* Hay «un acuerdo no escrito» con Conapesca, alegan los fuereños
HERCILIA CASTRO /
La Unión, 13 de febrero de 2017. Pescadores del municipio de Zihuatanejo, lograron esta mañana que dos barcos atuneros provenientes de Guaymas, salieran de litoral guerrerense, ante la amenaza de la devastación de especies pequeñas.
Desde las 8 de la mañana, una comitiva formada por 30 lanchas de pescadores ribereños artesanales, salieron en busca de los barcos atuneros, que días antes habían estado sacando tunidos a sólo cinco millas marinas de Zihuatanejo.
Las lanchas, se dividieron en busca de los atuneros, pero fue hasta pasadas las 10 de la mañana, en que pescadores de las cooperativas Atarrayeros y Playa Linda, encontraron a uno de los barcos.
Unas siete lanchas, rodearon la embarcación Guaymas, con la matrícula 03032182335, a menos de siete millas marinas enfrente de las torres de la central termoeléctrica Plutarco Elías Calles, en Petacalco.
Ahí, el presidente de la Confederación de Cooperativas Pesqueras de Zihuatanejo, Daniel Pérez Arellano trató de hablar con el capitán, mientras sus compañeros les gritaban “no los queremos aquí, váyanse, váyanse a Colima”, “no los queremos aquí”.
Sin embargo, el contramaestre se mantuvo en la postura de justificar que todos tienen familias, y a ellos les han dado permiso desde la Comisión Nacional de Pesca (Conapesca) de obtener producto a cinco millas de la costa.
Argumentó que el atún no tiene frontera, y pueden sacarlo desde la costa.
Desde el barco, un tripulante tomaba video con su celular tratando de intimidar.
Pérez Arellano y los pescadores zihuatanejenses, enfatizaron que no quieren la presencia de los atuneros en el litoral, además de que esta vez iban de manera pacífica.
Al final el contramaestre aceptó que pescarían 20 millas afuera del litoral.
A los pocos minutos, se acercó el barco atunero de nombre Nair II, y las embarcaciones de los pescadores ribereños artesanales, fueron tras la flota.
El capitán del Nair II, permitió que el presidente de la confederación subiera acompañado de uno de sus compañeros y la prensa.
Ahí, el capitán José, dijo que hay con la Conapesca “un acuerdo no escrito” de que pueden pescar las flotas atuneras a cinco millas de los puertos.
Pérez Arellano y el pescador Damián, abogaron al diálogo, explicándoles el daño que sufren las familias, ya que las flotas atuneras no sólo atrapan los tunidos, sino también especies como pargo, marlín, huachinango, y tortugas.
Además, señalaron que las afectaciones han sido en todo el estado, al menos, desde municipio de La Unión, hasta Tecpan, donde desde el año pasado que inició la presencia de los barcos atuneros y camaroneros, comenzaron a parecer muertas, cientos de tortugas y especies.
Damián les reclamó que el año pasado, quedó acorralado del perímetro de las redes para el atún.
“No, se meten, eso no puede ser, ustedes se meten”, insistía el capitán del barco.
Al preguntársele al capitán del Nair II, cuántos metros se sumergen las redes, dijo que son aproximadamente 40 brazas. Según la medida náutica inglesa, una braza equivale a 1, 8288 metros de profundidad,
Vía telefónica, el presidente de la cooperativa pesquera Atarrayeros, Helio Orbe Solís les dijo que “ustedes argumentan que tienen permiso para extraer en todo el litoral, el detalle es que ustedes se llevan el alimento por el que trabajamos”.
“Nosotros no queremos afectarlos a ustedes, pero tampoco queremos que nos afecten, ustedes deben hacer conciencia, ustedes tiene allá litoral donde pueden hacer su pesca”, subrayó.
El capitán José, luego de estar renuente casi una hora, respondió que se irían del lugar.
“Nos vamos a ir a otro lado”, dijo finalmente.
Pérez Arellano les recalcó que no querían problemas, y los pescadores de Zihuatanejo, son gente tranquila, pero no se iban a quedar cruzados de brazos.
“Nosotros no queremos hacer lo que Oaxaca, que les rompen las mallas, pero entiendan, están en un lugar de conflicto, somos hombres de mar, creo que tenemos palabra y nos vamos a respetar”, dijo.
Al final, los pescadores de Zihuatanejo, observaron cómo se retiraban los barcos rumbo al puerto Lázaro Cárdenas, Michoacán.
Después de varias horas en altamar, los pescadores ribereños aprovecharon para sacar carnada, mientras parvadas de pato buzo y gaviotas revoloteaban, y unos seis delfines, danzaban en medio de las lanchas, como agradecimiento a los hombres del mar.