* Víctor Cardona afirma, al revisar el lugar donde fue abatido el guerrillero, que debió pelear hasta el último momento de su vida
ROBERTO RAMÍREZ BRAVO /
El Otatal, Tecpan, 02 de diciembre de 2020. Lucio Cabañas Barrientos no se suicidó, como algunos afirman, sino que combatió hasta el último minuto de su vida, dice el cronista de la ciudad de Atoyac y uno de los más reconocidos especialistas en el tema de la guerrilla y en particular del histórico guerrillero.
Lo afirmó durante el homenaje que su hija Micaela Cabañas, así como varias organizaciones sociales, llevaron a cabo en el sitio donde fue abatido por el Ejército el 2 de diciembre de 1974. La base de su argumento, dice, está en la revisión del lugar sobre la composición del lugar, oculto durante 46 años a la vista del público, solo registrado en testimonios y documentación oficial, pero que apenas ahora es visitado por primera vez.
Se sabe que el Ejército partió de Guayabillos, distante unos siete kilómetros de este lugar. En esa ruta hasta el sitio donde quedó el cadáver de Lucio Cabaños, se encuentra, unos 15 o 20 metros antes, una pileta, oficialmente murieron dos combatientes, los primeros en morir, Lino Rosas y Esteban Mesino.
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“Según el parte del Ejército, los primeros que cayeron fueron Lino Rosas y Esteban Mesino -dice Cardona Galindo-. Caen de aquel lado (donde está la pileta), a las 8:30 de la mañana. Entonces yo creo, imagino a Lucio en esta zona: si oyó los balazos allá, los tronidos primero, él se defendió desde aquel lado. Entonces murió con su rifle en alto, compañeros”.
Agregó que Lucio Cabañas “murió con su rifle en alto, por eso tiene un balazo en la axila, luego recibe otro en la columna vertebral, y el último, que para mí fue el tiro de gracia, en la cabeza. Él tuvo tres disparos, y a las 8:15 muere en este enfrentamiento. El conocer el territorio a mí me da la razón: Lucio murió en combate, y eso nos debe dar orgullo, porque peleó hasta el último momento, cabrón, de sus suspiros, el último aliento de su vida, peleó por esta patria, por la patria nueva que siempre hemos anhelado todos los que somos de izquierda”.
Recordó que el combatiente no solía moverse en la zona de Tecpan, donde fue abatido, pero tras el secuestro del senador priista Rubén Figueroa Figueroa por parte de la guerrilla, el Ejército sitió los poblados de Atoyac, donde Cabañas tenía su base y su mayor apoyo. Se impidió el tránsito de alimentos y a los campesinos no se les dejaba salir de sus pueblos, por lo que la guerrilla también sufrió por falta de abasto y los militares poco a poco fueron cerrando el cerco. Por eso Lucio Cabañas se fue a Tecpan, donde había un grupo de apoyo pero las condiciones no fueron las mismas y finalmente alguien lo delató, el Ejército le cayó encima y lo mató.
“Yo siempre -dijo el cronista, autor del libro Los imprescindibles– recuerdo una frase del discurso de Lucio Cabañas que decía: si nuestra lucha triunfa, vamos a salvar a los animalitos, si nuestra lucha triunfa vamos a salvar a los venaditos, a la chichalaca, porque los hombres del campo cazan y trozan los árboles por necesidad, y el día que todos nuestros campesinos tengan para comer, no van a andar matando a los venaditos ni a las chichalacas del campo, porque van a tener para comer. Y él pensaba de esa manera: resolviendo el hambre y la miseria de la gente, se acaba todo, se acaba la inseguridad, se acaba la rapiña, se acaba el robo, acabamos con el tráfico hormiga de nuestras maderas tropicales. Lucio pensaba así, eso quería, por eso hizo todo lo que hizo, por eso secuestró, atacó al Ejército, por eso se hizo escuchar en la sierra, para que la gente dijera aquí estamos los guerrerenses que queremos una patria para todos, una patria nueva. Y él sí murió por ella, compañeros, igual que Genaro Vázquez”.