilitar con palos y lodo.

Hasta el momento no se sabe de empresas que hayan sido sancionadas. La delegada de la Profepa en Guerrero, Marisela Ruiz Massieu, declaró recientemente que el tema de las clausuras a los fraccionamientos de Sedatu ya no se estaba viendo en la entidad, sino lo habían tomado las oficinas centrales.

En el caso de Materiales Elementales, que empezará a construir en Tierra Colorada las 34 viviendas, Armenta Tello dijo que operará con las mismas fianzas que había firmado cuando comenzó a construir las viviendas del fraccionamiento incendiado.

En cuanto a la posibilidad de ejercer acción penal contra las empresas fraudulentas, el delegado sólo comentó: “Hemos dotado de toda la información que nos ha requerido nuestro órgano interno de control, que es precisamente a quien se le dota de todos los elementos necesarios para que ellos deslinden las responsabilidades”.

Es decir, nada.

 

 

 

 

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