Compartir

ROBERTO RAMÍREZ BRAVO   /

 

Acapulco, 16 de marzo de 2021.

Si Luis Walton hubiera leído esta columna hace algún tiempo, se hubiera topado con una idea que le hubiera sido útil: la guerra sucia en campañas electorales termina por revertirse contra quienes la lanzan.

Es como un boomerang. Se necesita mucha habilidad para aventarlo y poderlo recibir de regreso sin que sea mediante un golpe.

Luis Walton fue, junto con el equipo de Pablo Amílcar Sandoval, uno de los artífices de la guerra sucia contra el candidato de Morena, Félix Salgado Macedonio. Una campaña con toda la intención de hacerle daño para, a la mala, sacarlo de la jugada; misma que después sería retomada por otros actores de la derecha. Era, en su caso, además, un exceso, porque si alguien carecía de derechos para reclamar no haber sido postulado, era precisamente el ex dirigente de Movimiento Ciudadano. A saber: Walton no es de Morena, viene de una última elección donde eligió combatir al ahora presidente Andrés Manuel López Obrador y apoyar al panista Ricardo Anaya; y, para colmo, en nivel de aceptación popular no tenía nada. Estaba muy, pero muy… demasiado, lejos del candidato puntero al que quería derribar con la guerra sucia.

En una entrevista con Carmen Aristegui, el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado informó que no se incluyó a Walton en la segunda encuesta que ese partido aplicó para definir la candidatura al gobierno de Guerrero, a pesar de que había quedado junto con Beatriz Mojica en segundo lugar en la primera, pero 20 puntos atrás de Félix Salgado, porque tuvo un comportamiento inadecuado. Dijo que Morena es un partido muy abierto y recibió a todos los que quisieran participar, pero Walton no se ajustó a las reglas y, porque no ganó, se dedicó a hablar mal del movimiento y a desprestigiar a las encuestas, y “no se vale patear la puerta y querer seguir participando”.

Luis Walton presentó una impugnación formal contra el proceso interno de Morena, partido en el que no milita porque cuando este se constituyó, él andaba en campaña con el panista Ricardo Anaya combatiendo al candidato morenista, su amigo Andrés Manuel López Obrador. Ingresó por la puerta trasera en 2020 para registrarse como aspirante a la gubernatura, y utilizó hasta el hartazgo el argumento de que él es muy amigo del presidente de la República. Cuando lo dejaron entrar, hizo como el sapo en la vieja fábula, y se sintió con más derecho que los morenistas. Diversas fuentes lo señalan como artífice de la campaña en medios y en redes sociales contra Félix Salgado, y contra la dirigencia nacional de Morena, y es lógico que eso lo supo con toda claridad Mario Delgado y tal vez el propio presidente, y la conclusión fue que quedó fuera de la segunda encuesta. Dado que no milita en Morena, ni tiene identificación con este partido más que su cacaraqueada amistad personal con el inquilino del Palacio Nacional, es de esperarse que también del partido se retire.

Pero… ¿a dónde ir? ¿Quién lo recibirá ahora, si todas las puertas están cerradas?

Cuando salió del PRI, Walton adquirió la franquicia de Convergencia, partido del que fue presidente nacional y luego se transformó en Movimiento Ciudadano. Pero en 2012, este partido postuló en Guadalajara al cargo de gobernador de Jalisco a un ex priista y ex perredista, Enrique Alfaro Ramírez. Este hecho no tendría relevancia en Guerrero, de no ser porque se empezó a conformar en aquel estado un núcleo político importante dentro de MC. Alfaro ganó la gubernatura hasta 2018 pero se convirtió antes en líder de una nueva corriente en MC, y presunto aspirante presidencial de este partido para 2024. Desde el principio, entró en rivalidad con Walton, quien representaba un liderazgo tradicional. Eran claras las visiones de los dos grupos, hasta que poco a poco el acapulqueño fue perdiendo espacio y poder y finalmente tuvo que abandonar el partido, para beneplácito del gobernador Alfaro y su equipo.

Fue entonces cuando Walton aprovechó para dar el salto a Morena.

El problema del ex alcalde ha sido una especie de arrogancia, que no le permite darse cuenta de cuando las cosas le pintan mal y sigue pensando que lleva la delantera en todo. Eso ocurrió en 2008 cuando quería ser alcalde y rompió la alianza con el PRD para competir por su cuenta y perdió; y se repitió en 2015 cuando al no ser candidato del PRD a la gubernatura rompió otra vez con la alianza y se fue por su lado, creyendo que ganaría, y solo logró que la izquierda perdiera, pero de todos modos él quedó en el último lugar. En 2020 creyó tener supremacía en Morena por su supuesta cercanía con López Obrador, con lo que podría avasallar a los demás aspirantes morenistas. Nadie le dijo lo que todo mundo veía: que él realmente no tenía el respaldo popular para ganar, que los morenistas no lo querían porque recordaban que en 2015 se alió con el candidato del PRI, Héctor Astudillo, para hacer perder a la perredista Beatriz Mojica; y que en 2018 apoyó al panista Ricardo Anaya. Pero incluso cuando Félix Salgado fue designado candidato, Walton, siguió haciendo campaña en su contra con la convicción de que sería removido.

¿Cuál es ahora su destino? ¿A dónde va? ¿Fundará otro partido? ¿Se quedará en Morena pensando que tiene suficiente fuerza para imponerse, aunque no lo quieran? No puede volver a MC, y aunque en 2015 se alió con el PRI, tampoco es probable que regrese ahí, aun cuando sería un camino natural.

Lo mejor que le podría pasar a Walton, ahora, sería que haya aprendido la lección.

Compartir:

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here